Capitulo 98

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Salgo de la ducha y me coloco uno de mis vestidos.

Algunas manchas de mi propia sangre siguen en las sabanas, después de esa noche de intenso deseo y pasión.

Encuentro a Miranda en el tocador, ya vestida y terminando de hacerse el maquillaje.

Se ha despertado antes que yo esta vez.

Eva también esta levantada sobre su cuna, dejando salir su cabesita de el borde para obcervar a su madre desde ahí.

- Te vez tan sexi cuando te enfadas - digo pícara - Quizá deba hacerlo más seguido.

Me acerco a la pequeña para tomarla en brazos.

- Sería mejor que no lo hicieras - dice mientras saca una lija de los cajones y con esta afila sus uñas doradas.

- ¿Arrancaras más corazónes? - cambio los pañales de Eva y su mameluco.

- Si, el tuyo.

- No hace falta ya lo hiciste... mamasita... - después de decirlo la veo levantarse de la silla de el tocador y viene por mí.

Me toma de el cuello amenazando con clavar sus uñas recién pulidas.

- ¿Que te he dicho de llamarme así?.

- Que no lo hiciera...- digo ahogando un gemido. Sonríe y me suelta.

Cielos, he descubierto otra forma de calentarla sin llegar a tanto.

El timbre de el celular suena, entonces dejo a Eva en los brazos de Miranda para ir a contestar.

- ¿Podrías llamar otro momento?...

- No - responde Alcina. Suspiro y lo pongo en alta voz - Madre Miranda, mis mas sinceras disculpas por el comportamiento de Daniela ayer, para nada me lo esperaba.

- Disculparte no te servirá de nada, tus hijas no volverán a pisar mi laboratorio - me hace una señal para que cuelgue y así lo hago - Primero Cassandra estropeando mis experimentos y ahora Daniela...- la escucho murmurar.

Eso me confirma que lo que paso ayer con Daniela fue lo que ha terminado colmando su paciencia.

Cada día me queda mucho más claro el por que busca no relacionarse demasiado con las Dimitrescu...o con los gerarcas en general. Aunque es amable al no rechazar sus invitaciones y visitas.

Cuando salimos de la habitación al laboratorio nos sorprendemos al encontrar las rejas abiertas de la celda dónde antes estaba Heisenberg.

- ¿Se escapó otra vez?...

- ¡No! - exclama frustrada - Esas moscas...- maldice en diferentes idiomas.

Después me entrega a Eva, indicándome que yo seré de nuevo quién la alimentará, mientras ella revisa el estado de el laboratorio y que tanto ha saqueado ese tal Heisenberg a parte de sus poderes.

Entonces voy asta la cocina para preparar la papilla de Eva.

La visita de esas tres no ha traído nada bueno, solo problemas.

Me siento culpable...de averlo sabido jamás les permitiría el paso.

- Esta vez toca zanahoria, ¿que te parece Eva? - digo acercando la primera cucharada a su boquita.

La bebé la rechaza - Mamá - pronuncia.

- Aquí estoy pequeña...- niega con la cabesita - Vamos come un poco - vuelvo a acercar la cuchara con el pure de zanahoria pero solo consigo el mismo resultado.

Imposible, mientras más crece está niña se vuelve más caprichosa y orgullosa.

Ideando un plan para que Eva pueda dar aunque sea un bocado voy asta el refrigerador donde tomó una rebanada de la tarta echa con el amor de Miranda.

Vuelvo con Eva para ofrecerle el delicioso postre o es lo que aparento pues al momento en que la pequeña abre la boca para recibirlo gustosa introdusco la cucharada de zanahoria por debajo así consiguiendo mi cometido.

Por la expresión de Eva, puedo percibir que se ha dado cuenta de mi estafa. Entonces después de un grito ensordecedor comienza a llorar.

Miranda entra por la puerta con una expresión más relajada - ¿Que esta pasando? - pregunta obcervando el trozo de tarta sobre la mesa junto con el plato de pure de Eva.

- Eva no quiso comer así que tuve que recurrir al engaño.

- Eso fue una buena táctica - Miranda ríe y se acerca a nosotras - ¿Que guardas en esa canasta? - dice dándose cuenta de la presencia de el objeto mencionado sobre la mesa de el comedor.

- La mercancía de Donna...

- Sorin...

- Lo se, tú me has dicho que no consuma esas cosas pero fue tan tentadora.

Eva ríe al tener de nuevo a su querida madre biológica junto a ella de nuevo.

- Deshazte de eso - comienza a alimentar a Eva tomando mi lugar.

- Lo haré, pero estoy muy hambrienta - la abrazo desde atrás y la manoseo un poco.

- Ya habrá tiempo cariño.

- Está bien - sonrío y deposito un beso en su mejilla.

Y después de tomar mi dulce desayuno me dispongo a ir de visita a casa de mis padres, pues mis días en la villa están contados, debo apresurarme para despedirme adecuadamente de cada uno de ellos.

Flor De AmapolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora