Capítulo 3: Amigas

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Pov Alexa

Ha pasado una semana desde que la universidad comenzó, y tengo al ser más odioso del universo tratando de hacerme la vida imposible: Dylan Archer.

Es que me dan ganas de patearle el trasero hasta que no pueda sentarse. Lo odio, lo odio con mi alma, sobre todo cuando descubrí que forma parte de una banda, lo detesto a él, detesto la música, me da asco cada parte de su ser.

Es horario de recreo y estoy en mi lugar feliz: la biblioteca.

Es verdaderamente gigante, con innumerables libros que esperan ser leídos por mí, casi puedo oírlos llamarme desde las estanterías.

"Alexa, léeme".

Me centro en mi lectura hasta que el odioso timbre se hace presente, con un gemido lastimero me pongo de pie, ya que he estado leyendo entre los estantes y dejo el libro en su lugar.

« Volveré por ti mañana. » Pienso para dirigirme a la salida. « Clases, allá voy. »

(...)

Por fin el horario quema cerebros ha cesado y me dirigía a la salida cuando unas tres chicas estorban mi paso.

— Acompáñanos —dice una de ellas, con el cabello rubio.

Sobra decir que no iba a cumplir esa orden a las buenas, ¿cierto?

— Largo de mi camino —digo pero ellas no se mueven.

Avanzan hasta mí y toman mis hombros, creo que la curiosidad pudo más que yo, me dejo guiar hasta el patio trasero de la escuela, donde en este momento no hay nadie.

Me sueltan con brusquedad y trastabilleo.

— ¿Qué quieren? —pregunto.

— Te crees muy superior para hablarnos de esa forma, ¿verdad? —dice otra de cabello oscuro.

Ruedo los ojos.

— ¿Me trajeron aquí sólo para decirme eso?

— ¡Eres una niñata! —chilla otra de ojos verdes—. Te enseñaremos a respetar —avanzan hacia mí y me coloco en posición de defensa lista para madrearlas cuando una voz detiene la pelea que estaba a punto de comenzar.

— ¿Qué hacen? —Veo a una chica acercarse a nosotros, una que reconozco a la perfección, con su cabello negro con mechas rubias y ojos gatunos.

— ¿Eri? —menciono su nombre y en cuanto sus ojos se posan en los míos se sorprende.

— ¿Lex? —pestañea unas cuantas veces y me observa bien—. ¡Lex! —corre hacia mí y me abraza, para luego chocar puños y golpear nuestras caderas, palmeamos nuestras nucas, luego un coscorrón y por último un beso volador.

Nos volvemos a abrazar y reímos.

— ¿Erika? ¿No estabas en casa? —pregunta la de ojos verdes.

Ella voltea.

— Oh chicas, les presento a Alexa, mi mejor amiga desde la primaria.

Las tres chicas se miran con una sonrisa burlona.

— Lo sabemos —dicen las tres al tiempo.

Erika se queda analizando la situación.

— Espera...¿ustedes?... —Las señala a ellas y luego a mí para luego partirse de la risa—. ¿Están locas? Lex les hubiera dado de hostias hasta cansarse —dice entre risas—. Las he salvado de una gorda.

— Sólo queríamos darle un susto —dice la rubia con un ademán de mano y me guiña un ojo—. Bienvenida a la universidad linda.

Yo estoy extremadamente confundida y Erika sólo se parte de la risa a mi lado.

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora