~23~

14.3K 781 40
                                    

Thaile.

Me incorporo, aún aturdida por las sensaciones irracionales que han puesto en jaque mi sentido común. El cielo se tiñe de un cálido naranja con el ocaso, dando paso lentamente a la noche.

—Creo que ya es tarde —tartamudeo, sin entender por qué estoy tan alterada.

Marc asiente, y mientras va por los niños, que ya se ven agotados de tanto jugar, recogemos nuestras cosas. La tensión entre él y yo persiste, aunque parece que solo yo la siento; él parece contento, hasta satisfecho, me atrevería a decir.

—¿Te divertiste, Nicolás? —le pregunta al niño, cuya sonrisa no se ha borrado desde que subimos al auto.

—¡Sí, señor! —responde Nico, emocionado, riéndose con Rosie.

—¿Y tú? —Marc se dirige a mí, inesperadamente, con esa maldita sonrisa que hace que mi estómago se retuerza—. ¿Te divertiste?

—Seguro —respondo, sintiendo el ardor en mis mejillas.

—Me alegro —dice, entrelazando su mano con la mía. Por más que quiera apartarla, mi cuerpo no responde—. Yo también.

Llegamos a mi departamento, y para mi sorpresa, la tortura se prolonga cuando él y su hija, en lugar de despedirse, se bajan del auto.

—¿Quién quiere pizza? —pregunta en voz alta Marc al entrar a mi departamento.

—¡Yo! —gritan al unísono los niños, lo que me hace tomar el teléfono y hacer el pedido.

Saco dos copas de la alacena y sirvo el vino que también trajo la "visita". Necesito alcohol en mi sistema.

Le ofrezco una copa a Marc, quien la toma, pero antes de beber, se acerca, rodeándome con sus brazos y tomando mi cintura, disparando mi pulso a mil.

Se fija nuevamente en mi labio lastimado, como si con solo mirarlo pudiera sanarlo mágicamente. Luego, sus labios rozan los míos en un beso suave y delicado, como si temiera lastimarme. Me estrecha en un abrazo que se siente sorprendentemente cálido, como si realmente le importara a alguien por primera vez en mucho tiempo.

—Odio verte con esa herida en el labio —murmura con molestia.

—No te preocupes —trato de restarle importancia—. Créeme, se ve peor de lo que realmente es.

—Si tienes que salir sola, me gustaría que uno de mis hombres te acompañe.

¿Qué?

—No, por favor, no es necesario —protesto de inmediato.

—Por favor —insiste—. Hoy fue un asalto, mañana podría ser peor.

—Marc... —su extraña preocupación me deja sin palabras.

—Vamos... —me pide, cambiando de tema mientras me guía hasta el sillón. Nos sentamos junto a los niños, que están eligiendo una película en la TV. Terminan poniendo una clásica de Disney, y el ambiente se vuelve empalagosamente acogedor.

—¿Sabías que mi padre se disfrazó de la Bestia en Halloween? —me dice Rosie, interrumpiendo mis pensamientos.

—¿En serio? —Me río al imaginarlo, y él parece contagiarse, algo avergonzado.

—El disfraz me dio sarpullidos, pero valió la pena por mi princesa —responde, y no puedo evitar sonreír.

—Me encantaría ver una foto de eso —me burlo.

—Luego te la enseñaré —me responde, divertido.

Es evidente lo que ya sabía: es un increíble padre.

Tras de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora