Capitulo 125

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Camino por el bosque tomando un rumbo que me lleva a un lugar en especial.

Sola, desconsolada y aún sin poder asimilar de el todo que es lo que acaba de pasar.

Eva está muerta por un descuido mío y mi amada Miranda ahora me odia.

Sin tan solo no fuera tan impulsiva y hubiera pensado un poco más en el bien de nuestra hija, esto no le estaría pasando a las dos.

¿Que madre en su sano juicio deja a su hija al cuidado de un desconocido?.

Alcina quizá tiene algo de razón en que solo soy una maldita niña enana y cachonda que no tiene ninguna madera de madre.

Lloro en silencio y sollozo mientras continuo avanzando mis pasos sobre la nieve hasta llegar a mi destino. Esta antigua cabaña donde perdí a varios de mis hermanos.

Al abrir la puerta rechinante me sorprendió no encontarla completamente sola como esparaba, pues dentro de esta ahora viven niños.

Si, niños.

Los niños de la aldea que fueron secuestrados por Miranda.

Secuestrados como hizo con Heisenberg en su niñez para someterlos a experimentos.

Varios de ellos ya presentan algunas extrañas mutaciones.

Al verme se han quedado espantados.

- ¡La bruja viene! - ellos gritan.

- No, disculpen fue mi error - digo para volver a cerrar la puerta.

Miranda está muy decidida a seguir creando virus que dejarán al mundo devastado y completamente a sus pies.

Justo como yo lo estoy y seguiré estando, no importa el tiempo que pase.

Ella siempre será mi diosa, aunque ahora mismo me este odiando.

Suspiro mientras y tomo asiento en una roca junto a la cascada en dónde pude probar sus dulces labios por primera vez.

Cierro los ojos mientras tarareo una de las tantas terroríficas canciones de cuna que cantaba Miranda para Eva.

Y así entre lágrimas revivo los recuerdos.

- Oh no, nuestra pequeña Eva no puede estar muerta - murmuro mientras continuo lloriqueando en la soledad de el frío bosque de la montaña.

Un paraíso destruido, tanto para mí como para todos los habitantes que aquí vivían antes de que la BSAA lo arruinara todo.

Pero que estoy haciendo.

Sin darme cuenta me estoy dando por vencida. No puedo dejar ahora a Miranda sola, no después de lo de Eva.

Aunque me odié ahora no puedo permitir eso, por qué seguramente ella buscará una forma de morir como lo hizo antes.

Limpio mis lágrimas y sorbo la nariz y decidida me levanto para ir en camino de la cueva.

Cada paso que doy parece que el camino se vuelve más largo de lo que recuerdo.

Solo se que tengo que llegar hasta donde está ella antes de que sea demasiado tarde.

En el camino puedo ver a lo lejos la camioneta de la BSAA conducida por Mia.

Va junto con su hija Rose bajando de la montaña.

Las tres cruzamos miradas antes de alejarnos para seguir con nuestros caminos.

Cuando por fin llegó a la encuentro ahí a mi amada Miranda dándo la espalda.

Arrodillada, con las alas abajo tocando el suelo rocoso y su larga cabellera dorada callendo sobre ellas pues el velo se lo a quitado.

Desde este ángulo parece estar meditando pero entre el eco puedo escuchar que solloza mientras susurra algunas palabras inentendibles en lo bajo.

Demasiado bajo.

Aunque mis pasos resuenan con ese mismo eco de la cueva, ella aún no parece percatarse de mi presencia.

Se ve consentrada en lo que hace, mientras más me hacerco puedo alcanzar a mirar que es.

Frente a ella está un enorme charco negro de dónde comienza a formarse la figura de un bebé.

Es Eva.

Ella sigue viva.

Sonrío y lloro de la felicidad, pues no todo está perdido. Eva no se ha ido y sigue con nosotras.

- Mi pequeña Eva, mi hermosa hija, que susto me diste. Ven a mí - dice mientras la toma en brazos - Te eche tanto de menos - de forma protectora la abraza sobre su pecho.

Esto mientras que yo con pasos sigilosos me hacerlo hasta quedar a unos centímetros detrás de ella.

Me arrodillo a la altura en la que se está ahora y la rodeo con mis brazos en su cintura, recargando mi rostro en su espalda cubierta por sus cabellos rubios.

Aspiro su aroma, mientras ella parece tensarse por mi repentina cercanía.

Flor De AmapolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora