Capitulo 63

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Antes de salir de casa e ir al aeropuerto me guardé uno de los juguetes de Miranda para divertirme un poco si es que llegaba a aburrirme.

Cuando el avión despegó de nuevo me vino esa sensación de vacío en el estómago. Y esta vez no perdí la oportunidad de ver las nubes una vez que estuvimos volando en el aire.

- Ya no te vez nerviosa como la primera vez.

- Me di cuenta de el maravilloso paisaje de nuves que se ve desde aquí - digo quitando la vista de la ventana para posarla en ella.

Y que buen momento para que Eva siga durmiendo, decido aprovecharme de la situación y me acerco hasta su mejilla, procurando que al girar roce mis labios con los suyos.

Suavemente me deslizo hacia ella y llevo mis labios hasta los suyos, decido tomarla y robarle un beso, uno que quizás quería que fuera robado.

En ese momento sentía que el tiempo se paraba y que todo giraba a nuestro alrededor. Suave y lentamente la beso, pero solo por poco tiempo, hasta que me invadió más la adrenalina de sentir sus labios, la tome por la parte de atrás del cuello y la acerque más a mí, los besos se volvían más apasionados.

Yo empecé a morder sus labios y ella jugueteaba con su lengua.

El vuelo se pasó rápido pues la mayor parte de el tiempo estuvimos repartiendonos besos y caricias Miranda y yo. Hasta que llegó el momento en que el avión aterrizo.

Aún así podía sentirme con un enorme impulso de abalanzarme sobre ella y besarla aún mas mientras la tomaba.

Cuando abrigadas salimos de el avión recibimos el nostálgico frío de la montaña en esta parte aislada de Rumania que sigue atrapada en la época victoriana.

Si, la misma en la que ambas pasamos por tantas cosas pero puedo decir que valió la pena pues de no ser por ello seguramente no nos hubiéramos conocido o tal vez si, pero no para ser lo que somos ahora. Dos enamoradas.

Entrando en la cueva dónde lo primero que nos da la bienvenida es la megamiseta o "el dios negro" pude notar algo diferente ahí en el calabozo.

Gritaba tan desgarrador, pero no de dolor, mucho menos de tristeza, si no que de odio, un odio inmenso por algo que desconozco.

Cómo siempre la curiosidad pudo más conmigo que cualquier otra cosa en mi conciencia.

Y me acerque a aquella celda, mientras Miranda continúa avanzando asta entrar en la habitación, donde tantas veces compartimos noches de pasión, antes y  después de esas alocadas pruebas a las que fui sometida.

Rio, que recuerdos.

Volviendo a lo que estaba, fije la vista atraves de las rejas oxidadas de el calabozo, entonces ahí lo ví, un hombre fornido amordazado, con cadenas que se ven muy pesadas alrededor de su cuello, pies y manos.

Cuando se percata de mi presencia, sus gritos y maldiciones cesan para mirarme fijamente con esos ojos llenos de rencor.

- ¿Que crees que estás mirando pequeña puta?.

- Que carácter - digo burlona.

El viejo carcajea de la nada como todo un esquizofrénico - Parece que aún no te has dado cuenta de a dónde te has metido, estás justo en la boca de el lobo.

- Siento mucho por cómo te encuentras, seguro no es nada cómodo ahí adentro - continuo burlándome con sierto cinismo - ¿Pero podrías ser más claro con lo que quieres decir?.

- No se que estupideces te metió a la cabeza la zorra de Miranda - vuelve a reír - Que más da, seguramente solo eres la puta que se folla día y noche .

- Oye, espera, creo que te conozco. Eres el tipo de los lentes y el sombrero. Heisenberg...

- Sorin, ¿que haces ahí? - aparece Miranda.

- Solo me llamo mucho la atención tú perro, ¿que raza es?.

Miranda ahoga una carcajada - No estamos aquí para eso conejillo - Miranda toma lo que parece ser un pequeño contenedor de gas y se lo rocía al tipo que está en la celda maldiciendo de todas las formas a mi y a Miranda - Lo que tengo por mostrarte está en la misma vivienda que te obcequie antes, puedes ir cuando quieras - el sujeto parece aturdido por el gas, pues lo e visto caer semi inconsciente.

- Esperare un poco más, creo que tú y yo aún tenemos algo que se quedó pendiente durante el vuelo - me acerco pícara a ella cuando a terminado de tranquilizar al sujeto.

Es cierto que la curiosidad me carcome pero es más fuerte el deseo de estar al lado de Miranda pues aún no e terminado de darle todos los besos que quería.

Flor De AmapolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora