Capítulo 66: Hasta que no duela

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Pov Dylan

Desde hace un par de días Alexa ha estado muy extraña, casi no habla, ni come, es como una especie de fantasma.

Apoyo mi codo en la mesa y reposo mi mejilla en mi puño cerrado, suspiro al ver el asiento de mi castaña vacío.

— Oye, ¿tienes idea de que le ocurrió a Alexa? —pregunta Óliver a mi lado y niego con mi cabeza.

Últimamente está y no está, no sé que la agobia y eso me hace sentirme inútil. Quiero que pueda compartir esas cosas conmigo.

Les pregunté a sus amigas, Erika dice que desde que la conoció, todos los años pasa lo mismo en estas fechas.

« ¿Qué te ocurre Bambi? »

(...)

Después de la universidad conduzco hacia la casa de mi novia. Me detengo frente a esta, y, estacionado frente al mío, hay una furgoneta negra.

Veo en la entrada un cabello castaño oscuro y me acerco.

— Hola —saludo.

Esa persona voltea y me doy cuenta de que es su hermana.

— Oh, hola —saluda y me observa con una sonrisa—. Así que tú eres el imbécil de mi hermanita.

Río ante esto.

— ¿Me calificó así?

Se encoge de hombros.

— Escucho sus quejas de ti desde que llegó al país, quien lo diría.

Rasco mi nuca nervioso.

— Amm...¿sabe donde está? Estoy algo preocupado —admito—. Se ha estado comportando muy raro, se ve muy mal.

Entonces su mirada se vuelve triste y baja la vista con un sentido suspiro.

— Toma —Me da un papel doblado—. Creo que no le ha hecho falta la dirección, ahí está —Tras decir eso me rodea y la sigo con la vista, ella se detiene—. Cuídala, por favor, parece fuerte, pero todos necesitamos a alguien que nos proteja a veces —comenta para seguir su camino hacia la furgoneta.

Abro el papel y me sorprendo al leer la dirección que hay escrita en este.

« ¿Aquí no queda...? »

Pov Alexa

— Lo lamento, debí visitarlos hace mucho —Me disculpo y sonrío triste, sintiendo oprimir mi pecho—. Se me ha hecho tan difícil llegar aquí —expreso—. Me fui por mucho tiempo, y...desde ese día esta es mi primera visita.

Seco mis lágrimas al sentir mi rostro mojado mientras todos mis pocos recuerdos se amontonan como un fuerte golpe en mi corazón.

— Debí venir antes, no tuve el valor para hacerlo —Un nudo se centra en mi garganta, uno verdaderamente amargo—. Lamento ser tan cobarde, soy una mala hija.

— No lo eres —Unos brazos rodean mis hombros mientras siento todo a mi alrededor desplomarse—. Eres una gran hija, estoy seguro de que no te guardan rencor y están felices por verte.

Rompo en llanto ante sus palabras, mi garganta quema y todo dentro de mí arde. Volteo abrazándome a su pecho y sus brazos me rodean.

— ¡No está bien! —grito—. Ellos no debieron morir, yo...yo —Mis palabras se cortan y Dylan besa mi coronilla.

— Nadie se puede quedar para siempre —expresa y acaricia mi cabello—. Estoy seguro de que si te vieran verían lo mismo que yo, a una chica hermosa, independiente, fuerte y decidida, llena de bondad y amor para dar.

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora