Capítulo 17 | Ethan

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No.

No.

No.

Esto no está pasando, no otra vez.

¡¿Cómo carajos se supone que debo aceptar esto?! No es posible, todo estaba bien. Ella estaba bien, no se notaba. Ella me sonreía, me sonreía como si todo estuviera bien.

Mentirosa.

No lo estaba.

Es imposible aceptar que todo el tiempo estuvo fingiendo a mi lado, usándome. ¿Acaso solo fui un juego para ella? ¿Por qué carajos siempre lo bueno debe terminar en mi vida? Nunca puedo estar disfrutando de algo, porque de repente me será arrebatado. Tiene que ser eso, ese Dios me odia, y yo lo aborrezco también, desea quitarme todo lo que quiero, todo lo que llego a apreciar.


No sé cuánto tiempo llevo estático en medio del parque. Pero el tiempo sigue pasando. Sé que tengo mi corazón en las manos, y que nunca podré repararlo o ponerlo nuevamente en su lugar. Las gotas de lluvia se deslizan por mi cabello, mi ropa, mi rostro. Probablemente las lágrimas ya se han mezclado con la lluvia, pero no me importa.

Realmente ya nada me importa.

¿Hace cuánto lo sabe?

¿Por qué no ha estado mejorando?

¿Acaso hay esperanza?

¿Por qué no me lo dijo?

¿Por qué siempre me miraba como si nada pasase?

¿Por qué me dio esperanzas?

¿Por qué otra vez?

Todas las preguntas y dudas se siguen formando en mi cabeza. Hago el intento de ver el rayo de luz en medio de la sombra, o la pequeña ventana dentro del cuarto oscuro, pero, tristemente no hallo una salida, y la oscuridad se vuelve a apoderar de mí.

Sigo haciendo las preguntas una y otra vez.

Nadie responde.

      ********************

Mañana se va. No he podido hablarle desde ese día. No sé cómo hacerlo, el sentimiento invade mi cuerpo y me pongo tenso. No quiero ser un cobarde, sé que aún no se ha muerto, pero, demonios, estoy harto de esto. De la vida, de saber que está enferma y no puedo hacer nada para ayudarla, de solo ser consciente de que posee una condición incurable. ¡Qué se joda todo el mundo!

Una parte de mí quiere odiarla por haberlo ocultado, por no decirme la verdad, porque, a pesar de contarle mi vida, mis preocupaciones y mis miedos, decidió ocultarlo, hacer como si nada, dejarme avanzar con una mentira que solo yo estaba creando. Pero entonces la recuerdo, la veo, y ¡maldición! No puedo hacerlo, no soy capaz.

Quiero llorar por el dolor y la amargura. Reír por la ironía de la situación, de lo patética que es mi vida. Deseo golpear algo, la rabia me está matando lentamente, desde el interior.

Sé que no puedo dejarla ir sin antes hablar con ella. A pesar de lo dolido que estoy, jamás me perdonaría si no lo hago.

Tomo las llaves y me dirijo a su lugar favorito.


Es tan fácil reconocerla. Sé que podría hacerlo siempre. Su cabellera castaña que nunca deja su forma, dándole un toque a lo corto de la misma, su tez miel que siempre brilla bajo la luz del sol, sus labios rojos y redondos que tuve la suerte de probar, y, por último, sus ojos impactantes que me hipnotizan y de los cuales no puedo apartar mi vista. Mantiene un aura que provoca acercarte y nunca volver a irte. Todas las veces que alguien se aleja de ella, termina con una sonrisa en la cara. No los culpo, yo también lo hago.

Me mira.

Sé que ella también quiere hablar conmigo. Solo espero no romperme en medio de la conversación, no quiero hacer nada raro tampoco.

- ¡Viniste! No sabía si lo harías, pero, en el fondo, realmente lo deseaba- Me regala una sonrisa brillante. Sus ojos siguen resplandeciendo y sobresaliendo como siempre. Se me encoge el estómago al pensar que en el pasado la clasificaba como una chica más, que solo necesitaba apartarla de mi camino, ahora daría mucho por pasar un día más a su lado con ella observándome así.

Entonces lo noto. Se ve cansada.

Mucho.

No me imagino lo que debió haber sufrido, el dolor que tuvo al enterarse, todos los tratamientos a los que se sometió. Sé cómo es el cáncer. Te va matando lentamente. Es como si no quisiera que lo descubrieran. Y cuando menos te lo esperas, te lo ha quitado todo.

¡Soy un maldito egoísta! No puedo creer que no haya pensado en ella, en cómo se siente. Y en cómo también la estoy lastimando. Su realidad no debe ser sencilla en este momento, atravesando tantas cosas y viendo su vida pasar delante de sus ojos.

La abrazo fuerte. Paso mis brazos alrededor de su espalda, sintiendo lo delgada que está, dejando a un lado todo mi orgullo, esperando que le pueda dar algo del poco amor o esperanza que me quedan. Su olor llena mi interior, podría reconocerlo siempre, tiene un pequeño toque a frutilla que me atrapa por completo. Sus delicadas manos están alrededor de mi cintura y puedo sentir su respiración agitada, en medio de nuestros cuerpos.

Recuerdo que en el pasado pensé que los abrazos eran inútiles e insignificantes, solo eran un saludo, como darse la mano. Pero, ahora estando así, con nuestros cuerpos pegados, sintiendo el calor compartirse, puedo decir todo lo contrario. Esto se siente más íntimo incluso que un beso, las personas que se besan por diversión nunca se abrazan o comparten algo en común, algo más privado. Son muy pocas personas con las que he compartido un abrazo y todas son especiales. Tiene significado la cercanía física, es para dar entendimiento, amor, compasión, confianza y solidaridad. Es algo reservado.

- No sabes lo mucho que te extrañé, Ethan. Fue una semana muy larga- Lo sé, para mí también lo ha sido. Las palabras se quedan atascadas en mi garganta, en mi cabeza.

La dejo hablar.

Toda mi atención está enfocada en ella y en lo que tiene para contarme. Solo me ubico en su dirección, dedicándole todo mi cuidado. Me siento fatal, hay momentos en que debo desviar la mirada para no romperme en frente suyo, para disimular las lágrimas que amenazan por salir de mis ojos, o por la mirada de lástima y dolor. No quiero mirarla así, no quiero que se sienta débil.

Me cuenta desde cómo se enteró, lo que ha pasado a lo largo de todos estos meses, lo mucho que ha aprendido y cómo se siente ahora que ya ha cumplido sus metas.

Ese pensamiento me duele, no me gusta que esté de acuerdo con la situación, no quiero que lo acepte.

Yo no lo haré. No aún.

- Lo siento, Ethan, muchísimo- No quiero que me pida disculpas. No sirven de nada, lo único que quiero es que esté bien. Quiero que viva, deseo que nada de esto suceda.

- También lo siento. Has pasado por mucho. Me comporté como un jodido egoísta.

Después de unos minutos, me regala una, cansada pero aún feliz, sonrisa. Se despide porque debe llegar a casa para poder empacar.

- Te quiero, no sé si me escuchaste o si lo creíste el otro día, pero realmente lo hago- afirma, y me da un pequeño beso en la mejilla.

- Yo también, Megan.

Nos abrazamos una vez más. Aprovecho cada segundo en que se encuentra entre mis brazos, e intento memorizar la sensación. Siento cómo trata de ocultar un pequeño sollozo. Después se aleja lentamente de mí.

Nos quedamos viendo.

No me gusta esta sensación, es como una despedida, como si esta fuera la última vez.

Y yo no pienso aceptar eso.

No lo haré.

La persona correcta en el momento perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora