Voy hasta el frigorífico donde están todas las bebidas y tomo dos cervezas, al volver a donde estaba mi novio no lo vi.
— ¿Dónde está Justin? —pregunto.
— Subió a su habitación —responde sin más Ólvier.
Frunzo mi ceño, ¿Justin? ¿Haciendo una fiesta y no participando en ella?
— ¿Se siente mal? —cuestiono preocupada y me dispongo a subir hasta su habitación cuando un agarre en mi muñeca me detiene, volteo y veo a Dylan.
— No vayas, no quiere ver a nadie —expresa.
Con un movimiento brusco me zafo de él — ¿Le pasó algo malo?
— Eso deberías saberlo tú —comenta Bastian.
« ¿Yo? »
— Necesita estar solo un rato —aclara Dylan y se aleja.
Dirijo mi mirada a las escaleras, tengo un mal presentimiento, ¿qué le pasará?
(...)
Durante todo lo que va de noche no he podido ver a Justin, se supone que hoy estaríamos juntos. Me hallo en el patio trasero en el que en estos momentos no hay nadie. Le marco a Mónica.
— Mónic, ¿dónde están? —pregunto impacientada.
— Nos hemos estancado en el tráfico amiga, deberíamos llegar en una hora —responde.
— ¡Avanza maldito cabrón hijo de...! —gritaba Sheyla sonando el claxon cuando la voz de Vivian detiene su frase.
— ¡Hey! ¡Qué ellos tampoco quieren estar aquí! —La regaña.
— ¿Cómo va la fiesta? —pregunta Erika.
— Pues...no he podido estar con Justin en todo lo que va de noche, no entiendo que le ocurre —bufo—. Y después dicen que las mujeres somos las complicadas.
— Alexa —escucho la voz de mi novio y volteó con un pequeño salito por la sorpresa—. ¿Con quién hablas?
— Amm... —miro mi teléfono y cuelgo—, con nadie —respondo nerviosa.
« Casi me pillan infraganti. »
Lo observo, está serio...muy serio, esto no es normal.
— Justin, ¿ocurre algo? —intento acariciar su rostro pero retrocede no permitiéndolo, frunzo mi ceño y aparto mi mano—. ¿Pasa algo malo?
— No... —responde dudoso—, voy a abrir los obsequios, quiero que el primero sea el tuyo, ¿dónde está?
« Estancado en el tráfico. » Pienso cuando una clara alarma se instala en mi cabeza.
— Yo...ammm.
« Piensa rápido Lex, piensa rápido. » Me exijo.
— Es que se me olvidó comprarte uno —digo nerviosa—. Y ya las tiendas estaban cerradas y...
— Sabes que...detengámonos —expresa y le observo confundida.
— ¿De qué?
— De esto, lo nuestro, tomémonos un tiempo.
— ¿Un tiempo? —repito incrédula—. ¿Estás terminando conmigo...porque no te traje un regalo?
— No —dice y su mirada me refleja dolor—. Estoy harto de no saber lo que sientes —expresa—, eres como una hoja en blanco para mí, lo he pensado mucho y, verdaderamente no te conozco, no sé quiénes son tus padres, no sé donde vives, ni siquiera muchas veces sé lo que piensas, no te dejas conocer.
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Perfectamente imperfectos
Teen FictionUna chica con un pasado incierto causa la curiosidad de uno de los herederos más poderosos de la universidad privada a la que asiste. Un chico bajo la presión social de su padre tiene la ideología de que debe ser la imagen de la perfección. Un reenc...