— Dylan, estás loco —expreso ante su idea.
Se inclina hasta sujetar mi tobillo, hace que levante mi pierna izquierda sobre la guantera, jadeo por la sorpresa y sus dedos descienden por mi piel con parsimonia.
— ¿No quieres intentarlo? —pregunta y aprieta mis muslos, trago en seco—, sólo imagínalo.
« Oh, creeme, ya lo he hecho varias veces. »
Levanta un poco su polera dejando a su vista el interior de mis muslos, me aferro al respaldo de mi asiento cuando su mano llega a mi intimidad, acariciando mi piel sensible y una de sus comisuras se eleva, su lengua recorre sus labios y de reojo me observa.
— ¿Y yo era el loco? ¿No te averguenza ser tan pervertida y portar una cara de ángel? —introduce uno de sus dedos en mi interior y jadeo.
— No —respondo con mi voz entrecortada cuando otro de sus dedos se adentra y comienza a moverlos con frenesí—. Mierda —mascullo y levanto la polera, dejándola en el asiento trasero.
Dylan se sorprende un poco ante mi acción y su mirada deseosa pasea a través de mi cuerpo desnudo antes de volver la vista a la carretera, mientras yo agradezco que los vidrios de su coche sean tintados.
Aprieto mis senos y gimo cuando comienza a trazar círculos en mi clítoris.
— Me vas a volver loco —murmura al volver a verme y palmea mi intimidad en orden para que me abra más.
— ¡Diablos Dylan! ¡Detén el maldito coche! —Me quejo y él muerde su labio inferior.
— No lo haré —responde.
Subo mi otra pierna sobre la guantera, y sus dedos vuelven a introducirse en mí para seguir dándome placer, siento el calor subir por todo mi cuerpo ante la escena que vivía.
Observo el pantalón de mi acompañante donde un problema nada pequeño se hacía presente. En ese momento siento como todo mi cuerpo se tensa y el nombre del pelinegro llena la reducida estancia cuando mi orgasmo llega.
Mi respiración agitada trata de estabilizarse mientras el diablillo a mi lado recorre con sus manos húmedas por mi placer mi cuerpo hasta llegar a mis senos y apretarlos con fuerza.
— Dylan, detén esta cosa —suplico.
— Te dije que no —ríe por lo bajo.
— ¡Maldita sea!, ¡te quiero dentro de mí! —exclamo frustrada y entonces detiene el coche a un lado de la carretera.
Sujeta mi nuca y me besa con fuerza, su lengua se abre paso entre mis labios y yo subo a su regazo con algo de dificultad
Sus manos aprietan mi trasero y gimo sobre sus labios, se separa de mí y observa mi cuerpo.
— No te haré mía hasta la tercera cita —dice.
— ¿Qué?
Su vista sube a mis ojos, sus pupilas están dilatadas y el bulto bajo mi intimidad me asegura que esto le duele más a él que a mí.
— No sabes como deseo estar dentro de ti, hacerte gritar de placer y dejarte agotada hasta verte dormir entre mis brazos, pero esta noche no será.
— ¡¿Por qué?! —protesto.
Sonríe y se acerca, su nariz roza mis mejillas y sus labios buscan mi piel.
— Porque no arruinarás mis planes Bambi —responde.
Bufo y él se inclina hasta los asientos traseros tomando la polera, la coloca sobre mi cabeza y la arregla sobre mi cuerpo.
— ¿En serio Dylan? —hago un leve puchero, yo si quería hacerlo ahora.
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Perfectamente imperfectos
Teen FictionUna chica con un pasado incierto causa la curiosidad de uno de los herederos más poderosos de la universidad privada a la que asiste. Un chico bajo la presión social de su padre tiene la ideología de que debe ser la imagen de la perfección. Un reenc...