XXV.

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XXV

Jimin miraba hacia la puerta constantemente. La profesora Jeongguk no había llegado, lo que le hacía formar pucheros en sus regordetes labios. Taeyeon, a su lado, se dedicaba a hacer caras raras mientras repasaba el libro de inglés. Sabía que ella odiaba cuando se repente había un profesor nuevo, ya que no era conocedora de su método de trabajo.

Sin embargo, parecía estar más predispuesta con el profesor Kim Jungjae.

—¿Qué harás luego de la escuela? —le preguntó Taeyeon, todavía sin mirarla.

Jimin se mordió el labio inferior: justamente estaba entrando Jeongguk al salón de clases. Todos saludaron al unísono, y aunque Jimin intentó que su profesora hiciera contacto visual con ella, no lo logró.

—Estar con Namjoon oppa en su estudio.

—¿Podemos dormir juntas?

Jimin frunció el ceño y se rio—. Es raro que preguntes.

Taeyeon se sonrojó—. Ya..., es que... con lo que me contaste...

Suavizó las facciones y acarició la mejilla de su amiga, quien la miró con algo parecido al temor. Le causó ternura.

—No tienes por qué sentirte mal. Sigues siendo mi favorita del mundo.

—¿Incluso más que Hobi?

Jimin infló las mejillas—. Tontita~, eres mi mejor amiga.

Naturalmente, Jimin no pareció darse cuenta de su decepción. Taeyeon hizo de sus labios una fina línea y miró al frente, en donde sus ojos se encontraron con los de la profesora Jeongguk. Eran ilegibles, pero fulminantes.

—Creo que a alguien le enojó tu caricia. —Taeyeon resopló.

Jimin abrió la boca para preguntar a qué se refería, pero su mirada interceptó la de ese «alguien» y su rostro tomó un rojo parecido al de las manzanas.

—Muy bien, ¿alguna pregunta de lo que acabo de explicar? —de hecho, Jimin no se había dado cuenta de que, en poco tiempo, ella expuso la introducción de su tema— Bien, no hay preguntas. —Taeyeon bajó la mano y se cruzó de brazos.

—Acabo de pedir la palabra. —refutó.

—Bien, y yo se la concedo. Ahora, hágame un resumen de lo que acabo de decir.

Jimin sintió la tensión subir de nivel. Miró a su alrededor, encontrándose con sus compañeros casi que escondiéndose debajo de sus pupitres. Alzó la mano, Jeongguk ni siquiera la miró de reojo.

—Lo que le quería decir era que no entendí muy bien y quería una retroalimentación.

Jeongguk se rio. Sus tacones resonaron por el salón de clases cuando se sentó en el escritorio, cruzando las piernas. Jimin tragó fuerte, irguiéndose, queriendo ser mirada.

—No estaba prestando atención. —replicó la profesora.

—Soy la mejor de la clase. Claramente, no entendí. El manual de convivencia habla sobre cómo tengo derecho de una retroalimentación. Los directivos no creerán ni en un millón de años que yo no estaba al pendiente de la clase. —rebatió Taeyeon.

Jimin se sorprendió ante la seguridad del comentario. Todos soltaron un jadeo al mismo tiempo y ella se cubrió el rostro rojo por la vergüenza, ¡¿QUÉ MIERDA ESTABA PENSANDO SU AMIGA?!

Ay Dios, ¡Jimin quería desaparecer! Más cuando sabía que tenía que ver con su reciente revelación de gustos.

Jeongguk, por otro lado, apretó la mandíbula y dio una mirada a la cámara de seguridad en el salón de clases. Soltó una media sonrisa y se puso de pie, siguiendo con el tema sin haber dado la retroalimentación solicitada.

(extra)Ordinaria | KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora