Capitulo 61

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La repentina sensación de lejanía y la falta de el calor de el cuerpo de Miranda me despierta.

Adormilada la busco de el otro lado de la cama y termino por despertarme completamente cuando me doy cuenta de que no está a mi lado.

Adaptando mis ojos a la oscuridad de la habitación la encuentro ahí en el sofá al lado de la cuna con Eva en brazos, ella ve a la bebé muy atenta, asta puedo decir que con cierta preocupación.

- ¿Miranda?, ¿que a pasado?.

- Parece que Eva y yo tuvimos la misma pesadilla en la que éramos separadas nuevamente.

- Eso no pasará...- o por lo menos no lo permitiría en mi presencia.

- Desde luego que no - acaricia la carita de Eva - Duerme Sorin ya volveré a la cama, me quedaré aquí con Eva unos minutos más...

- Algo me dice que no debería dejarlas solas.

Ríe - Estaremos bien pequeña.

- Ma...ma - balcucea Eva sin apartarle los ojitos a su mamá.

- Sabes, después de todo lo que pasaron es entendible que aún les queden algunas secuelas de el trauma y la tristeza que afrontaron - digo mientras recuerdo el sufrimiento de mi madre con cada perdida de uno de mis hermanos - Ningún padre está preparado para la muerte de un hijo. Se supone que los padres no viven más que sus hijos.

Asiente - Quizá llegué un momento en que tenga que pagar por todos los malos actos que cometí intentando recuperar a mi pequeña Eva pero al final han valido la pena y estoy dispuesta a cualquier cosa mientras ella pueda llevar una vida plena.

- Para nada - me levanto quitandome las cobijas para acercarme a Miranda y tomar su mano entrelazando nuestros dedos así transmitiendole mi compañía - yo podría tomar tú lugar - el deslumbrante azúl en sus ojos me miran conmovidos por mis palabras - estaremos juntas en todo, es para eso que me trajiste aquí y lo cumpliré.

- Te amo Sonrin.

- Te amo Miranda.

Y así permanecimos las tres unidas en esta noche larga, tarareando una canción de cuna que yo misma escribí para Eva mientras es acunada en los cómodos brazos de Miranda.

- ¿Estará mejor? - digo viendo a Miranda depositar a Eva ya dormida en la cuna.

- Lo estara.

- ¿Y tú lo estás?.

Acaricia mi barbilla - No lo estaré si no vienes conmigo - me toma de la mano y me atrae asta la cama con ella.

Solo puedo seguir sonriendo y agradecer por estar aquí en este acojerdor hogar. 
Abrazada a Miranda con una de mis piernas enrolladas en la suya, yo de lado, ella boca arriba, se ve tan bella, tan serena, su perfecta nariz, sus hermosos labios, de pronto tengo tantas ganas de tener a esta mujer de todas las formas posibles que se puedan en lo que resta de la noche.

Me escondí un poco en su cuello aspirando su embriagador aroma, mis manos pasean suavemente por sus pechos y acaricio sus pezones sintiendo mi excitación y la de ella crecer.

Ahora somos nosotras dos.

Ella, yo, yo y ella. Intercambiando , sonrisas y miradas, en compania de la noche, el alumbrar de las estrellas atraves de la ventana.

He comenzado a sudar, me pregunto si ella lo nota.

Pues su mirada sigue puesta en mi.

Tan tierna, tan de ella. Sus ojos resaltan a media sonrisa y el sudor de mi cuerpo es el anticipo de una inquietud al ser despertadas las ganas de besarla, envolviendo mi sentir a base de nervios.

Sus ojos expresan lo mismo. Ambas ponemos peso a nuestro abrazo.

Su sonrisa es angelical, su mirada sostiene la mia.

Pasamos al siguiente nivel de acercamiento, frente a frente y la inquietud se convierte en un latir.

Entonces me centro en su boca, acariciando su cara y un paseo de dedos remarcan sus labios.

Me acerco mas, dejando nuestras narizes rozando punta con punta, mis labios se pegan a los suyos, es un beso tierno, apenas un roze de movimientos lentos, una pura suavidad alivianada.

Me dejo llevar, me pierdo en ese producir que me causa Miranda, en esa extraña sensación que inicia en el ombligo y hace recorridos hasta mi vientre sacudiéndome los sentidos. La muerdo con ternura para luego meter mi lengua y transitar dentro de su boca, acariciando lento, rozando su paladar y convirtiéndolo en uno de esos besos que calla la respiración, que hace enmudecer los suspiros.

Hasta que me separo para así seguir besando ahora todo su cuerpo, desnudandola en el proceso, mis manos le arrancan el sensual camisón con encajé de su pijama, dejando su preciosa desnudes a mi merced.

Me entretengo un poco más con mi boca sobre sus pechos succionando su nectar blanco, sus gemidos y jadeos al hacerlo son música para mis oídos.

Entonces no pude más y en un impulso de lujuria pura la tomo de las caderas y la arrastro conmigo obligandola a sentarse sobre mi cara, asfixiandome con el peso de su cuerpo y su rosado sexo sobre mi boca.

Experimentando un gran placer al sentirme dominada y privada de oxígeno, aprisionada mi cabeza con sus carnosos muslos, en este momento todo mi rostro es un instrumento para su placer.

Teniendola completamente indefensa y expuesta a las caricias de mi lengua, comienzo a frotar su vulva, guiando con mis manos sus caderas, acompasando los movimientos pélvicos.

- Ohhh, Sorin - gime mi nombre con fuerza al ser introducida mi lengua en su sexo, que entra y sale de entre sus suaves, cálidos, deliciosos y apretandos labios vaginales.

Extiendo mis manos para ahora sujetarla ahora de los pechos, que no dejan de rebotar viéndose tan exquisitos y tentadores, pues desde esta pocision tengo una muy buena vista de lo que es su bello cuerpo desde su monte de venus.

Los aprieto dejando salir algunas gotas de su lactancia, mientras que su su vagina continua siendo torturada al estar completamente a merced de mi lengua. En ocasiones mis movimientos son suaves pero van aumentando gradualmente la velocidad e intensidad de la succión en su clítoris.

De inmediato me vuelvo una adicta a su delicioso sabor perdiendo el control en los movimientos de la lengua, volviendome más agresiva con su sensible coño, hasta que el orgasmo la invade desatandose como una cascada sobre mi boca.

Flor De AmapolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora