Pov Alexa
El restaurante esta noche está bastante vacío, me recuesto del mostrador y miro el reloj de pared, faltan cinco minutos para que mi turno termine.
A mi lado Verónica suspira triste — Extraño a Lian —expresa.
Le sonrío y pongo una mano en su hombro — Estará bien.
— ¿Cómo lo sabes? —Me mira con un puchero—. Desapareció de la noche a la mañana.
— Estoy segura que esté donde esté, es más feliz —aseguro y ella asiente con la cabeza.
— Eso espero —dice y me rodea para ir a atender una mesa.
Escucho la campana de la puerta y volteo viendo a mi sexy pelinegro trajeado entrar a la cafetería.
Nunca lo admitiré en voz alta, pero los trajes son lo suyo.
Sus ojos se clavan en mí y sonríe acercándose.
— Hola Bambi, tu turno está a punto de terminar, ¿quieres dar un pequeño paseo? —pregunta coqueto.
— ¿Viniste a secuestrarme? —cuestiono burlona.
— Con tu consentimiento claro —Me guiña un ojo y río por lo bajo.
— Dame cinco minutos —pido y se inclina sobre el mostrador besando mi frente.
Ese pequeño acto siempre me hace sentir cálida.
— Te espero en el auto —Susurra sobre mi piel y da media vuelta regresando sobre sus pasos.
Inmediatamente una curiosa chica corre hacia mí.
« Ay no. »
— ¡Si se gustan! —chilla por lo bajo—. Yo siempre los shipee —asegura orgullosa.
— No armes escándalos —pido.
— ¿Desde cuando?, ¿cómo?, ¿no se odiaban? —ataca.
— Una semana y media, larga historia, sí —respondo divertida.
— Te enamoraste de tu "no cita" —Se burla.
En ese momento llegan a suplirnos.
— Ya deja el chisme, vayamos a cambiarnos —digo moviéndome hacia el cambiador.
Minutos después salgo del local donde trabajo viendo a Dylan.
— ¿Lista para nuestra noche juntos? —pregunta.
— Por supuesto —respondo entrando al asiento del acompañante.
El monta en el asiento del conductor y me observa.
— ¿A dónde quieres ir?
Río.
— ¿Viniste a secuestrarme y no sabes a donde ir?
Se encoge de hombros.
— Tu escoge —dice sencillamente.
En mi interior río perversa — Quiero ir a ver Netflix en mi casa —digo y sonrío con inocencia.
— De acuerdo —responde—, hagamos palomitas con queso, ¿te parece?
— Si —asiento fervientemente con la cabeza.
(...)
Beso los labios de Dylan haciéndolo retroceder hasta que choca con la meseta de la cocina, mi lengua de abre paso entre sus labios y sigue el ritmo frenético de los míos.
Coloco una mano en la meseta, a uno de sus costados, y con la otra acaricio su miembro sobre el molesto pantalón.
Me separo de sus labios y beso su cuello mientras desato su cinto, echa la cabeza hacia atrás dándome mejor acceso.
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Perfectamente imperfectos
Teen FictionUna chica con un pasado incierto causa la curiosidad de uno de los herederos más poderosos de la universidad privada a la que asiste. Un chico bajo la presión social de su padre tiene la ideología de que debe ser la imagen de la perfección. Un reenc...