Capítulo 15: Trato

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Pov Alexa

Me despierto en la mañana y le doy la espalda a una molesta luz, escondo mi rostro en la almohada que arrastro hasta mí. Frunzo mi ceño, este olor, es un perfume diferente, más fuerte pero embriagador que el que suelo usar.

Abro mis ojos con pereza, me duele la cabeza, miro a todos lados, no estoy en mi habitación.

« ¡¿Pero qué mier...?! » Pienso cuando veo salir de un compartimento a unos metros a Dylan, con una toalla amarrada a su cintura y con la otra seca su cabello oscuro.

Me quedo mirándolo, luego levanto las sábanas, llevo otra ropa pero puedo sentir el short que aún tengo puesto.

Vuelvo mi vista a él.

« Ok Lex, no entres en pánico. » Me digo a mí misma.

Hago un recuento de la noche y me dieron ganas de gritar cuando todos los recuerdos se amontonaron en mi mente.

— ¿Te gusta la vista? —pregunta su arrogante voz y cierro mis ojos con fuerza.

— ¿No pasó nada? —pregunto señalándonos sólo para asegurarme.

— Si el hecho de que tuve que cuidarte toda la noche no es nada, pues no, no pasó nada —responde encogiéndose de hombros.

Observo su musculatura y mi vista va a su torso ejercitado con una tableta de seis.

« ¿Quién lo diría? » Me digo divertida.

— Deja de comerme con la vista, que no me vas a probar —dice yendo a por el secador de cabello, dejándome apreciar un tatuaje. Es un dragón que se enrolla en su brazo izquierdo hasta llegar a su espalda.

— No tengo tanta hambre como para comer basura —expreso y casi puedo verlo poner los ojos en blanco.

Voy a por mi vestido que está en el suelo y me interno al baño cambiándome, salgo con este y veo mis tacones en una esquina, me los coloco.

— Gracias Dylan, disculpa los problemas que causé anoche —expreso.

— Nada de gracias Bambi, me debes un favor —aclara.

Una de mis comisuras se eleva.

— Yo nunca te pedí que hicieras nada, por eso sólo te llevarás mis "gracias" sinceras.

Sin dejarlo responderme bajo al primer piso donde en el sofá hay una almohada y una sábana mal colocada.

« Por lo menos el imbécil es decente. »

(...)

— ¡¿Dónde demonios se metieron anoche?! —Me quejo por videollamada a mis amigas luego de haber llegado a casa, ducharme y calmar mi resaca.

— Lo sentimos, fuimos con unos chicos y cuando volvimos ya no estabas —dice apenada Vivian.

— Pero sí que vimos a un tipo tirado en el suelo del dolor, seguro obra tuya —comenta Sheyla despreocupada.

— Son unas traicioneras —Les acuso.

— ¿Fuiste sola a casa? —cuestiona Mónica.

« No, el imbécil del hermano de mi exnovio me cuidó y llevó a su casa a dormir, increíble, ¿cierto? »

— Sí, vine por mi cuenta —Técnicamente no mentí, ella no especificó el cuándo.

(...)

— ¿Lex? —Mi hermana se ve sorprendida cuando abre la puerta y me ve, enseguida me atrae a sus brazos y me aferro a su cuerpo soltando un largo suspiro.

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora