Prólogo

3.1K 160 7
                                    

Desde pequeño he considerado que cada cosa, cada momento y cada persona son especiales, por lo que debemos aprovechar cada instante ya que nunca sabemos si algo malo podría suceder. Sin embargo, también solía pensar que Dios era justo y que siempre nos querría ver felices, hasta que Él se lo llevó todo. Las personas que amaba, mi felicidad, mis ganas de vivir, dejándome aquí solo en compañía de la oscuridad, de la amargura y la añoranza.

Mi padre nos abandonó cuando solo tenía ocho. Mi héroe, mi amigo o eso era hasta que después de darle una horrible paliza a mi madre y a mí, se haya ido con el auto y no haya regresado jamás. A pesar de que fue muy difícil para mi madre en un inicio, se las arregló para seguir pagando las cuentas.

Sin embargo, nunca olvidaré el sonido de mi madre sollozando todas las noches y sin importar que una puerta nos separara, sentía que estaba con ella y no podía hacer nada para arreglarlo. ¡Joder! No soportaba que ella estuviese pasando por eso y menos sufriendo por un imbécil que no solo no la amaba, sino que se sobrepasó.

Fue difícil, pero después de unos años todo era perfecto (cada uno tiene su propia definición) para nosotros. Estaba a punto de terminar la secundaria en Manchester y la noticia más importante para mi futuro había llegado en una carta anunciando una beca para Liverpool John Moores University, todo estaba preparado para que en febrero empezara a estudiar medicina. Las cosas estaban saliendo bien hasta que luego, todo se derrumbó.

En una tarde de invierno, mientras estaba en mi apartamento estudiando, mi madre tuvo una recaída. No tenía ni la menor idea de qué estaba sucediendo, ella siempre había sido una mujer muy saludable. Y lo que menos me esperaba que saliera de los labios del doctor, después de tomar lo más rápido que pude mi motocicleta y conducir 56 km, era que le habían detectado leucemia. Y una ya muy avanzada. No podía dejar de preguntarme cómo es que no lo había visto venir antes.

Después de unas semanas, mi madre conoció a Dios y empezó a ir a la iglesia, yo la acompañaba cada vez que iba a visitarla. Sin embargo, comenzó a salir muy costoso, por lo que logré hacer unos trámites y tomar un semestre en línea con el fin de poder acompañarla y estar a su lado.

Los últimos días fueron muy felices para ella, solía decirme todo el tiempo lo mucho que disfrutaba de la iglesia y cuánto amaba a Dios.

En ese entonces, no me consideraba un creyente, pero si me interesaban los sermones del pastor y cuán feliz hacían a mi madre. Pero la felicidad es efímera, dolorosamente efímera.

Estaba en el supermercado cuando me llamaron del hospital para decirme que mi madre había fallecido, lo hizo sin ningún dolor, se supone que eso debería aliviar el mío, pero ¡maldición! No sucedió.

Admití que no era creyente, pero las últimas noches oraba por la sanidad de mi madre, esperando que ese gran Dios o lo que fuera, la ayudara.

Pero no fue así.

Me la arrebató cuando todo iba bien, no le importó lo mucho que ella lo amaba. Dejó que se fuera y eso jamás se lo iba a perdonar. 



***********************************************************************************************

Hola, lector. Esta es nuestra primera historia, queremos que sea conocida por varias personas. Esperamos que la disfruten.

Pronto estaremos actualizando, estén atentos. 

¡Tengan un feliz día!

La persona correcta en el momento perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora