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Joder, joder, y más joder.

Ni siquiera pude pegar los parpados, prácticamente estaba a media noche con los ojos abiertos como platos mientras miraba la oscuridad rodeándome, y ni siquiera pude mantenerme dormido, escuchaba el segundero de mi reloj caminar marcando los minutos que se iban convirtiendo poco a poco en horas y mis ojos parecían querer seguir presenciando la oscuridad de mi habitación, una mala idea cuando sabes que tienes que levantarte temprano para darte una ducha y escoger el mejor de los trajes para llevarlo puesto en el trabajo.

Después de aquella llamada que había recibido con enorme gusto y sorpresa, mi hermana no dudo en informarle a nuestra madre que tenía un empleo, celebramos en la cafetería durante casi tres horas seguidas después de cerrarla, debo decir que mi madre es una experta cuando se trata de un buen martini con sabor a café expreso, y a pesar de que no quería irme temprano lo hice, debí quedarme otros minutos, quizás el alcohol me hubiese ayudado inclusive a dormir mucho más, pero no pude.

En fin, dormir es importante, y tal vez lo haga después del trabajo, evitaré cenar fuerte, aunque me de mucha hambre después de las ocho, relamí mis labios, mis mejillas y la punta de mi nariz se sienten frías debido a todo el viento frio que ha estado golpeando con insistencia mi rostro durante todo el trayecto al trabajo, mi madre seguramente me hubiese regañado por no haber tomado el autobús correcto, pero estaba con prisas, y el horario no coincidía, tendré que tomar otro medio de transporte inclusive para este empleo, es totalmente ridículo.

Solté un resoplido al ver el edificio de la empresa, de nuevo estoy aquí, de nuevo tendré que ingresar a esa enorme edificación, por unos breves instantes aquella sonrisa de mi ahora jefe se apareció en un parpadeo, sacudí mi cabeza, ¿en qué estaba pensando? No, él debía estar fuera de mis pensamientos, debo olvidarlo, aunque quizás lo recuerde si es que hago algo que a él no le guste en lo absoluto.

Entre al edificio, encontrándome con la recepcionista, quien me dedico una sonrisa, seguramente ya varios por aquí se han enterado de que tengo el empleo, demonios, quiero vomitar, camino en dirección al elevador, debo darme prisa, estoy a tiempo, antes de las nueve como me habían dicho en la llamada, sacudí mis manos para así poder quitarme de encima la ansiedad que estaba pasando demasiado tiempo en mi cuerpo, y cuando estuve frente al elevador, oprimí el botón para llamarlo, mordí mi labio inferior mientras daba pequeños puntapiés al suelo, demonios, apresúrate maldito aparato.

—Llegas tarde —casi salto en mi sitio al escuchar aquella voz, mire de soslayo a mi derecha, zapatos perfectamente lustrados, un reloj en su muñeca y un traje completamente negro—, ¿acaso la recepcionista no te menciono la hora?

Levante mi mirada y esta vez observé su rostro, seguía mirando las puertas metálicas corredizas del elevador, no me miraba, fruncí el ceño al percatarme de la pregunta que me había hecho, ¿está demente?

—Llegue a tiempo —mencione, estaba a tiempo, no he llegado tarde, ¿qué carajos le pasa a esté sujeto?

—Te equivocas —llevo su mano a su rostro, miraba el reloj en su muñeca—, exactamente son las ocho con veinte minutos —soltó un suspiro—, específicamente le dije a la recepcionista que vinieras a las ocho y media.

—Ella dijo antes de las nueve.

—Y tú debes de saber que antes de las nueve es media hora antes —y esta vez me miro, su rostro a comparación con nuestro encuentro anterior en el elevador, se veía serio, apretaba la mandíbula mientras me miraba con seriedad, su afilada mirada me decía que algo le estaba molestando además de la hora a la que había llegado, diez minutos antes, esté hombre está loco—. Deja de fruncir el ceño, te ves mal.

Rodé los ojos ante su comentario y dejé de mirarlo.

—Parece que tendré que tratar con un grosero —fruncí de nuevo el ceño y sin querer voltee mi rostro hacia él—, te he dicho que dejes de fruncir el ceño.

—¿Por qué le debes de tomar tanta importancia a mi ceño fruncido? —está bien, creo que había sido una mala idea haber hecho aquella pregunta, pues pude notar como casi quería rechinar los dientes ante mi pregunta, estaba a punto de decirme algo cuando las puertas del elevador se abrieron ante nosotros.

—Señor Park, buenos días —esas fueron las palabras de un hombre que salía del elevador, y esas fueron las mismas palabras que escuche de una chica de igual forma, y de una mujer de mediana edad, esos tres no dudaron ni un solo segundo en apresurarse a salir del elevador para que entráramos.

Estaba a punto de caminar para entrar, pero aquel idiota me tomo por la muñeca.

—¿Qué? —pregunte, me estaba irritando en mi primer día, con este tipo odioso al que tenía que obedecer.

—Hay ciertas reglas que debes aprender a seguir —comento—, primero, cada que me veas cerca del elevador, tendrás que esperar a que suba primero —iba a protestar, pero no me dejo—, también, no dejo que nadie aparte de mí esté dentro del elevador, no me gusta perder el tiempo esperando a que los demás quieran estar en el piso en que trabajan.

—¿Algo más? —quería que soltase mi muñeca la estaba apretando con un poco de fuerza.

—Tienes suerte de que te deje estar conmigo dentro del elevador, solamente lo hago para hablar contigo de la capacitación, ¿bien? —y me soltó—. Ahora entra, el tiempo es oro.

Maldito, quiero golpearlo, joder.

Cuando por fin estuvimos dentro del elevador, las puertas se cerraron, y yo no me sentía nada tranquilo, oprimí el botón que me indico, el décimo piso, ¿a dónde carajos me llevaría? Coloque mis manos detrás de mi espalda para mantener mi compostura y mi mirada solamente estaba concentrada en ver el tablero de botones iluminados frente a mí, no quería verlo a él, ni que él me prestase atención, aunque no sé si estoy logrando hacer que ese tonto no me preste atención.

—Para ser un grosero, eres bueno obedeciendo —comento, no respondí, parece que quiere sacar conversación, pero ni crea que será tan fácil—, apuesto a que eres muy obediente en otros aspectos.

Trague grueso al escuchar eso, mire de soslayo, él estaba analizándome, me miraba con esos ojos hambrientos, en verdad muy hambrientos, no entendía la razón, y la conversación que había tenido con mi hermana pasaba por mi cabeza una y otra vez, ¿él estará interesado en mí? No es ridículo, no puedo estar pensando en esas cosas, no puede haber algo entre nosotros más que el trabajo.

—Dime, ¿lo eres? —y allí estaba una pregunta, sé que se refiere a su comentario, sé defenderme, pero, de todas formas, el nerviosismo seguía presente en mi cuerpo.

—D-de que aspectos hablas —dos errores, había tartamudeado, y ni siquiera mi pregunta se escuchaba como una pregunta, soy un completo idiota.

Claramente vi desde el reflejo borroso de las puertas del elevador como él acortaba la poca distancia que nos separaba para luego estirar su mano y frotar sus dedos en mi nuca, mi cuerpo se paralizo al sentir su tacto en mi piel, sus dedos rozando aquella zona que lograba hacerme sentir un cosquilleo, mis ojos y mis labios se abrieron ante la sorpresa de aquella cercanía, su respiración estaba sobre mi cuello, y después pude escucharla más cerca, sus labios estaban casi pegados por completo en mi oreja.

—¿En verdad quieres saberlo? —susurro, su voz era ronca, me sentí completamente intimidado, mis piernas parecían querer flaquear, quería empujarlo, apartarlo por completo de mí, pero mi cuerpo no respondía.

Y entonces el elevador dejo ver el décimo piso.

—Camina, no tenemos todo el día —ni siquiera me percate en el momento en que se apartó de mí.

Demonios, ¿qué carajos era lo que ese Park Jimin quería de mí?

Tied To Your Orders ||JimSu||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora