Capítulo 51 | Ethan

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- ¿Qué te tiene distraído, chico?

Llevo dos días siendo el novio oficial de Tate. Quiero invitarla a nuestra primera cita, pero no se me ocurre cuál podría ser el lugar indicado, y no cuento con un muy buen presupuesto. No tengo muchos ahorros previos y no he recibido mi primera paga, ya que apenas cumpliré dos semanas en el hospital. Espero empezar a ganar mejor pronto, así podría llevarla a cenas románticas como Jordan hace con Bree.

¡Carajo!

Terminé dándome con el martillo en el dedo, en vez de la puntilla. La señora Bennet adquirió una nueva pintura y yo me ofrecí para colgarla, pero, según parece, no estoy haciendo un muy buen trabajo en ello.

Siempre termino aquí, en donde está mi vecina. Ya sea porque ella necesita un favor, o yo a alguien que me escuche. Es relajante pasar tiempo con ella.

- ¿Por qué no la llevas a tu apartamento y comen algo que a ella le guste? No tiene que ser grande y costoso para que a ella le agrade, muchacho.

La señora Bennet tiene razón. Después de terminar con la pintura, tomamos un té en la sala, mientras le contaba que me estoy quedando sin ideas acerca de la cita con Tate. Puedo hacer algo sencillo, tal vez podría pedir una pizza y luego, algún postre, probablemente, helado. Aún no sé cuál es su sabor favorito, por lo que tendré que improvisar y, quizás, intentar adivinarlo. La primera vez que almorzamos con una pizza, estaban todos los chicos de la banda. Fue una de esas veces, en las que ella me pedía que me uniera a ellos para comer. No olvidaré lo deliciosa que hizo ver la pizza Tate, con solo darle un vistazo. Nunca había probado la que tiene piña, pero, al ver cómo la disfrutó, quise probarla alguna vez. Ese día también noté que, cuando ella está realmente concentrada a la hora de merendar, hace una especie de mueca con sus labios cuando mastica, como si hiciera un puchero al morder, se ve realmente tierna.

Quiero poder hacerla siempre feliz, verla sonreír y disfrutar. Presenciar cómo arruga su nariz cuando algo la molesta, cómo juega con su cabello y sus manos al estar nerviosa, cómo, al estar distraída, toma su labio inferior con los dientes y se pierde en medio del espacio. Cómo esa mirada profunda y llena de amor, cuando me observa, altera mi mundo y, sobre todo, cómo sonríe, brillando y contagiando a los demás con su alegría.

Cuando atendí a mi primer paciente, fue genial. A pesar de no querer admitirlo, en un principio, me sentí bastante nervioso y a la expectativa, incluso pude percibir cómo mi pierna se movía de arriba a abajo inconscientemente. No fue hasta el primer instante en que él entró al consultorio, que todo comenzó a fluir con normalidad. Fue tal y como siempre lo esperé, sentí que había estado haciéndolo toda la vida, además, es algo que me fluye fácilmente. Claro, también tuve momentos en los que Steven tuvo que acudir en mi ayuda, pero solo con pequeños detalles que espero perfeccionar y no volver a requerir de asistencia.

Esa tarde, durante la hora de almuerzo, le mandé un mensaje de texto a Tate, diciéndole que esa noche la recogería para llevarla a nuestra primera cita. No pasó un solo segundo desde que mandara el mensaje, para ver a Steven acercarse a la mesa donde me encontraba y sentarse en la silla que queda justo enfrente de mí. Por supuesto debió ver mi mensaje cuando pasó por detrás, ya que comenzó a preguntarme sobre mi novia y cuánto llevábamos juntos. Sé que él sería el más cercano aquí en el trabajo, pero, en el momento de conocernos, no noté qué sería del tipo hablador. Podría decir que pasó el tiempo que todavía nos quedaba del descanso, para darme "consejos" con las chicas, ya que, según él, ha tenido varias experiencias no muy agradables que lo han ayudado a comprender distintas cosas acerca de las mujeres.

Durante el tiempo que tardé caminando al trabajo de Tate, estaba grabando un audio a Jordan. Me había mandado varios mensajes, en los que me comentaba que tuvo una pequeña discusión con Bree y necesitaba consejo acerca de cómo manejar la situación. No tengo ni una pequeña idea de por qué consideró que yo sabría cómo actuar respecto a eso, sin embargo, analicé la situación lo mejor que pude y le comenté lo que yo haría en su lugar. No fue nada grave, llegaron a un malentendido y ninguno pudo pedir disculpas, estoy seguro que si Jordan se acerca a ella y pide perdón, haciéndole saber cómo se siente, Bree haría lo mismo.

Realmente necesito un auto. Cada vez debo recorrer distancias más largas, y el frío no ayuda demasiado, por suerte, manejar es como montar bicicleta, nunca se olvida. Apenas nos conocimos, Jordan me enseñó a manejar. Claro, era una antigüedad y no muy sencillo de controlar, pero con él aprendí lo necesario para defenderme. Así que, Tate accedió a darme las llaves de su auto para llevarla a mi casa. Sé que ella podía manejar perfectamente hasta allí, pero de alguna manera, quiso que fuera yo el que lo hiciera.

De camino, estuve contándole acerca de mi día y mi nuevo amigo del trabajo. La pizza ya había llegado a mi casa, por lo que debía usar el microondas para mantenerla caliente. Antes de entrar, Tate me pidió unos minutos, en los cuales se dispuso a ir donde la señora Bennet y saludar, de alguna forma, han creado una bonita relación, a pesar de no verse muy seguido. Les gusta poder decirse secretos entre ellas y luego mirarme, sabiendo que jamás tendría idea.

Traidoras.

Me decidí por pedir la de piña, tenía curiosidad por su sabor y puedo arriesgarme a decir que es la favorita de Tate. En realidad, me gustó su sabor, la combinación entre dulce y salado, pero, para mí, sigue ganando la de pepperoni, eso terminó llevando a un debate sobre el sabor de la pizza y cuál es más original. No tengo claro quién lo ganó, pero estoy seguro de que ver comer a Tate se volvería un pasatiempo realmente divertido y agradable, es muy tierna y no puede dejar de hablar, parece que por cada bocado debe expulsar unas cuantas palabras si desea continuar.

- Eres una bebé.

Me mira como si le hubiera herido el orgullo, pero su mirada cambia por una tímida, al instante en que me acerco para poder quitar, con mi dedo, un poco de helado que llevaba unos segundos en la comisura de su boca. Noto el movimiento de su garganta, pasando saliva lentamente.

- N-no lo soy, solo es difícil comer helado.

La miro atentamente con una sonrisa y vuelvo a mi puesto, para después probar el poco helado que quedó en mi pulgar. Definitivamente es mejor la vainilla, el chocolate es un poco fuerte y muy dulzón para mi gusto. Después de mi afirmación mental, dirigí mi mirada al frente, viendo a una Tate estática y colorada, aún teniendo la cuchara metida en su boca. Entonces comprendí lo que había hecho, realmente no lo planeé, pero parece que su fiebre empieza a ser contagiosa.

- Entonces- Aclaro mi garganta- ¿qué opinas de nuestra cita?

- Me gusta. Gracias, Ethan.

- ¿Te gustaría ver una película, antes de llevarte a tu casa?

Tate insistió en que era mi turno de elegir qué ver, así que me decidí por poner mi favorita: Star wars: Episodio III - La venganza de los Sith. Solo me bastó verla unos minutos, para amarla como cuando era chico y estaba cambiando los canales del televisor porque no podía encontrar nada interesante que ver, no puedo considerarme un fan absoluto, pero, si tengo tiempo, definitivamente lo usaría para ver alguna de las películas de la saga. No quiero juzgar, pero las primeras cintas son las mejores, después del 2005, ya no tienen el mismo efecto en mí. Había llegado al momento en que Anakin Skywalker decidió tomar el lado oscuro, tras descubrir que así podría salvar a Padmé, cuando pude sentir un peso en mi hombro y notar que Tate está profundamente dormida, con sus mejillas un poco coloradas y una ligera mueca en sus labios. Se ve tan tranquila, que resolví ponerle la manta que tenía a mi costado y continuar observando el televisor, la llevaría cuando se acabara. Ahora es definitivamente mi película favorita.

Terminé llevando a una Tate medio dormida por el pasillo, el ascensor y el auto, a veces, incluso, murmuraba cosas sin sentido, yo no podía dejar de admirarla con una gran sonrisa. Fue un viaje un poco frío de vuelta a mi casa, pero, a pesar de ello, no cambiaba mi estado de ánimo, me siento, de cierta forma, liberado por primera vez.

Veo a la señora Bennet asomada en su puerta, supongo que esperando a que regresara.

- Cuida a esta chica tuya, muchacho- Le dedico una sonrisa y un asentimiento para abrir mi puerta, luego de comprobar que ella cerrara la suya.

Mi chica. Ese pensamiento me acompañó hasta la cama, cerré mis ojos, manteniéndolo en mi cabeza. Y los abrí a la mañana siguiente, aún pensando en lo mismo. 

La persona correcta en el momento perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora