Capítulo 65: Pequeña demonio

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Pov Dylan

— ¡XY, Monster carts y Warrior boy's! —anuncia el juez a los ganadores a través de su micrófono y mis compañeros y yo saltamos sobre el escenario en un abrazo grupal.

— ¡Pasamos a la cuarta ronda! —exclama Bastian cuando estamos tras camerinos.

— ¡Lo logramos! —Drake y Óliver chocan palmas.

— Estuvo genial tu solo de guitarra —elogia Drake y sonrío.

— Tú también estuviste genial —digo con sinceridad y juntamos puños.

— ¡Dylan! —volteo ante la voz de mi castaña favorita.

Ella corre hacia mí y se abraza a mi cuello riendo feliz, yo rodeo su torso levantándola por un momento del suelo y dándole una vuelta.

— ¡Pasaron a la siguiente ronda! —chilla feliz y besa mis labios por un corto momento para luego ponerse seria—, voy a demandar a ese estúpido juez y su manía de crear suspenso, casi me muero.

Río y beso sus labios.

— Eres la mejor.

Escuchamos un carraspeo y ambos volteamos viendo a nuestros amigos quienes se hallan cruzados de brazos.

Casi se me había olvidado que estaban ahí.

Al darnos cuenta nos separamos nerviosos y ellos ríen.

— Creo que mejor los dejamos solos —dice Drake tomando su mochila cuando una chica pelirrosada entra a la estancia y lo saluda.

Él se acerca tomando su mano y la besa para luego irse.

— Creo que nosotros somos los únicos en soledad —Bastian lleva el torso de su mano a su frente en un gesto dramático.

— Es cierto, que dolor —Óliver suspira melancólico.

— Pues no tiene por qué ser así —Alexa les guiña un ojo—. Yo siempre los he shipeado.

Ambos hacen una mueca.

— Revisa a tu novia Dylan, ya se le zafaron los tornillos —expresa Óliver recogiendo sus cosas.

— Vamos —pide Alexa y asiento con la cabeza para recoger mis cosas.

(...)

— ¡Dios santo! ¡Ahí no! —exclama mi novia sentada entre mis piernas mientras ambos vemos una película de terror en la sala, con luces apagadas y palomitas con queso.

En la película la protagonista abre la puerta del ático y una mano oscura sale de esta tomándola por el cuello y ella grita para luego solo enfocar sus piernas por las cuales chorrean sangre.

— ¿Ves? Por estúpida, yo te dije que no abrieras, ahí tienes —comenta molesta Alexa y río.

Beso su mejilla mientras la abrazo.

— Sabes que no puede escucharte ¿cierto?

— ¿Qué idiota en la vida real caminaría hacia un ático cuando oye ruidos extraños en su casa? —toma unas palomitas con sus manos y la lleva hasta donde estoy yo, ofreciéndomelas.

Como de su mano y recuesto mi barbilla en su cabeza.

— Allá va otro ingenuo —aguanto una risa al ver la frustración de mi chica por la película.

De repente un sonido interrumpe el ambiente y Alexa gruñe y suelta una maldición.

— Iré a abrir —digo saliendo de tras de ella y yendo hasta la puerta, abro y veo a Amelie junto a su hijita, #pequeñademonio, Kat.

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora