Capítulo 8 | Megan

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No puedo dejar de mirar los ojos de Ethan.

Siempre he sabido que hablan por sí mismos, pero, en este justo instante, son tan expresivos y transparentes. Parece que, en vez de ser la boca de Ethan la que me está hablando, fueran ellos.

Me cuenta cada detalle. Cómo su padre lo abandonó cuando era solo un pequeño, dejándolos solos a su madre y a él para enfrentar el mundo. Y cuando por fin todo se había alineado, su mamá sufrió una decaída, detectando el cáncer demasiado avanzado. Me contó cuánto le dolía verla sufrir, pero también cómo sus ojos brillaban cuando conoció a Dios.

Admitió que le gritó y odió a Dios, desde el momento en que su madre falleció. Diciéndome lo injusto que se sintió, porque Él no la salvó, después de todo lo que había pedido.

Sentí un pequeño nudo formándose en mi estómago. No puedo creer que Ethan la pasara tan mal, a causa de la leucemia de su mamá.

Él realmente necesita sanar. Pero agradezco, de todo corazón, su confesión de cada cosa. Todo lo que sucedió después de la muerte de su madre, cómo solía emborracharse y terminar en casas que no eran la suya. Cuando mi corazón estaba a punto de romperse, al ver a Ethan admitiendo todo esto con lágrimas en sus ojos, me confesó que ahora se siente diferente, cree que puede ser distinto, está dispuesto a perdonar y seguir adelante.

Con esa revelación, decidí que debía quedarme callada, al menos en ese momento. Porque esas palabras, acababan de terminar de romper mi corazón, pero, tal vez, a él podrían unírselo de nuevo. Me quedaría con eso.

Esa noche me hubiese gustado estar a su lado, él acababa de ser demasiado valiente. No es fácil admitir tus heridas a alguien, tus miedos, tus inseguridades o tu lado débil, a nadie le gusta verse de esa manera. Sobre todo, si te marcaron tanto, que duele cada vez que las recuerdas.

Así que estoy orgullosa, porque, aunque no llevamos tanto tiempo conociéndonos, confesó, abrió sus sentimientos hacia mí y eso ya es dar un buen paso.

Sé que, de hoy en adelante, será diferente para él, será más liviano. Porque ahora yo lo ayudaría a llevar esa carga e intentaría convencerlo de que más personas también podrían hacerlo por él.


- Me parece una falta de respeto que no asistas a las noches de jóvenes- le reclamo a Tate, que se encuentra al otro lado de la línea.

- Meg, tú sabes que me encantaría, pero las prácticas son a esa hora. No te preocupes, en menos de un año las habré terminado, por lo que seré solo de la tesis y tuya- dice soltando una carcajada. Solamente la molesto porque sé cómo disfruta hacer esto, como su opción de grado.

- Bien, lo dejaré pasar solo por el momento. Por cierto, ¿ya te decidiste acerca de formar parte de la banda?

- Sí... eso creo. He estado hablando con Karla, le dije que mañana estaría para el ensayo. Así que, probablemente, Meg, pasaremos más tiempo juntas.

- Eso me alegra, bebita, sabía que les encantarías. Creo que le caes muy bien a Karla, no me habla ni en privado. Solamente no me cambies, ¿okay? Tú eres MÍA.

- Como tú digas, dueña- Me estoy riendo junto a Tate, pero veo que me están mandando mensajes.

- Bebita, dame un segundo, voy a revisar algo.

Silencio la llamada y me dirijo a la bandeja. Desde aquella mala situación, he andado más pendiente de los mensajes. Nunca se sabe cuándo alguien te puede escribir para algo urgente.

La persona correcta en el momento perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora