Capitulo 3

2.4K 243 53
                                    

Me remuevo rodando sobre la cama con ojos de enamorada, recordando el acontecimiento que ocurrió en la cascada de el bosque con la mujer de las alas de ángel.

¿Pero esto realmente es el amor?, me pregunto tocando mi pecho, en la parte que late mi corazón acelerado.

"Tu eres la indicada"... recuerdo aquellas palabras que salieron de los finos, suaves y rosados labios de la mujer que a logrado quitarme el sueño.

Me levantó de la cama y miro por la ventana el cielo nocturno.

¿Para que seré exactamente la indicada?...no puedo esperar el momento dónde la vea otra vez.

Tengo tantas dudas...

Vuelvo a acostarme, cubriendo mi cuerpo por completo hasta la cabeza en posición fetal e intento conciliar el sueño fallando en el intento.

¿Que está pasando?, esto es frustrante, no entiendo, es como si empezara a tener una obsesión de un momento a otro que me está comiendo la cabeza.

No sé cuánto tiempo paso asta que por fin pude dormir profundamente.

Mis fosas nasales logran distinguir una dulce fragancia que me parece familiar.

Despierto de golpe, abriendo los ojos y mirando cada rincón de la habitación.

Ya es de día.

¿Acaso madre Miranda estuvo aquí?...Me pregunto algo emocionada por dentro pues estoy rodeada de su aroma.

Busco por todas partes hasta estar segura de que ella no se encuentra aquí.

Resignada salgo a revisar que los plantíos no hayan sido marchitados por la nieve ya que suele nevar mucho durante la noche.

Las calabazas y zanahorias están intactas a comparación de los tomates.

Arranco las plantas muertas y las coloco en la composta, luego me encargo de alimentar a los animales hambrientos.

Mientras hacía mis lavores domésticas encontré una enorme pluma negra en el suelo qué me confirma que efectivamente, madre Miranda estuvo aquí.

Tomo la pluma y la guardo como mi tesoro.

No me hago una idea de que intensiones tendra esa mujer conmigo, pues me a dado un hogar y me a llenado de un poco de ilusión amorosa con tan solo un beso.

¿Me esperara algo bueno?...

Apenas es medio día, el tiempo pasa tan lento estando sola. Terminé mis actividades diarias más rápido de lo que pensaba, muero de aburrimiento, sigo esperando la hora en que me vuelva a encontrar con mi ángel de la muerte.

Un extraño cosquilleo recorre entre mis piernas al recordar el contacto que tuvimos la última vez, ¿acaso tengo un corazón ahí?... Pienso mientras meto mis manos a la parte baja de mi vestido, tocando la ahí donde siento el palpitar.

Me asustó al sentir una sensación extraña pero satisfactoria que me a causado tocar en ese punto, esto no lo había sentido antes. Es incómodo...

Bajo la falda de mi vestido y cierro las piernas sintiéndome avergonzada.

Cuando la noche cae, ya estoy completamente resignada.

La diosa nunca se hizo presente, supongo que era demasiado bueno para ser verdad.

Sin ánimos voy a mi habitación a cambiar mi vestido por mi camisón de dormir. Me miro en el espejo y cepillo mi cabello.

- Quizá no soy lo suficientemente bella para que una diosa me ponga su atención - digo sin dejar de ver mi reflejo.

Cierro los ojos y respiro profundo y al abrirlos doy un brinco, viendo a madre Miranda atraves de el espejo, atrás de mi.

- Tu eres hermosa - su voz calmada hace que le dé un vuelco a mi corazón.

La miro acercarse, sus brazos rodean mi cintura desde atrás mientras que su rostro se esconde en el hueco que hace mi cuello y hombro.

Su aliento sobre mi piel me hace dar escalofríos nuevamente.

- Madre Miranda...- mi voz suena extraña.

- Entrégate a mi conejillo - dice repartiendo besos por mi cuello que me hace soltar más sonidos extraños, ¿esa es mi voz?...

Sus manos pasan a los costados de mis caderas, levantando el camisón de mi pijama dejando al descubierto mis pantis color rosado.

Jadeo con su tacto, sintiendo sus fríos dedos con el metal de sus uñas sobre mi piel.

Mi entre pierna comienza a palpitar y la humedad mancha la tela de mis pantis.

No soy capaz de decir nada, no puedo articular ninguna palabra al sentir su cercanía, me embriago con su aroma y su aliento.

Me obliga a dar la vuelta, quedando muy cercas nuestros rostros.

Vuelve a unir sus labios con los míos, acariciando mi mejilla, su otra mano entra bajo mi camisón frotando sobre mis patis y la fina tela termina de empaparse con mis fluidos.

N

o pongo ninguna resistencia, dejándome llevar por la sensación que me provocan sus caricias y besos.

Se detiene dejándome deseosa de más.

Se que tiene intensiones de irse cuando mira a la ventana, pero no pienso dejarla ir tan fácil está vez, tanto espere y piensa dejarme así. Eso no se lo permito.

Iba a lanzarme encima pero ella fue más rápida logrando empujarme a la cama.

Se coloca sobre mi al verme tendida.

Sonrie causandome de nuevo ese palpitar.

Roza el filo de sus uñas por mi cuello bajando asta quedar entre mis pechos.

Continúa bajando pasando por mi abdomen, vientre y asta mi monte de venus.

Mi respiración se acelera, cuando toma mis pantis, las desliza lentamente por mis piernas, bajandolas hasta dejar mi vagina desnuda.

Grito de dolor cuando introduce dos dedos en mi interior.

- Calma conejillo - dice tranquilizadora.

Los mueve asta que el dolor desaparece siendo reemplazado por placer.

El filo de sus uñas dentro de mi le da un toque especial a sus penetraciones volviendo la sensación más placentera.

Flor De AmapolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora