Capítulo 41: Halloween

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La noche comienza a avanzar y me siento en una de las sillas tras haber estado de pie por tres horas.

Observo a las personas y entre la multitud diviso a Alexa quien baila tranquilamente, me quedo perdido en sus curvas mientras se mueve con total gracia al compás de la canción que resuena en las bocinas.

Sin embargo algo más llama mi atención, de hecho, dos cosas lo hacen. Veo a Justin entrar a la sala acompañado de una de sus "amigas" y a Drake avanzando hacia Bambi por su derecha.

Lo cierto es que ni siquiera me di cuenta de cuando me había puesto de pie, pero ya estaba tomando del brazo a Alexa y la atraje hasta mi cuerpo.

— ¡¿Qué?! —Ella se sorprende pero llevo una mano a sus caderas, impidiendo que se aparte y pegándola a mi cuerpo mientras sigo el ritmo del de ella.

— Dylan, ¿qué haces? —cuestiona moviéndose al compás de mis caderas.

Tan cerca puedo sentir su aroma embriagar mis sentidos, su cuerpo siguiendo el ritmo de la música es hechizante, su trasero contra mi entrepierna no es una de las mejores ideas que he tenido.

— ¿Qué pasa Bambi? ¿No quieres bailar con el lobo? —La acerco aún más mientras nuestros movimientos se ralentizan, permitiendo palpar cada centímetro de su lindo trasero, me acerco a su oído—. Nunca te habías visto tan deliciosa.

Noto su piel erizada por mi acción y en un movimiento se aleja de mí, me mira molesta.

— No vuelvas a hacer eso —exige.

« Así que Alexa es sensible. » Una sonrisa torcida se asoma a mis labios ante mi descubrimiento.

Avanzo hasta ella viéndola retroceder un par de pasos, no le permito alejarse mucho antes de que mis manos vayan a sus caderas y la acerque nuevamente a mi cuerpo, sus manos reposan en mis hombros mientras volvemos a movernos al ritmo de la música.

— ¿Por qué no? Es divertido jugar con mi presa —Me acerco a su oído, haciendo que mis labios rocen su lóbulo—. Sobre todo cuando es una sexy cierva.

— Pues esta presa le enseñará al lobo a no salirse de su cuento —dice también a mi oído.

Mi vista desciende a sus labios los cuales están pintados de un suave color marrón oscuro.

— Podemos escribir nuestro propio cuento —digo y subo mi mirada a sus ojos—. Dime Bambi. ¿De qué sabor es tu labial?

Una sonrisa oscura sale de sus labios.

— Chocolate —responde.

Mi boca se hace agua ante ese detalle y sin evitarlo vuelvo a mirar sus labios, sólo el imaginar besarlos es un delirio para mí, porque deseo sentir cada sabor de su boca, de su cuerpo, de su vida.

Porque sé que esto es un juego, un estúpido juego entre dos polos opuestos que se repelen, tratando de hacer que el contrario ceda primero, y estoy muy consciente de que quien caerá seré yo.

Detengo nuestros movimientos y levanto mi vista a su mirada celeste bajo aquel antifaz oscuro. Llevo mi mano a su mejilla, acariciando su piel.

— Dylan —Me nombra y se le ve sorprendida mientras sus ojos me inspeccionan, tal vez buscando alguna broma en mis acciones.

Pero lo cierto es que en estos momentos ni siquiera yo sé que demonios estoy haciendo.

— ¿Mjmm? —Es lo único que logro gesticular.

Un ligero rubor comienza a cubrir sus mejillas las cuales se sienten caliente bajo la palma de mi mano, llevo un mechón de su cabello suelto tras su oreja y sujeto su mentón, me mira con sorpresa y aguanta su respiración.

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora