Capítulo 2 | Megan

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- Amén y Amén- Termino mi oración y salgo de la habitación.

Cuando hablo con el Señor me siento renovada, porque cada vez que estoy decaída o que mis cargas son muy pesadas, sólo se requiere de una charla con Él y todo volverá a estar bien.

Siempre he conocido de Dios, mis padres son pastores y he sido criada en sus caminos desde que tengo memoria. Sin embargo, esa no es la razón del porqué creo en Él, yo misma tomé la decisión de amarlo y seguirlo desde lo profundo de mi corazón. Él cambió mi vida, me ha transformado a cada paso, y nunca se ha apartado de mi lado, así que espero seguir los pasos de mis padres y poder ayudar a que más personas puedan conocer de Él.

De hecho, mi primer llamado, si así puedo llamarlo, fue a mi mejor amiga. Mi linda Tate.

La conocí cuando ella tenía once. Era el primer día de escuela, pero se veía muy decaída allí, pensando en algo que la traía realmente distraída, entonces decidí que ayudaría a que fuera feliz. No estoy segura de dónde salió el impulso, pero sentí que ella me llamaba, aunque no literalmente. Ha salido bastante bien, a pesar del percance que tuvo a sus quince. Gracias a Dios, ella ha logrado salir adelante, convirtiéndose en la chica más fuerte que conozco.

- ¿Sí? Mi bebita, ¿ahora qué es?- respondo a la persona detrás de la línea, sabiendo exactamente la razón de su llamada.

- ¿Sabes? Primero que todo, no me llames "bebita", no debes aprovecharte de los dos años que me sacas. Además, no sé si lo recuerdas, pero acabé de sacar mi licencia y estaba esperando por las grandes felicitaciones de mi supuesta mejor amiga- ¿Cómo no llamarla bebita, si es la persona más tierna que he conocido? Aunque aquí hablamos de su actitud, porque a la vez, también es la chica más hermosa que existe.

Me acerco a mi escritorio y tomo el bolígrafo ubicado sobre el libro que comencé a leer anoche, para comenzar a girarlo sobre mis dedos. Me tiene bastante atrapada la historia, las primeras páginas hablan sobre una chica que ocasionó algo en su hogar y la hace huir a un lugar muy lejano, en este caso, Alaska. Allí conoce a un chico bastante, con mayúsculas, cerrado y frío, por el momento, ella sólo ha intentado hablarle sin ningún buen resultado.

Alejo el libro de mis pensamientos y vuelvo a centrarme en mi conversación con Tate.

- Sabes que te amo y estaba justo por llamarte- le dije siguiéndole el juego.

- Eres tan mala- Puedo asegurar que hace un puchero al otro lado de la línea-. Espero me lo compenses pronto, tal vez mañana después de la reunión.

- Claro que sí, ni siquiera lo dudes. Por cierto, sobre el lindo chico que viste el otro día...- Quiero continuar, pero me interrumpe de inmediato.

- No importa, no lo he vuelto a ver. Además, no es como si lo fuera, hasta mañana, Meg. Te amo- me dice tan rápido que no alcanzo a responder.

Sé que los chicos siempre han sido un tema complicado con ella. Lo han sido desde ese día, así que, obviamente, me invadió la curiosidad cuando, por accidente, mencionó que un chico logró captar su atención. No es que los chicos no le parezcan guapos, sólo que evita el tema y no hablará de ellos como la mayoría de chicas de nuestra edad lo haría. Mucho menos ir a hablarle o acercarse, simplemente lo evade.

- ¡Meg, baja ahora mismo, tenemos que hablar!- La voz de mi madre interrumpe mis pensamientos. Así que salgo de mi habitación y me asomo por las escaleras.

- Dime, mamá, ¿qué ocurre?- Bajo por los peldaños y me encuentro con una mirada relajada, por lo que, supongo, no debe ser algo grave. Avanzo y me ubico junto a ellos en el comedor.

La persona correcta en el momento perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora