Capítulo 38: ¿Enamorado?

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Pov Ana

— Vamos Chris —Me quejo.

— No iré al menos que tú no vayas —dice.

— Estarás fuera solo tres días, necesito terminar de componer las canciones —Le explico a mi novio por decimoquinta vez.

— Te voy a extrañar pastelito —hace un puchero y se acerca a mí dándome un beso en los labios.

Sonrío ante esto.

— Estaré bien, te lo prometo.

— Últimamente tu migraña ha sido más consecutiva, ¿estás segura?

— Por supuesto —Él besa mi frente.

— De acuerdo —dimite—. Pero te dejaré en el estudio.

— Christian —resoplo mientras él tira de mi mano.

(...)

— Hasta dentro de tres días —dice cuando el auto se estaciona y besa mis nudillos—. Te amo.

— Te amo —repito inclinándome hasta besarlo para luego salir del auto.

Este se pone en marcha alejándose y yo marco un número en mi teléfono.

— ¿Lista? —cuestiona mi interlocutor.

— Sí, pasa a recogerme por favor, estoy frente al estudio.

— En cinco minutos estaré allí señorita.

Una media hora después mi chofer personal me ha dejado en el hospital que queda al otro lado de la ciudad y estoy frente a mi doctor.

— Señorita Henderson, sus resultados siguen siendo los mismos —anuncia y suspiro con pesadez.

— De acuerdo, muchas gracias —Me pongo de pie y dirijo hasta la puerta.

— Dígame, ¿aún sigue soportando todo usted sola? —cuestiona pero no obtendría una respuesta de mi parte.

Simplemente abro la puerta y me alejo de ahí. Camino por los pasillos y me detengo cuando de reojo veo a un doctor entrar a una sala y una chica le sonríe, haciéndome perder en mis pensamientos.

— Sabes que el tratamiento no está funcionando.

— No le diga esto a nadie, por favor —pido.

— Ellos merecen saberlo.

— Soy dueña de mis acciones, no les dirás nada.

Un silencio nos rodea y el doctor suspira derrotado.

— De acuerdo, como quieras —cede.

La puerta es abierta en ese momento y veo entrar a mi hermana, asustada.

— ¿Lex? ¿Qué haces aquí? —cuestiono confundida ante su presencia.

— ¡Ana! —Me nombra con su voz rota y a paso rápido avanza hasta mí, abrazándome y llorando.

— Hey, tranquila —acaricio su cabello, de seguro recordó a mamá—, no desayuné en la mañana y me desmayé en una práctica, ya sabes como son de exagerado esos dos hombres de afuera —digo al imaginar que Chris y mi mánager le hayan contado de mi situación.

El llanto de un bebé me hace reaccionar, su madre trata de calmarlo y yo vuelvo a reanudar mi camino, saco mi móvil, dándole a marcación rápida y el timbre comienza a hacerse presente.

— Hola hermana, ¿cómo estás? —pregunta Alexa y sonrío feliz de escucharla.

Ella es mi luz, es la persona por la que sigo adelante. A veces me pregunto que hubiera pasado conmigo luego de ese día si ella no hubiese existido...de seguro hoy no estaría viva.

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora