XLVI.

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XLVI

—¿Ya no te sientas con Jimin?

Taeyeon levantó la mirada de su cuaderno y enfocó a Haneul.

—¿Qué haces aquí?

—Trato de llamar tu atención por Instagram y me ignoras.

Taeyeon buscó a su alrededor. Nadie las miraba.

—¿Es una broma?

—¿Por qué lo sería?

—Ninguna chica linda se sienta conmigo. A excepción de Jimin, pero porque somos amigas.

Haneul se rio. ¡Literalmente! Aunque no había malicia en su carcajada limpia. Sacó una ensalada de su bolsa y un emparedado cortado por la mitad; Taeyeon negó cuando ella le extendió una parte.

—¿Y ella en dónde está?

Taeyeon se encogió de hombros, aparentando desinterés—. Con el auxiliar Did, el verbo va en presente. Con el auxiliar-

—¿Me ignorarás?

—Estudio.

—Eso ya te lo sabes, Tae.

—Tal vez.

Ella no dijo nada más. La observó mientras comía, haciéndola sentir incómoda.

—¿En serio te quedarás aquí?

—¿Qué tiene de malo?

—Es raro.

Haneul suspiró—. Ven a una fiesta. Mi casa, el viernes.

Taeyeon empezó a toser. No era raro que Haneul intentara hablarle, a pesar de que las conversaciones germinaban con Jimin. Nunca con ella.

—¿Por qué?

—¿Te quiero conocer?

No lo pudo evitar: Se rio. En su defensa, no estaba acostumbrada a... nada de lo que sucedía. Porque, incluso si Haneul le caía bien, su interés por «conocerse» con ella era simplemente inexistente.

—Gracias, pero no hay nada que... conocer.

—¿Por qué siempre estás con Jimin? ¿Son novias?

Taeyeon se congeló y la miró con su mejor cara de poker—. Somos amigas.

—Ya... Entonces, ¿no vendrás a mi fiesta? Yo sí estaría con alguien como tú.

¿Cómo yo?, pensó Taeyeon. ¿Por qué aquel «como tú» debía ser una característica que requería esfuerzo para soportar?

Para la suerte de Taeyeon, el receso acabó con el típico estrépito de la campana y por fin pudo huir de la extraña invitación que... para su sorpresa, estaba sopesando. El comentario deliberado de Haneul tenía todo que ver.

• • •

Jimin frunció el ceño ante el regalo que Jeongguk le extendía. Pero, más que confundida, estaba emocionada. ¡Jeongguk le daba un obsequio por segunda vez! Y se veía tan tierna: Mejillas rojas y pupilas danzantes, incapaz de mantener el contacto visual.

—Yo... ¡Gracias, Ggukie! —lanzó un grito silencioso que no hizo girar ninguna cabeza. Tenía presente que, como se había vuelto hábito, estaban en la sala de profesores.

Jeongguk sonrió sin mirarla a los ojos—. Lo hice por la noche. Espero que te guste.

—¿Qué es? —preguntó, ojos brillantes.

(extra)Ordinaria | KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora