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Doblar las piernas no era lo doloroso en aquel momento, lo doloroso era tener que soportar el terrible ardor de los azotes cada que me doblaba un poco más, para acomodarme mejor y sentarme sobre mis piernas, apretaba los dientes con fuerza cada que sentía como me quemaba la piel con el esfuerzo que hacía al colocarme en aquella posición, y demonios no quería volver a sentir este dolor nunca más en mi maldita vida. Casi suelto un quejido cuando mis glúteos tocaron parte de mis piernas, el ardor parecía no querer irse por el momento, pero había logrado hacer lo que me dijo, en cuanto quedé sentado sobre mis piernas, no dude en llevar mis manos detrás de mi espalda como lo había ordenado, no lo vi, no quería.

Me sentía molesto por lo que me hizo, aunque sabía que me lo había ganado bien, después de todo, me había quedado embelesado en aquel otro chico y también estaba el hecho de que no acate sus ordenes sabiendo que él me daría un castigo peor, debía pensar más mis acciones, las consecuencias son espantosas, aunque debo admitir que esto me esta gustando un poco, pero eso jamás se lo diré a él.

—Muy bien, gatito —escuche su voz, áspera y casi en un ronroneo—, veo que estás entendiendo, me agrada que lo hagas.

Sentí como una de sus manos tomo mis delgadas muñecas para así acercar mis manos hacia él, junto mis palmas una contra la otra, y cuando menos me lo espere, sentí como la textura rasposa de la cuerda de cáñamo pasaba por mis muñecas, con cuidado, sentí como comenzaba a enlazar mis manos, anudándolas con aquella cuerda, primero pude percibir que me ataba las manos con un nudo, para después ir pasando el lazo por el espacio que dejaban mis palmas juntas, haciendo un infinito una y otra vez, para después sentir como volvía a hacer un nudo más y volvía a dejar caer mis manos.

—¿Está apretado? —pregunto.

—Un poco, amo —y era verdad, intente separar mis muñecas, pero no podía, el nudo estaba bien hecho, maldita sea, solté un resoplido largo por la nariz, no sabía que me haría.

—Perfecto —escuche que hablo y entonces decidí verlo.

Jimin se encamino hacia la cama y sin prestarme la más mínima atención, se subió a esta misma para quedar sentado en la cama, recargando su espalda en la almohada que se encontraba en medio hasta el frente, justo en el respaldo, trague en seco, me miro a los ojos y fue cuando yo deje de verlo.

—Colócate a horcajadas encima de mí, no olvides abrir bien esas piernas, gatito —mi lengua se empujo contra mis dientes, demonios.

Volví a mirarlo, pero no vi su rostro, sólo su regazo, el ardor seguía en mi retaguardia, y para colmo el maldito me había atado las manos detrás de la espalda y el nudo era levemente apretado, casi como si no quisiera que me desatará por ningún motivo, era obvio que eso es lo que quería.

Con esfuerzo, me arrastre hasta llegar a su cuerpo, la cama y las malditas sabanas no me ayudaban para nada en mi intento de caminar de rodillas hacia su dirección, pero lo había logrado y eso era lo importante, cuando por fin estuve cerca de su cuerpo, no dude en pasar mi pierna derecha del otro lado para quedar después sentado sobre su regazo, en cuanto lo hice, él acerco su cuerpo para quedar frente a frente, su pecho chocó con el mío, él todavía tenía la ropa puesta, no sé lo que estaba planeando, pero definitivamente estaba ansioso por saberlo, sus ojos marrones conectaron con los míos, había un brillo de diversión en su mirada, le estaba gustando todo aquello, le gustaba verme tan sumiso a sus órdenes, le gustaba que no le respondiera de forma tajante, le gustaba que me comportase tan débil ante él, le encanta verme de este modo.

—Muy bien, encanto —dijo para después regalarme una pequeña sonrisa ladina, me abrazo con su brazo izquierdo por la cintura, y me hizo aproximarme más hacia él, pero no sin antes levantarme un poco de su regazo—, ahora —ese brillo intenso no dejaba sus ojos, ¿qué es lo que haría ahora? Trague saliva, y entonces él levanto su mano derecha, mis ojos no dudaron en mirar hacia su mano, y entonces vi aquel objeto entre sus dedos, aquella cosa que parecía un dildo, soltó una suave risa llamando de nuevo mi atención—, abre bien esas piernas, gatito.

Tied To Your Orders ||JimSu||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora