Capítulo 18 | Megan

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- Quisiera poder acompañarte- dice Tate, junto a un pequeño puchero.

- A mí también me gustaría. Pero puedes ir a verme en un mes. Prometo serte fiel hasta que vayas por mí- Nos reímos a carcajadas, luego pongo una expresión más seria en mi rostro y logro que ambas quedemos sentadas-. Pero tengo algo que confesarte, bebita.

» Me besé con Ethan la semana pasada. Pero no hablamos al respecto, porque luego le solté la bomba sobre el cáncer. Fue horrible, nunca me había mirado así. Tate, he estado muy confundida las últimas semanas. Sé que quiero mucho a Ethan, sé que, incluso, me emociono al verlo. Pero hay dos problemas. No creo que podamos tener un futuro juntos, y antes de que me empieces a gritar, no. No estoy siendo pesimista, es solo la verdad y no estoy reclamando nada. Lo segundo- No sé cómo proseguir con esto. De hecho, creo que los únicos que saben de mi historia con Liam son mis padres-, ¿recuerdas a Liam? Lo conocí cuando tenía diecisiete.

Tate frunce el ceño intentando recordar. De pronto abre los ojos- ¿El chico misionero?

- El mismo. Tal vez no lo notaste mucho al comienzo, ya que esa época fue difícil para ti. Pero nosotros tuvimos una relación muy especial.

Recuerdo cuando nos vimos por primera vez.


Me encontraba en mi último año de secundaria y él era nuevo en la ciudad. Lo vi al salir de mi casa, recostado sobre un árbol y con una mirada perdida. Su rostro no quedo demasiado en mi memoria, hasta que lo volví a ver una semana más tarde, en frente de la iglesia, causó mucha curiosidad en mí. Podía notar la indecisión en su rostro, sabía reconocerlo ya que, en muchas ocasiones, tuve la oportunidad de presenciarlo. Así que quise ayudarlo, darle un pequeño empujón. Muchas personas necesitan uno.

- Disculpa, necesito un acompañante para la actividad de hoy, ¿podrías serlo? Realmente me encuentro en apuros, además, tengo pastel de chocolate. Ganamos los dos, ¿verdad?- Veo la duda en su mirada, así como el intento de una sonrisa. Seguro piensa que soy una niña caprichosa y un tanto molesta, pero, posiblemente por esa razón, no lo pensó demasiado.

- Claro, ¿por qué no?

- Muchas gracias, no te arrepentirás.

Así comenzó todo. Nunca le pude dar el pastel, pero, por suerte, se acomodó pronto en la iglesia y terminó pidiendo que cumpliera con lo que le debía, unas semanas más tarde. Empezamos a hablar luego de las reuniones. Y, a pesar de que al comienzo me aterró un poco pasar tiempo con él ya que me llevaba cuatro años, al poco tiempo nos hicimos buenos amigos.

- Cuídate, pastelito.

- Tú también, Liam- Me brinda una sonrisa, la más hermosa de todas. Lo supe entonces, me enamoraría de él.

Fue una época genial. Después de unos meses, comenzamos a salir. Tenía oficialmente dieciocho, así que nada ni nadie nos podía detener.

La pasábamos increíble, siempre sonreía a su lado, crecí a su lado. Él fue la primera persona que traje a la iglesia (Él ya conocía de Dios, pero, literalmente, yo lo adentré a la iglesia), sin contar a Tate. Fue mi primer chico. Mi primera cita. Mi primer beso. Liam fue mi primer amor.

Desde que tengo memoria, las películas, los libros, y el romance, han sido una adicción para mí. Amo ver cómo los protagonistas se conocen, se convierten en buenos amigos, se dan cuenta de lo enamorados que están, y finalmente se confiesan, cerrándolo con un beso. Mi relación con Liam fue todo eso y mucho más. A pesar de ser solo una chica de dieciocho, experimenté cada cosa. Todo parecía ser una escena sacada de mi mente, la manera en que me miraba, cómo siempre buscaba ponerme su chaqueta o abrigo, evitando que pasara frío. También al esperarme, para acompañarme cada mañana con una pequeña caja de dulces o alguna golosina, estaba muy mimada. Orábamos juntos, hablábamos de Dios mientras nos tomábamos de la mano. Pero, definitivamente, lo que más me gustaba eran sus besos. Además de ser los primeros, eran realmente cálidos y dulces.

Solía creer, cuando era una pequeña niña, que los besos eran asquerosos. Cada vez que veía a mis padres besarse, me tapaba los ojos y decía algo parecido a ugh, no veía cómo pasar saliva y tocarse la boca con otra persona era un detalle interesante. No hasta que él me besó. Fue totalmente cariñoso, paciente, delicado y siempre preguntó por mi opinión. La boca de Liam no solo sabía dulce, también tenía un sabor a confianza, sabiduría, respeto y amor. Y, a pesar de que disfruté cada momento a su lado, nunca imaginé que acabaría tan pronto.

Una tarde de verano, llegó un grupo de misioneros a la iglesia. Ese día, Liam era el encargado de la enseñanza.

Sabía que estaba nervioso porque sería su primera vez. Pero él era muy bueno, realmente. No fue una sorpresa para nadie que su charla fuera tan impactante para todos, e incluso le ofrecieron un lugar en el grupo.

Liam pasó semanas sin saber qué hacer, sé que no quería dejarme, yo tampoco lo deseaba. Pero era una oportunidad enorme, era su propósito, todos lo podíamos ver. Y en momentos como aquellos, es donde se debe saber que si una pareja está destinada a estar junta, el camino y Dios hará que se vuelvan a encontrar, pero si no, simplemente tomarán caminos diferentes. Dejándolo como una linda experiencia y recuerdos.

Tuvimos una charla muy larga. Jamás olvidaré esa noche. Nos abrazamos hasta que fue la hora de que él tomara el avión. Él debía hacerlo, y yo no podía estar más orgullosa.

- Serás el mejor, Liam. Lo sé. Estoy tan orgullosa de ti. Solo no olvides que soy tu admiradora número uno, ¿vale?

- Jamás. Además, es gracias a ti, no vayas a dejar de ser entrometida- Me río en sus brazos-. Cuídate mucho, pastelito.


Hemos hablado un par de veces desde entonces. Sé que él es feliz y además de ayudar a otras personas, está haciendo lo que ama. Eso me basta.

- Él es mi primer amor, y sé que Ethan me gusta, le tengo cariño. Pero no creo que sea de esa manera. Yo solo quiero que él pueda volver a ser feliz.

Tate escucha todo.

Me abraza.

Me comprende.

Y me asegura que nos veremos pronto.

La persona correcta en el momento perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora