Capítulo 30: Dejar de intentar

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Pov Justin

Me arreglaba la corbata del traje que llevo puesto frente al espejo y realmente estoy nervioso. Quise ir a recoger a Alexa pero como siempre dijo que vendría a mi casa por su cuenta.

Realmente no es nada tradicional pero...¿qué le puedo hacer?

El timbre de mi casa se hace presente y casi corro a la puerta, inhalo y exhalo antes de abrir y ver a mi cita, con un hermoso vestido negro que resalta sus curvas y su cabello recogido en una rosca.

Realmente Alexa es una mujer hermosa.

— ¿Preparado? —pregunta con una media sonrisa al notar que me he quedado observándola como idiota.

— Ammm —carraspeo mi garganta para aclarar mi voz—. Si, lo siento, ¿tomaste un taxi?

— Si —afirma—. Querías llevarme en tu auto —rueda los ojos—, podíamos haber ido en el mío.

— Vamos, adoro llevarte en mi coche —Le guiño un ojo abriendo la puerta de este para ella—. Bienvenida a su carroza.

Me saca la lengua y rodea el auto.

— Ser una princesa está sobrevalorado Justin, yo prefiero ser la Reina malvada —dice entrando al asiento del conductor.

— Pero... —pongo ojos de perro bajo la lluvia.

— Nada de peros, mueve tu trasero y entra —ordena.

Suspiro derrotado y obedezco, cerrando la puerta, ella se inclina desde su lugar hasta el mío, sacando el cinturón de su soporte y en ese movimiento nuestros rostros quedan extremadamente cerca, sin poder evitarlo mi vista se desplaza a sus labios donde se curva una media sonrisa.

Se separa de mí y sólo entonces me doy cuenta que he aguantado mi respiración. Pone en marcha el auto y nos alejamos de mi casa.

(...)

Llegamos a la escuela y nos dirigimos al anfiteatro donde se puede escuchar claramente la fuerte música, puedo ver claramente una mueca en su rostro.

— Oye, ¿estás bien con esto? —pregunto

Asiente con la cabeza de manera afirmativa y sonríe.

— Sí, estoy bien —asegura—. Vayamos a divertirnos.

Entramos a la estancia y hay muchas personas bailando y bebiendo, tomo su mano llevándonos hasta la pista de baile y ambos comenzamos a movernos al ritmo de la música.

Siempre me ha impresionado que a pesar de que no le agrade escuchar canciones baila con una gran facilidad y agilidad, totalmente hipnotizante.

— Estás hermosa —expreso tomándola por la cadera y pegándola a mi cuerpo.

— Lo sé —responde airosa.

— Siempre con el ego en las nubes, ¿cierto? —digo burlesco.

— Solo el que puedo permitirme —expresa y hago que voltee, en ese momento choca con alguien que bailaba tras ella y hace que algo blanco sobresalga de su busto.

— ¿Qué es eso? —pregunto y me observa confundida.

Baja su vista a su busto y se percata de lo que hablo, aun moviéndose al ritmo de la música toma aquella cadena que cuelga de su cuello y me la muestra, haciendo que su dije sea visible completamente para mí.

No puedo evitar quedarme paralizado ante lo que mis ojos están observando.

— Es tonto ¿verdad? —dice con una sonrisa observándolo.

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora