Capítulo 4 | Megan

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Estoy en la iglesia, muy emocionada. Claramente, el programa me tiene sonriendo todo el tiempo, pero la venida de él me mantiene dando saltos por todas partes.

Así es cada vez que consigo traer a alguien nuevo a la iglesia. Desde que logré convencer a Tate y ver su cambio al formar parte de la vida cristiana, me di cuenta cuánto me gustó y lo impresionante que es, así que comencé a buscar más personas que necesiten de la ayuda del Señor, acercándome a ser su amiga e invitándolos para que asistan a la iglesia. En esta ocasión, al por fin estar funcionando el proyecto, siento que es la persona perfecta para formar parte de él.

Claro, también existen las personas que deciden ignorar mi invitación o simplemente interrumpirme y no me dejan cumplir con mi labor. Me siento mal por ellos, porque yo no podría imaginar vivir sin que Él formara parte de mi vida.

- No sabía que el programa te iba a alegrar tanto- comenta mi madre con una sonrisa pintada en el rostro. Una muy grande, en realidad.

- Todo está genial. Estoy segura de que va a salir bien- le digo mientras hago una panorámica de todo el lugar.

No es la gran cosa, pero, tan pronto como lo aprobaron, logramos adaptar un salón de producción, con una gran cantidad de cajas y productos de limpieza. Requirió un tanto de esfuerzo, pero, para mí, quedó perfecto. Posee suficiente iluminación, ya que, para sorpresa de muchos, esta habitación tiene una ventana en la parte superior. Le colocamos como decoración, muchas frases emotivas e inspiradoras por toda la pared, a petición de Tate. Ese es nuestro espacio.

- Así va a ser- afirma mientras se da la vuelta, para seguir organizando los últimos detalles.

Miro a la puerta por milésima vez, esperando encontrarme con lo que llevo, o más específicamente, a quien llevo esperando por treinta minutos. Y lo veo.

Lleva una camiseta negra, pantalones ajustados y unos audífonos que combinan con toda su vestimenta.

Me mira y me regala una sonrisa un poco forzada. Le sonrío de vuelta y me acerco. Siendo sincera, tuve un poco de duda sobre que realmente viniera, pero seguía aferrándome a esa corazonada que me aseguraba que llegaría, así tardara un poco.

- ¡Ethan! Qué bueno es verte aquí- lo saludo mientras que mis brazos lo invitan a pasar. Asiente.

- Soy un chico que cumple con sus promesas. Por eso, aquí estoy parado, frente a una bella chica- me dice de forma coqueta. Me he dado cuenta que es parte de su forma de ser, por las ocasiones en que nos hemos visto. Se comporta así con todas las chicas y siempre busca esconder su personalidad con un poco de cumplidos y chistes. No sé si acierto con todo lo que pienso, pero, como he dicho antes, me gusta analizar a las personas, saber lo que pasa por su mente y qué problemas pueden estar atravesando. Ya se convirtió en una costumbre para mí.

Solo me río y le empiezo a mostrar el lugar.


Llevo veinte minutos explicando, ya que, al también formar parte del proyecto y estar relacionada a algo que me brinda conocimiento al respecto, tengo la oportunidad de liderar y explicar algunas enseñanzas, así como dirigir ciertas actividades. Mis padres y Ben opinan que ser partícipe de esa manera, me brinda más oportunidades de que los demás sientan más comodidad y facilidad conmigo y les sea más sencillo interactuar. Pero Ethan parece estar perdido en su mundo, no hay que ser un experto para notar que no está en su ambiente y que tampoco le agrada demasiado estar sentado allí, pero así siempre es al comienzo. No te sentirás cómodo con algo nuevo, solo lo harás cuando empieces a conocerlo. Además, parece solo asentir a todas las preguntas para disimular que no me presta toda su atención. Bueno, en realidad, no todas.

Cuando le pregunté sobre su familia, se tensó, entonces dejé el tema.


Su comportamiento en la iglesia ha sido el mismo en estas dos semanas, sin muchos ánimos y no prestando realmente atención, pero la buena noticia es que sigue yendo, así que tengo esperanzas en que llegará el momento en que comience a interactuar. Sé que todos tienen diferentes tiempos, y debo tener paciencia. Pero llegué a una conclusión que no me agrada bastante.

Su atención siempre está posada en mí, pero no en las palabras que salen de mi boca.

       *************

Coloco mis lentes en la mesita de noche y dejo el libro sobre mi pecho. En esta ocasión, la historia ha avanzado bastante, estoy orgullosa de que la protagonista ha logrado avanzar con el chico. A pesar de que él lo oculte, es un amor de persona en su interior. Sin embargo, sé que ambos tienen un pasado lleno de malas decisiones, errores y tormentas, pero aún no lo descubro. ¡Qué ansiedad!

El escrito se mueve al ritmo de mi respiración, arriba y abajo. Todo es tan tranquilo y silencioso. Morfeo me agarra suavemente, me mece en sus brazos, no sé cuánto tiempo transcurre, pero, de repente, escucho un sonido muy conocido, uno que oigo todos los días, uno que... ¡Es mi teléfono!

Salto de la cama rápidamente, corro lo más rápido que puedo, pero, de repente, todo lo que veo es el techo. Me duele la espalda, pero logro recomponerme mientras veo a la media traidora, riéndose de mí desde el suelo.

Consigo coger el teléfono y apagar el timbre particular, que suena todos los días desde que tengo trece, y que es ocasionado por mi persona favorita.

- ¿Sí?- pregunto agitada.

- ¡Megan! ¿Estabas corriendo? Suenas fatigada- quiso saber Tate, en tono divertido.

- ¡Claro que estaba corriendo! Acabas de interrumpir mi entrenamiento- le respondo siguiéndole el juego.

- Heyyy, no seas mala conmigo, yo no tengo la culpa de que nunca hagas ejercicio- reprocha de manera tierna, y yo me dispongo a sentarme en la cama y sobarme un poco la espalda por el golpe que me di. No es que suela quedarme dormida muy seguido, o que salga corriendo como loca cada vez que escucho mi teléfono sonar, pero sí es común que siempre termine con algún golpe en mi cuerpo. Todo el tiempo ando pensando en cualquier cosa, así que, si no me golpeo con algo, me tropiezo con otra cosa. Para cualquiera que diga que mi vida no tiene aventuras o que es aburrida, está muy equivocada porque en todo momento tengo que estar intentando no abusar demasiado de mi cuerpo y su resistencia.

- Tú eres la mala- le digo con una sonrisa que, a pesar de no estar viéndome en este momento, sé que percibe todas las expresiones que hago. Y yo también la conozco perfectamente. Hemos sido mejores amigas por 8 años-. Estaba leyendo y me quedé dormida. Era muy feliz en esos momentos, hasta que llamaste y todavía no sé el porqué.

- Quiero saber si te puedo acompañar mañana a la iglesia para el proyecto de los jóvenes. Sabes que quería ir a la inauguración, pero estuve muy ocupada.

- ¡Tate, eso no se pregunta! ¡Puedes ir cuando quieras!- Siempre es así de tierna, a pesar de todo lo que hace. Recuerdo cuando en la secundaria, trabajaba medio tiempo en diferentes lugares y, a pesar de lo cansador, no faltaba a la escuela a menos de que se tratara de algo extraoficial. Inclusive, entregaba todos los trabajos y tenía mejor promedio que yo. Puede que ella sea menor, pero hay momentos en que le digo que quiero ser como ella cuando crezca. Sí, mi comentario carece de mucho sentido común, pero es totalmente sincero. Hasta mis padres entendieron la lógica, después de explicárselos una tarde, en que los cuatro veíamos películas.

Tate es todo eso para mí, es mi mejor amiga, mi confidente, mi hermana, mi inspiración y mi alma gemela.

- Estaba segura de que me ibas a decir eso, pero igual necesitaba pedir permiso.

- Ahora, que estás totalmente invitada, voy a seguir durmiendo. Te amo.

- Te amo más- responde Tate y cuelgo.

Me acuesto nuevamente en mi cama y recuerdo que tengo la mejor amiga de todas. Pienso en todas las cosas que nos hemos prometido a lo largo de los años. Estudiar en la misma universidad, lo cual ya lo cumplimos, ir a nuestras bodas y escoger los nombres de los hijos de la otra. Aún nos queda tiempo para que eso suceda.

Pero sé que todo se cumpliría.

La persona correcta en el momento perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora