Capítulo 20: Cafetería Smile

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Pov Dylan

« Estudiar, estudiar, estudiar. »

Pienso mientras golpeo con el extremo de mi lápiz mi libreta y trato de memorizar lo que hay escrito en esta.

Ha pasado un mes desde que todo comenzó. El trato, los repasos y a mi hermano que ya me tiene hasta la coronilla.

No sé como demonios no se da cuenta de que Alexa trata de volver con él, es un puto ciego, e incluso ha tratado de darle celos a Bambi con otras chicas, me da gracia "los remplazos" de Bambi.

Mañana lunes es mi examen de historia, literalmente seré yo solo en un salón vigilado por el profesor. Suspiro cansado y miro la hora, falta una hora para que Bambi llegue.

Miro mis libretas al frente de mí...y me rindo. Tomo mi teléfono y enciendo el Wifi, para buscar las respuestas cuando una notificación de mi equipo favorito de baloncesto había llegado, al final terminé revisando mi Facebook e Instagram cuando un DM llega a mi cuenta, veo que es de Alexa y trago en seco.

« Estoy en problemas. »


Contacto: Bambi

[Bambi]

¿Estás estudiando?

8.15pm√√

[Yo]

Sí.

8.15pm√√


[Bambi]

¿Y por qué estás conectado?

8.16pm√√


[Yo]

Solo estaba buscando información y me desconcentraste.

8.17pm√√


[Bambi]

Más te vale que cuando llegue allí te hayas aprendido la mitad de las cosas.

8.18pm√√


Me desconecto con una mueca y guardo el teléfono, miro hacia la libreta y me dan ganas de llorar. Puedo aprenderme las letras de canciones en minutos, los diálogos de las películas, pero claro, para estudiar mi cerebro toma vacaciones.

Quiero llorar.

(...)

Pasan unos veinte minutos antes de que el timbre de mi casa haga su estruendosa presencia...y me despierte del sueño en el que estaba. Había babeado sobre la libreta.

Hago una mueca de asco y voy por un paño para limpiar antes de que la molestia de afuera me regañara. Abro la puerta y la dejo pasar. Al llegar hasta mí entrecierra sus ojos en mi dirección.

— Te quedaste dormido, ¿cierto?

« ¿Esta mujer es clarividente o qué? »

— No, no, he estado estudiando todo el rato —miento.

— Las marcas en tu rostro dicen lo contrario —especula y sin mediar más palabra entra a la casa.

La imito en burla en silencio tras de ella y me veo al espejo que está colgado en la pared.

Vale, lo admito, las marcas de mi mejilla al estar apoyado tanto tiempo en el libro si se notan.

La veo sentarse en uno de los asientos con total confianza, saca un libro y...¿una caja de tizas?

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora