Capitulo 89

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Arrullando a Eva en la carreola, esperamos a su madre cercas de las puertas de la iglesia.

Ella se coloca y acomoda sus prendas después de ser follada por mí, en su propia iglesia.

Un sonrojo se me asoma en las mejillas cuando me doy cuenta de que lo hemos hecho en todas partes: en el laboratorio, en el castillo Dimitrescu, en el bosque y ahora en la iglesia...que sigue, ¿la presa de Moreau?.

Rio nerviosa.

Debería procurar no quedarme mucho tiempo sola con mis pensamientos.

Mientras vuelvo a repasar esos recuerdos escucho, el rechinar de las puertas al ser empujadas desde afuera.

Eso fue inesperado, ¿habra sido el viento?.

Miro de inmediato lo que te está detrás de las puertas encontrandome a nada más que a la señora Dimitrescu.

- ¿¡Alcina!?, ¿p-por que estás aquí?...

Ambas nos miramos sonrojadas, ella por ser descubierta y yo por imaginar que fue todo lo que pudo ver.

- Silencio niña, no tengo por que darte explicaciones.

- ¿Hablas enserio?...

Suspira y hace un puchero que me parece algo infantil viniendo de una señora mayor como lo es ella - Solo quería saber que es lo que Miranda vio en tí.

Sonrio pícara - ¿Y ya te a quedado claro?.

Su leve sonrojo se intensifica - Como sea - se da la vuelta notablemente avergonzada - No debería gastar más palabras en una niñita - se va alejando .

- Saludame a tus hijas de mi parte.

¿Pero que mierda fue eso?.

Miranda sale de el confesionario ya vestida y reluciente, como si nada hubiera pasado.

Ella me mira con una sonrisa algo traviesa, a lo que yo la miro confundida.

- Eres mejor que tú hermana en el sexo.

Me quedo en shock por su repentino comentario - Oh sabes que no debiste decir eso y mucho menos compararme con ella.

- Ya lo hice - ríe de forma cínica tomando la carreola de Eva de mis manos.

- Esto no se va a quedar así - digo algo enojada.

Pues la verdad es que si me ha calentado y no de la forma sexosa, si eso es lo que quería pues lo ha conseguido.

La haré pagar, me la follare sin parar y de la forma más salvaje y menos piadosa de la se pueda imaginar.

Por que efectivamente, yo cojo mejor que mi estúpida y perdedora hermana mayor.

Volviendo al laboratorio la noche se pasó rápido después de dormir profundamente las tres en la habitación.

Al amanecer, desperté con esa profunda sensación de hambre, fue tan intensa que me fue difícil ignararla. Miranda se encargó de preparar y cocinar distintos platillos para mí pero aún así mi hambre no pudo ser saciada.

- Esto es extraño conejillo, quizás tendremos que recurrir a que consumas la carne humana.

- Lo que sea, pero quiero dejar de sentirme así - digo frustrada.

Entonces salí al pueblo en busca de algún pobre desafortunado que se me acerque y para mí fortuna no fue tarea difícil pues en unos minutos un hombre a venido a saludarme como "madre Sonrin". Lo que no se imaginaba es que terminaría siendo devorado por un demonio en el callejón, pero aún con eso, seguí sintiendome igual de hambrienta.

Flor De AmapolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora