Capitulo 139/Maratón/1

394 38 3
                                    

Nos seguimos saboreando en el laboratorio, con deseos de llegar al ritual salvaje en el que Miranda y yo podemos sentirnos una misma, donde sobre todo yo la dominaría y estaría dandole duro hasta hacerla venirse como una fuente pero aún así ninguna de las dos nos vimos satisfechas, pero teníamos que parar, pues Eva aún esta despierta y es probable que en algún momento estaría usmeando curiosa lo que sucede con sus dos madres.

Nos acomodamos la ropa y salimos del laboratorio para llevar a Eva a la cama y despedirnos de la Winters.

- Mamá duerme conmigo - dice Eva mientras mi amada acomoda la cobija sobre su cuerpecito.

- Bien pero tienes que dormir pronto cariño - acaricia su mejilla.

- Si mami.

Sonrió observandolas desde el marco de la puerta. Supongo que la cena tendrá que esperar.

Vamos, si acabo de devorarla en el laboratorio. Me regaño a mi misma.

Le doy las buenas noches a ambas para retirarme a esperar a mi amada en la habitación, no sin antes ser amenazada por la pequeña de que yo seré la siguiente que la acompañará para dormir.

Pero por supuesto que no desaprovecharé este tiempo a solas para darme una ducha caliente.

Y así lo hago, sin sacar de mi mente a mi amada Miranda, imaginandola como siempre en mis fantasías donde la mayoría de el tiempo esta desnuda y viéndose tan sexi y deseable.

Mientras el agua caliente hace que toda la tensión de el día desaparezcan también por el desagüe.

Permanezco así hasta que escucho cómo se abre la puerta y antes de poder darme la vuelta, unos brazos me atrapan.

Por cómo huele sé perfectamente que es Miranda y la sorpresa desaparece para dejar paso a la excitación cuando noto sus pezones duros contra mi espalda.

- Miranda - gimo exitada tan solo por este pequeño roze.

- Shh, tranquilízate un poco cariño. Estoy empezando - no ha acabado de hablar y ya siento su mano desaparecer entre el terreno prohibido de mis muslos.

Al principio los mantengo juntos intentando poner un poco de resistencia pero Miranda explora en esa zona que conocé muy bien y acabo rindiéndome a sus caricias.

Noto cómo separa mis pliegues y echo la cabeza hacia atrás para apoyarla en su hombro.

Ella aprovecha mi cercanía para besar y morder mi cuello provocándome escalofríos.

Sé que ha descubierto mi humedad cuando suelta una risita contra mi oído.

Tengo calor, mucho calor. A pesar de tener los ojos cerrados palpo la pared hasta dar con el grifo para bajar un poco la temperatura del agua, aunque no es suficiente.

Miranda aprovecha para darme media vuelta.

Nuestras miradas se encuentran al fin.

Poco después lo hacen también nuestros labios y nos sumergimos en un beso desesperado. Noto las gotas de agua tibia resbalando por mi piel, atrevidas.

Suelto un gemido que queda ahogado por la boca de Miranda, quien divertida, me empuja contra la pared del cubículo.

Puedo ver su cuerpo desnudo contra el mío y disfruto de la imagen. Sus curvas que antes he visto por encima de la ropa en la habitación de Eva están más pronunciadas ahora.

Sus manos regresan a mi cuerpo y parecen multiplicarse.

Sé que tiene dos, pero en este momento estoy sientiendo como diez las que me están tocando. Las caricias en mis zonas más sensibles, su cuerpo contra el mío, el agua chocando contra mi piel, el morbo de estar tan expuestas, todo eso hace que pierda la razón y me deje llevar por la situación.

Separo las piernas ligeramente, ya no puedo ni quiero resistirme más.

Sin previo aviso, sus dedos se clavan en mí en una agradable tortura.

Muevo las caderas, me ayuda a sentirla todavía más hondo.

Arquea los dedos dentro de mí con movimientos rítmicos, precisos. Yo rodeo su cuello en busca de algo de apoyo para no caerme y acabo mordiendo su hombro tan fuerte como me embisten sus dedos.

Todo esto me está haciendo enloquecer. Gimo bajito, contra su oído, luego muerdo.

Sus labios me buscan y me encuentran, pero se separan unos instantes para pedirme:

- Vamos, hazlo. Córrete para mí.

Su voz suena seductora y sonrío. Claro que lo voy a hacer.

En este momento no se me ocurre otro plan mejor que alcanzar el orgasmo junto a ella, para ella.

Gimo una vez más contra su piel, ahora de forma más audible.

Miranda se da por aludida e inicia una serie de movimientos todavía más rápidos y profundos.

Su pulgar ahora ha atrapado mi clítoris y lo acaricia sin tregua...

Estoy muy cerca y en esta ocasión soy yo la que busca sus labios.

Los uno con los míos en un beso feroz, notando cómo mi cuerpo se abandona por completo al placer.

Mi espalda se dobla y mis músculos se contraen unos segundos antes de dar paso a un orgasmo que parece recorrer toda mi anatomía.

Entonces me siento tan vulnerable que tengo la sensación de que me voy a caer cuando mis piernas comienzan a temblar. Por suerte, Miranda me agarra por la cintura y me recompensa con suaves besos en la mandíbula.

Mi respiración no quiere volver a la normalidad y el placer todavía inunda mi cuerpo por completo.

Un cosquilleo en mi estómago me recuerda dónde estoy, qué acaba de pasar.

Mis ojos vuelven a Miranda para descubrir su semblante tranquilo y seductor, como siempre.

Le devuelvo esa sonrisa, acercándome a ella.

Su mano detiene la mía cuando se dirige a su sexo desnudo. Nos miramos a los ojos.

- Está vez no cariño.

- Pero, debes estar muy mojada.

- No puedes comprobarlo - suelta traviesa antes de irse sabiendo lo deseosa de tocarla que me acaba de dejar.

Estos jueguitos son una torta, estos que me lleva preparando desde que nos conocimos.

Voy detrás de ella dispuesta a protestar y tomar lo que es mío.

Flor De AmapolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora