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Jinyoung se despidió de mí en cuanto vio que Jimin volvía de regreso de pagar la cuenta, después se había acercado a él para interceptarlo en el camino y se despidió de él, Jimin le había regalado una tenue sonrisa, mientras que yo seguía abrumado por sus palabras, el hermano de Jimin parecía ser más amigable de lo que me esperaba, y no era como si Jimin me hubiera dicho que él fuese el villano principal en su vida, no, lo sabía, pero... de alguna forma ver que su relación no era del todo buena, hacía que sintiera que entre ellos había una barrera llena de espinas como una advertencia, afortunadamente no era como lo esperaba.

En cuanto Jinyoung se alejo de Jimin, pude ver como mi amante se aproximaba hacia mí, estaba sumamente tranquilo de poder verlo allí, éramos solamente él y yo ahora mismo.

—¿Te dijo algo que te pusiera incomodo? —pregunto en cuanto sus pasos se detuvieron frente a mí.

—A decir verdad... —Jimin no me miraba a los ojos, estaba concentrado acomodándose mejor la chamarra que llevaba puesta, mirando que no hubiera un desperfecto sobre sus ropas—, tu hermano es agradable.

Cuando dije aquello él levanto la mirada.

—Es bueno saberlo —me dedico una sonrisa—, Jinyoung no suele decir mucho, pero es alguien que se gana a las personas con facilidad.

Soltó un resoplido.

—Ahora —sus ojos centellearon como dos luceros en el cielo—, no quería hacerte algo, gatito —menciono en voz baja, pero era suficientemente audible para mí—, pero he visto que tus acciones fueron hechas adrede.

Sonreí ladino, me gustaba como su tono de voz cambiaba a uno más ronco cada que recordaba la razón por la que se había enojado conmigo, su mirada fiera, como la de un tigre al acecho, seguía sobre mí, como no queriendo dejar ir a su presa.

—¿Qué planeas, amo? —su respiración era apacible pero profunda, y la seriedad en su rostro me demostraba totalmente que no estaba para nada impresionado con mi respuesta—. ¿Castigarme?

Relamió sus labios, saboreando en su boca la exquisites de la palabra, como si se tratase de su postre favorito, joder, no estaba seguro de lo que su macabra mente estaba planeando para mí, pero definitivamente sería algo que inclusive sería capaz de disfrutar junto a él.

No sabía con exactitud lo que me pasaba, pero me estaba gustando demasiado, desde el primer beso que me robo, me sentí en el paraíso y a pesar de que mi conciencia me traicionaba diciéndome en cada momento posible que lo que estaba haciendo o pensando estaba mal, no podía dejar de querer más y más de este hombre frente a mí, era inevitable, Jimin era la fruta prohibida en mi sendero por la vida, e ignorarlo, no era una opción, no una que pudiera tener, de sólo pensar en que podía ignorar todo lo que me pidió, me hacía sentir como un tonto arrepentido.

No puedo... no puedo hacerlo, negarme a él, no estaba en mis decisiones, ni siquiera en las más precipitadas.

—Desearía tomarte aquí mismo, gatito —maldición, sonrió ladino, mostrando en parte sus dientes.

—Pensé que te gustaba más la privacidad —dije sin pensarlo mucho.

—Quizás un poco de publico te ayudará a aprender a obedecerme cuando te lo ordeno —dejo de mirarme, hizo su cabeza hacia un lado, sin dejar de sonreírme y mirarme a los ojos, sus ojos brillaban en un deseo interno que juro por todo lo que hay en el universo que estoy seguro pensaba lo mismo que yo—, mereces una reprimenda, gatito.

—Entonces dámela, amo —mi cuerpo se siente como gelatina, y maldita sea, me encanta cada una de las sensaciones que me hace sentir este hombre.

Los ojos de Jimin viajan de un lado a otro, mirando por breves segundos a las otras mesas en el restaurante, quizás esperando que ninguno de los ejecutivos de la empresa estén presentes, o también para verificar que nadie nos este poniendo atención, cuando termina de analizar los alrededores, no tarda mucho en regresar su vista a mí.

—Sube a la habitación, entrarás a la mía —dijo con voz severa.

—¿Qué hay de malo con la mía? —pregunte, después de todo, estábamos en habitaciones separadas, pero eran prácticamente idénticas, no veía porque entrar a la suya cuando podíamos utilizar cualquiera de las dos.

—Porque yo tengo los juguetes, gatito —sentí mi garganta cerrarse al escuchar sus palabras.

No lo esperaba, definitivamente no esperaba nada de eso.

Pero de algún modo, tenía sentido, a mi mente llegó en recuerdo del aeropuerto, pues no habían revisado nuestras maletas, Jimin tenía una fuerte influencia en muchos lugares, y el aeropuerto era uno de esos lugares, pues parecía que las normas no aplicaban para él.

—Ahora, quiero que subas a la habitación, mi habitación —volvió a repetir—, sin quejas, te daré la tarjeta para que entres, no cerrarás la puerta, quiero que solamente estés utilizando una de mis camisas puesta, sin ropa interior, ¿entendido? —su voz era suave, pero demandante.

En sus ojos podía ver claramente que no quería que pudiera objeción alguna por su petición, y no estaba dispuesto a hacerlo, no ahora, y mucho menos porque lo había hecho enojar, y si no obedecía, estaba seguro de que él sería capaz de darme un castigo peor.

—Sí, amo —dije para después recibir un asentimiento de su parte.

—No tardaré en subir —menciono Jimin, llevo su mano derecha al bolsillo de su pantalón, y de inmediato del mismo, saco una de las tarjetas que daban en aquel hotel como llaves, la extendió frente a mí—, haz lo que te he dicho.

Di un asentimiento y tome la tarjeta, pero en lugar de que él la soltase, me hizo tirar de ella para sacarla de su mano, pero no lo logré, levante la mirada encontrándome con esos ojos llenos de lujuria frente a mí.

—¿No piensas responder adecuadamente a tu amo?

—Perdón, amo... —debía acostumbrarme.

¡Maldita sea, Min Yoongi! Me regañe a mí mismo, este no era un buen momento para ganarse un castigo más certero, pero parecía que inclusive mi cuerpo estaba deseoso de ver si acaso Jimin es capaz de llegar más lejos con sus propios métodos de dolor, no dudo que lo sea, pero quiero experimentarlo por mi cuenta, ¡pero no ahora! Y estaba cometiendo pequeños errores que seguramente me costarían caros en pocos minutos.

—Bien, gatito —me dijo, miro el reloj que tenía en su muñeca derecha—, te doy exactamente siete minutos para que hagas todo lo que te ordene, si no estás listo después de esos siete minutos, tu castigo será peor, ¿entendido?

—S-sí, amo —pensar en lo que este hombre podía hacerme me daba escalofríos, he puesto al limite su paciencia solamente una vez, y había recibido azotes con un maldito cinturón.

Ahora que él tenía completo acceso a mí, gracias a ese bendito contrato, podía hacerme lo que se le antojase en cualquier momento, y durante un par de meses, dos malditos meses en los que él podría tenerme dominado por completo, dos meses en los que me vería sumiso ante él, dos meses en los que me demostraría el placer y el dolor como uno sólo, y en esos dos meses, todo podía pasar, desde castigos por mi falta de disciplina, hasta noches llenas de deseo y placer mutuo, maldita sea, de sólo pensar en todo lo que podría pasar entre nosotros, hacía que mis piernas temblasen, estaba atemorizado, pero a la vez, sentía tanta curiosidad que me mataba por dentro.

Nunca pensé que llegaría a conocer a Jimin de este modo, ni siquiera que pudiera llegar a tener una relación como está, pero me encontraba fascinado con este hombre, y disfrutaría de él hasta más no poder.

Tied To Your Orders ||JimSu||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora