IX
Jimin estuvo ansiosa todo lo que restó de la clase. Su pierna derecha se movía por sí sola, y se había rascado los antebrazos con más fuerza de la necesaria. Pero mirar la puerta no hacía que, por arte de magia, Taeyeon apareciera.
Cuando el timbre sonó, esperó que todos salieran para ponerse de pie. Estar sola se sentía como una desventaja, en especial, luego de la noche anterior. Aunque se había restregado hasta ponerse la piel roja, la sensación asquerosa no despareció. Flotaba en su mente; que llegara a profundizar en la misma era lo que temía.
La profesora la observó todo el tiempo que utilizó para arreglar sus utensilios dentro de su mochila. En su caminata hacia la salida, Jimin escuchó su voz baja:
—Se te olvidó un lápiz.
—L-Lo si-siento... —balbuceó, dándose la vuelta. No fue grato encontrarse con el cuello de la mujer en frente suyo. A poquísimos centímetros. Era tan alta que la cohibía el doble.
—Me molestan las personas como tú —dijo la mujer en voz baja. Jimin frunció el ceño, y alzó la cabeza, clavando sus ojos en los contrarios—. Las mujeres como tú.
La mano de la profesora Jeongguk tomó la suya, que era mucho más pequeña, y le puso el lápiz en la palma.
Jimin se dio cuenta de que era el mismo que se había caído el día anterior, anunciando que sería un mal día.
• • •
Jeongguk había marcado el número de Yoonji tantas veces, que estaba segura de que le haría competencia a su madre.
—Mierda... —se quejó en voz baja, jugando con la manzana de su almuerzo.
—¿Sucede algo? —preguntó una mujer a su lado. Si no se equivocaba, era profesora de inglés, aunque no terminaba de recordar su nombre de pila.
—Nada, Park —respondió en automático—. Solo que mi amiga no responde el teléfono. Me enoja.
La rubia rio, peinando sus cabellos hacia un lado. Había algo que le recordaba a su alumna Park Jimin, y no era el apellido o la belleza intrínseca en ambas, sino la inocencia que las hacía ver tan débiles. Jeongguk odiaba la fragilidad.
—Tal vez... ¿Está ocupada? —propuso con tono de pregunta.
—No trabaja.
—¡Entonces debe estar dormida!
—Debe ser eso, unnie.
—¡Oh~! No me hables con formalidades, tranquila, deja eso a los alumnos. Llámame Roseanne. —sonrió, y Jeongguk reparó sus labios rosados.
¿Había alguna posibilidad de que estuvieran coqueteando? Jeongguk lo dudaba, pero se permitió bromear con la mujer, disfrutando de una charla amena en la que drenó su preocupación sin fundamento por Yoonji, quien era lo suficientemente independiente para cuidarse sola.
• • •
Jimin tenía ganas de llorar.
Sacó el almuerzo que Jin le había preparado bajo la atenta mirada de los estudiantes a su alrededor. Los sentía escudriñarla con los ojos, y esa mañana no le gustaba en lo absoluto.
Podía oler el cerdo en su delicioso ramen, pero su apetito no aparecía. De un momento a otro, los fideos empezaron a mezclarse entre sí, asustándola. Jimin soltó un jadeo profundo y dio un respingo en su asiento, captando la atención de las mesas vecinas. Tragó saliva; se puso de pie, rodando la silla con sus gemelos y causando un estruendo cuando las patas de la misma hicieron fricción con el piso. Más ojos en ella.
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(extra)Ordinaria | KookMin
FanfictionPark Jimin es una niña superficial que definitivamente no debería resultarle extraordinaria. Hasta que lo hace, y Jeongguk se encuentra a sí misma pululando a su alrededor cual satélite. O en donde Jimin y Jeongguk son alumna y profesora respectivam...