Capítulo 11 | Ethan

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Me agrada estar junto a Megan. Me encanta la forma en que me siento a su lado, siendo yo mismo. Sin tener que ocultar o fingir. Me fascina y me intriga que siga estando allí para mí, después de saber lo que hago o qué tipo de chico soy.

Creo que me hace mal pasar tanto tiempo con ella. Es una adicción venenosa. Pero no es su culpa, es mía. Ella ya me ha dejado claro que solo somos amigos y yo me sigo ilusionando. Pero es inevitable, ella es radiante. Por eso, la otra noche, intenté acercarme a algunas chicas, retomar unos hábitos solo por un rato, para distraerme e intentar despejar mi mente de tanto revoloteo. Todo salió mal, volví a la misma escena anterior, no podía seguir besándola porque ella aparecía en mi cabeza, no tuve, siquiera, que decir su nombre para entrar en pánico. Solo bastó con que, aún pasado de copas, únicamente ella invadía mis pensamientos. 

Una parte de mí se alegra de eso, de que sienta cosas más que solo superficiales por alguna mujer. El problema es que somos demasiado diferentes, sé que tendríamos diferentes hábitos, ella es tan distinta en cada aspecto, que chocaríamos. Incluso, puede que solo sea algún tipo de capricho o fiebre que necesita pasar un rato con Megan para disfrutar la experiencia, y en el fondo sé que no quiero dañarla de ese modo. 

Con ella tendría que ser diferente, con responsabilidades y compromiso. Además, no estoy preparado para una relación, no tengo nada que ofrecerle, nada que ella quiera. Pero, por más y más razones que tenga para alejarme de Meg de una vez por todas, sigo aferrándome y coqueteando con ella, siendo amable y buscando más tiempo que compartir a su lado. Soy un completo imbécil.

Preciosa: Yo llego allí. No te molestes en recogerme.

Yo: No seas tan modesta, princesa. 

Yo: Te recojo a las cuatro en punto. No llegues tarde ;)

Preciosa: Qué graciosito. 

Las salidas con Megan van aumentando. Y a ella no parece desagradarle, tampoco a mí. A pesar de sentirme culpable e indeciso cada vez, mando todos esos sentimientos a un lado y los ignoro. En este momento de mi vida, quiero disfrutar, ser feliz y hacer las cosas sin importarme las consecuencias, al menos por un rato. Ignoraré todas esas alarmas y el pasado. Solo por un momento.

Es la primera vez que voy a un teatro en un gran tiempo, mi madre era una fanática a las películas, le gustaban todo tipo de géneros y podía repetir un mismo filme más de diez veces seguidas. Yo, en un inicio, no lo era, pero, después de un tiempo, mi madre terminó contagiándome un poco, hasta que encontré mi propio género favorito. Cada vez que podíamos darnos el lujo de ir al teatro, lo hacíamos. Disfrutábamos de la oscuridad, el frío del lugar, cómo el sonido provenía de todos lados, y la gran pantalla en el centro. Cuando mi madre cumplía años, intentaba ahorrar y llevarla allí, no requería de mucho para disfrutar y estar alegre. 

Después de que ella se fue, intenté ir a ver una película, pero me di cuenta de que nunca me ha gustado, al menos no realmente. Solo lo hacía para pasar tiempo con ella y verla feliz. Lo mío es estar rodeado de menos gente, si es posible, nula. Pero fue idea de Megan y no voy a negarme a perder la oportunidad de pasar más tiempo a su lado y, de paso, descubrir cuál es su clase de filmes. 

Megan parece una fanática de las películas. Conoce todos los títulos y no ha dejado de hablar ni un segundo. En realidad, nunca lo hace. La sala está completamente oscura, todavía no empieza la cinta. Noto que llegamos demasiado temprano porque la gente sigue llenando el espacio, sigue haciendo ruido, sigue... ¡Quiero estar a solas con Meg! En el cine no hay mucha privacidad y eso es lo que quiero. Privacidad. Con el tiempo, solo sigo experimentando incomodidad con la multitud, los ruidos, los olores. ¡Lo detesto! No sufro de ansiedad, pero seguro que lo que siento cuando me encuentro en medio de la muchedumbre, la sensación de estar ahogado, es muy similar.  

- ¡Ya va a comenzar!- comenta Megan, animando a la película como si pudiera hacer que empezara. 

- ¿Y si vamos a caminar por el parque?- Realmente quiero salir de este lugar. Me siento cada vez más pequeño, y la pantalla aún no se enciende para distraerme un poco. No me interesa si ella quiere quedarse, yo me voy a retirar. Olvidé lo horrible que es esta sensación, no creo cambiar de opinión. 

Estoy justo por ponerme en pie.

- ¿Qué dices? ¡Está a punto de comenzar! Además, es de acción. ¡Seguro va a estar genial!- reclama mientras hace una expresión realmente tierna, tomando sutilmente mi antebrazo, incitando a que me quede. 

- Está bien.

- ¡Sííí!

No puedo negarme si me lo pide de esa manera, por lo que decido centrarme en algo y olvidar toda la masa de gente que nos rodea. Por lo menos, cuando todo comienza, se vuelve más silencioso. 

Supongo que el filme estuvo bueno, basándome en los elogios de Megan y la rememoración de escenas que no recuerdo haber visto. Realmente no lo puedo asegurar, ya que mi película se basó en unos ojos cafés, una cabellera castaña y unos labios rojos. 

- Estuvo genial, ¿no crees?

- Seguro.

     ********************

Megan me está contando cómo conoció a Tate, salen y salen palabras de sus labios. Considero que es la persona más charladora que he conocido. Pero, a pesar de su historia, yo solo puedo concentrarme en lo que pide mi cuerpo. Quiero tocarla. 

Necesito tocarla.

Mientras admira los hermosos árboles que nos rodean, pienso en cómo podría hacerlo solo un poco, para sentir ese pequeño toque de nuestra piel, junto con la electricidad que lo acompaña. Me acerco más en su dirección y rozo "accidentalmente" su mano.

- ¡Disculpa! Fue... el viento.

- Claro, el viento.


Hoy el cielo está realmente azul. Es hermoso, y nostálgico, al mismo tiempo. Los árboles contrastan con un verde profundo, balanceándose lentamente, mientras disfrutan el canto del viento. Meg dice que están alabando a su creador, agrega que, todos los seres vivos deberían hacerlo. Cuando lo dice, sus ojos me suplican con fuerza. Pero rápidamente aparto mi mirada. 

- Y ahora somos inseparables- Termina su historia, abriendo los brazos, como si acabara de hacer un gran descubrimiento.

- Vaya, qué interesante.

- Lo dices como si no lo creyeras realmente.

- ¡Lo es! Es que siento un poco de envidia de que tengas una amistad tan larga. Además, tienes demasiados amigos. 

- Es magnífico. Pero recuerda que, es más importante la calidad y no la cantidad- me aclara, dando más pasos que, desde cierta perspectiva, parecen pequeños saltos alegres.

- Lo siento, he sido muy egoísta. Debería alegrarme por ti. 

- No te preocupes, sé que tú también los tienes. 

En realidad, no tengo demasiados amigos. Jordan y Meg son los únicos, pero son especiales. Uno por su antigüedad y fidelidad a mí, y la otra por su amabilidad y fe, pero sigo sin comprender qué es lo que ve en mí. En algunas ocasiones, realmente deseo verme como ella lo hace, seguro que así todo sería diferente. 

Por el momento, no pienso hacer más amistades, no quiero tener compromisos con nadie y menos fingir que disfruto su compañía.

- Ha llegado sana y salva, princesa. Debería recompensar a su caballero.

- Supongo que lo merece- Se acerca un paso, levanta la cabeza y me da un beso en la mejilla-. Debería ser suficiente.

- Más que suficiente. Nos vemos, preciosa.

- Vuelve con cuidado, Ethan. 

Le regalo un guiño y emprendo mi camino hacia el apartamento. 

Esperaba algo más, pero me conformo con ese beso. Vamos paso por paso. Primero un beso en la mejilla, después un toque de labios, y por último... ¡¿Por qué demonios me estoy ilusionando?!
 
Megan, enamórate de mí. 

La persona correcta en el momento perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora