Capítulo 50 | Tate

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Noté que una persona se encontraba frente a mi puerta, a pesar de la oscuridad de la noche. Pero lo que había puesto en alerta todas mis alarmas internas, no fue ese alguien que está frente a mi casa, sino porque se quedó ahí por varios minutos y no ha tocado.

¿Es un ladrón?

¿Quieren llevarme a mí?

Los peores escenarios empezaron a cruzar por mi mente, aún tengo mucho por que vivir, soy muy joven para morir, menos en mi propia casa, y en medio de la noche. Incluso es cuestionable que me encontrara fuera de mi cama y mis calientes y cómodas cobijas. Tomé más de lo normal en mi oración de hoy, me distraje un tiempo cantando y luego, no podía parar de contarle todo y agradecerle a Dios por el rumbo que está tomando mi vida. Así que decidí tomar un vaso de leche tibia, cuando pude ver una sombra frente a mi puerta a través del ventanal. Llevaba seis minutos observando ¡seis! Y no sé hace cuanto está allí.

Tengo pocas opciones, estoy debatiendo entre llamar a la policía o yo misma enfrentarlo. Ambas tienen sus desventajas, si hago la primera, puede estar la posibilidad de que sea una falsa alarma y entonces haga un escándalo por nada, por otro lado, si me encargo yo misma y resulta ser un asesino o ladrón ¡¿cómo iba a defenderme?!

Me decidí por ambas. Tengo el teléfono con el 999 marcado y listo para llamar en una mano, y en la mano derecha tengo el único elemento que pude encontrar para defenderme. Un sartén. Es uno de los mejores, según la señora Thorn. Cada paso que doy más cerca de la puerta, acelera más mi corazón, a este ritmo, en unos cuantos pasos, es posible que se saliera de mi cavidad torácica.

Solo debo enfrentarlo, ¿verdad?

Tú puedes, Tate.

Tú puedes, Tate.

Estuve a punto de tomar la manija cuando me detuve a darle un último vistazo a la persona que no me ha dejado ir a dormir tranquilamente esta noche. Entrecierro un poco mis ojos para asegurarme que no estoy imaginando cosas. ¡Dios mío! ¡Es Ethan! Toda la tensión dejó mi cuerpo, y pude volver a respirar normalmente.

¿Pero qué podía estar haciendo aquí a estas horas de la noche? Además, ¿por qué no había tocado simplemente la puerta? Agradezco haber dado un vistazo antes de abrir la puerta, no querría enfrentarme a Ethan con un sartén, dispuesto a golpearlo, y peor aún, lista para llamar a la policía. Después de dejar las cosas en el mesón, abrí la puerta y me encontré con una mirada sorprendida. Rayos, murmuré en mis adentros, olvidé que tengo una camisa llena de renos y regalos, que me llega hasta la mitad de mis muslos, y, posiblemente, no me encuentro de lo más presentable. Siento que mis mejillas se calientan y me provoca tomar una sábana y esconderme.

Cuando me crucé con esos ojos, lo recordé.

Esta última semana, Ethan me ha tratado como antes, sin embargo, ocurren silencios o miradas incómodas que me dejan ver que no estamos igual, desde eso. El beso. Mi primer beso. Aún puedo sentir cómo mi corazón comienza a acelerarse cada vez que lo recuerdo. He notado que hay momentos en los que, al hablar, mi mirada se dirige a sus labios, y me imagino cómo sería besarlo de nuevo. Nunca antes lo había sentido, ni el beso, ni el fuerte sentimiento que oprime mi pecho, me he sentido extraña desde ese día, pero es un extraño que me inquieta y me agrada a la vez.

Tengo un poco de curiosidad acerca de ese regalo que trajo a Ethan a la puerta de mi casa y que lo dejaba tan pensativo como para debatir si debía tocar o no. Después de darme cuenta del frío que hacía y la posible razón por la que su voz sonó tan suave y quebrada, lo invité a pasar a la sala, no quiero que por mi culpa muera de frío. Se ve un poco incómodo en el espacio, mirando todo a su alrededor y tal vez descifrando cuál es el siguiente paso a seguir. Ahora que lo pienso, es la primera vez que ve más que la fachada.

La persona correcta en el momento perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora