Capítulo 69: Sueños

4.7K 592 80
                                    

Pov Dylan

Atraigo a Alexa hasta que se sienta en mi regazo y me abrazo a su pecho mientras ella reparte caricias a mi cabello.

— Gracias por estar conmigo —expreso y besa mi coronilla.

— ¿Qué pasó? —pregunta.

— Mi tío no me permite estar en la banda, dice que...

— Dylan, tienes 20 años, eres un hombre adulto dueño de sus decisiones, ¿hasta cuando seguirás bajo su sombra? —Me aparto un poco viéndola y ella acaricia mi rostro—. Este es el momento donde debes tomar la decisión.

— Tienes razón —beso sus labios y sonríe sobre los míos.

— Siempre la tengo —comenta burlona y sonrío ante esto.

Asiento ligeramente con mi cabeza y tomo mi teléfono marcando a mi tío, en cuanto este descuelga no le dejo hablar.

— No lo haré —niego.

— ¡¿Qué?!

— Ya no más, no me importa tu dinero, ni tu empresa, ya no quiero seguir el destino que elegiste para mí, sino puedes apoyarme, al menos espero que lo comprendas —cuelgo la llamada y Alexa besa la punta de mi nariz.

— Bien hecho.

(...)

Hemos vuelto a casa luego de una cansada noche. Estuve recibiendo mimos por parte de Bambi durante todo este tiempo, realmente me ha hecho sentir mejor.

El sonido del timbre de mi puerta me despierta y aún medio dormido veo a Alexa dormir entre mis brazos con Rex entre las piernas de ambos.

El condenado no nos deja dormir tranquilos cada vez que ella viene, muchas veces tengo que cerrarle la puerta, pero demonios, tiene que acostumbrarse que es mi novia, no la de él.

Otra vez el sonido del timbre y me termino de despertar, con cuidado me pongo de pie sin despertar a Alexa y bajo al primer piso. El timbre de nuevo y abro la puerta, todo el sueño acumulado se esfuma al ver a quien está tras esta.

— Hola —saluda.

La sorpresa se esfuma y llega la molestia, ¿que hace esta mujer aquí?

Al instante trato de cerrar la puerta pero su mano me lo impide.

— Dylan, por favor, escucha...

— ¿Quieres que te escuche luego de cuanto?, ¿diez años? No, ya no quiero escuchar —trato de volver a cerrar la puerta pero ella vuelve a impedirlo y entra—. Sal ahora.

— No, vine aquí para ver como le va a mi hijo.

Río ante esa palabra y la observo con incredulidad.

— ¿Te estás oyendo? —hago una mueca—. Dejaste de tener el derecho de llamarme hijo hace mucho tiempo.

— Dylan, yo enserio... —trata de acercarse y tocarme pero me aparto de inmediato.

Mis ojos comienzan a picar — ¿Por qué ahora? ¿Por qué luego de tanto?, ¿sabes cuanto quise verte un día entrar por mi puerta? Pero esa ilusión se fue hace mucho, demasiado.

— Yo debía cumplir mi sueño y...

— ¡Tú sueño no tenía porque eliminarme de tu vida! —exclamo molesto y mis ojos se cristalizan—. Eres una mala madre, fallaste como mujer, eres egoísta y una persona horrenda.

— ¡Ya basta! —exclama hacia mí.

— ¡Sal de mi casa ahora! —ordeno.

— ¡No puedes expulsarme!

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora