Capitulo 40

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Temerosa pero dominada por la curiosidad entro en la puerta de el sótano.

Lo primero que veo son unas escaleras manchadas de sangre seca muy altas que dan a un piso de piedra, temblorosa reviso la cerradura antes de bajar, tiene rastros de aver sido forzada en varias ocasiones lo que probablemente a hecho que se abriera por accidente a pesar de estar cerrada con llave.

A un costado de esta se encuentra un candelabro colgado, entonces lo agarro y tomando valor comienzo a bajar por las escaleras siguiendo los rastros de sangre, está oscuro y solo es iluminado por unas cuantas velas y antorchas.

El rastro de sangre lleva asta una de las tantas celdas de este tétrico sitio que esta bajo la mansión. Iluminando dentro de la celda el rastro de sangre termina en un cadáver que se ve envuelto en tela.

Al lado de él está una libreta en el suelo, la tomo, varias páginas están arrancadas.

La mujer que hace meses lo fue todo en mi vida en verdad es el mismo demonio...

¿Cómo permití que todo esto sucediera?...yo sabía que enamorarme de esta loca adicta a las ciencias terminaría mal.

No es capaz de sentir amor. A ella no le interesan en absoluto los sentimientos, solo le importa la ciencia y su hija.

Dirá y hará cualquier cosa para mantener a quién sea bajo su control...

Fui una tonta una ciega al dejarme engañar con sus encantos

El resto está arrancado.

Dejo el objeto dónde estaba y me aparto.

El aroma a sangre y cadáveres de aquí me está dando náuseas. Además yo no debería estar aquí...

Salgo asegurandome de que la puerta está vez este completamente cerrada haciendo ruido inevitablemente.

- ¿Que fue eso? - dice Miranda a lo lejos.

- Me tropecé un poco...

- Ten más cuidado.

- Lo tendré.

Vuelvo dónde está Eva que sigue durmiendo, comprobando que este bien voy a la cocina con Miranda.

La mesa de el comedor ya está repleta de distintos platillos y postres que huelen delicioso.

- ¿Cómo está Eva? - dice sacando de el horno el enorme pastel con el que se celebrará a la pequeña.

- Contando ovejitas - Miranda ríe hermosamente y niega con la cabeza al oír mi respuesta mientras adorna el pastel haciéndolo ver mucho más apetitoso.

Acerco mi mano intentando tomar un poco de su chocolate con mis dedos pero lo único que consigo es un pequeño manotazo de mi amada.

- Esas manos - me aparto y voy junto a ella para abrazarla y darle algunos besos en su mejilla - Sorin controlarte y lleva esto al comedor - me entrega dos copas de vino.

Así lo hago y regreso - Siempre me e visto tentada a probar las bebidas alcohólicas, gracias por cumplir mi fantasía.

- ¿De que hablas?, eso no es para ti - me entrega un zumo de uva - Esto si es para ti - pongo cara triste mirando el envase de cartón con dibujitos de la fruta. Vuelve a reír - Ven acá - me entrega ahora el pastel ya decorado y ella toma dos copas - Te estás viendo algo decaída estos días, ¿hay algo que te molesta? - dice mientras caminamos a la mesa de el comedor.

- No realmente pero...- suspiro - Aunque soy muy feliz aún así siento que no encajo de el todo aquí, porque escondes demasiadas cosas y nunca se que es lo que está pasando.

- Bueno almenos estamos juntas, tú, yo, Eva. Ahora todo va a cambiar e ira mejor.

- ¿Y estare más incluida en esto de la ciencia?.

Niega - Voy a retirarme.

- ¿Eso quiere decir que ya no más salidas en la mañana? - sonrió.

- Así será - coloca su mano sobre la mía y la acaricia. Nos miramos felices asta que ambas sonrisas se borran cuando escuchamos lo que parece una explosión fuera de la mansión - Quédate con Eva, yo iré a ver qué está pasando.

- Pero...- sin dejarme terminar la frase va en dirección a la puerta principal.

Algo preocupada voy con Eva, la tomo en brazos y apago el televisor para ir detrás de Miranda.

Flor De AmapolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora