Capítulo 19: A mí misma

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Pov Alexa

Cuando se terminan las clases y mi horario de trabajo tomo el autobús hacia la casa de Dylan, me bajo en mi parada y toco el timbre cuando estoy frente a su portería, él me deja pasar y lo veo en la puerta.

— Hola Archer —saludo—, espero hayas estudiado.

— Lo hice Bambi —asegura.

Me adentro a la casa y me siento en el sofá.

— Oye, estaba a punto de bañarne, si no te molesta comencemos un poco tarde.

— Para nada, iré revisando el sistema de ejercicios que te dejé —Por fuera puedo parecer muy calmada pero por dentro estoy riendo malvadamente.

— Vale, vuelvo en unos minutos —dice y lo veo desaparecer por el pasillo.

Me pongo de pie y me acerco a una repisa que hay cerca del televisor, debo usar una silla para poder alcanzar el extremo, que, aunque para la estatura promedio de las mujeres, mi 1.74 sea bastante alto, el condenado de Archer es demasiado alto, llevándome un par de cabezas por encima con su 1.81.

Los hombres de su familia tienen buena genética, debo aceptarlo.

Tomo las llaves que se encontraban sobre la repisa y me quito los zapatos para no ocasionar ruido, tomo una muda de ropa de mi mochila y camino en puntas hasta subir al baño principal donde el dueño de la casa tomaba una ducha.

Paso hasta la habitación y cierro esta con llave, Archer tiene puesta música en su teléfono que resuena muy alto y canta en la ducha.

« Dios, debería grabar esto. » Me digo.

Tomo la toalla y la ropa que había colgado cerca de la ducha dejando la que tenía y a causa de la música ni me oyó, salgo y con extremo cuidado cierro la puerta, río ante mi maldad y vuelvo a la sala.

Unos 15 minutos después pasa lo que esperé.

— ¡¡Bambi!! —El grito de Dylan resuena por toda la casa y trato de no partirme de la risa, o por lo menos hasta que le veo bajar vistiendo el vestido rosa pastel con dibujitos de Hello Kitty.

Y no me pude aguantar.

Me parto de la risa en plena sala mientras observo el rostro rojo de la furia del pelinegro.

— Eres una desgraciada —dice avanzando hasta mí—. Dame mis llaves.

— ¿Por qué? Ese color te queda mejor a ti —digo burlona corriendo por la sala ya que Dylan me perseguía pero por lo ajustado que le quedaba el vestido se le dificultaba, el zipper estaba en su base y aún así la ropa parecía que en cualquier momento explotaría

— ¡Te dije me des las llaves! —dice molesto.

— No te oigo, soy de palo, tengo orejas de pescado —canturreo.

— ¡Deja de ser infantil! —Se queja aun tratando de agarrarme luego de que me hubiese subido a la mesa y le tomara una foto.

— Esto quedará genial en instagram.

— ¡Ni se te ocurra!

Me bajo de la mesa y corro hacia el sofá subiéndome a este.

— ¡Bambi!

— ¡Archer! —Me burlo.

Él sujeta mis manos pero yo pierdo el equilibrio, cayendo hacia atrás y activando el sofá plegable, Dylan trató de sujetarme pero fue inútil cuando el asiento golpeó sus piernas y terminamos ambos sombre el sofá-cama.

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora