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Marc.

Nuestro bebé se ha quedado dormido bajo las caricias de su madre, y ella me escucha con atención mientras su mano sigue acariciando al pequeño.

—¿Y por qué crees que quiera matarte? —me pregunta, su tono lleno de preocupación y curiosidad.

—No tengo idea, Chérie... —le respondo, mi mirada perdida en el bebé que duerme plácidamente—. Sé que tuvieron una aventura con papá. Yo mismo los descubrí. Pero no entiendo por qué querría hacerme daño.

Recuerdo aquel momento con una claridad dolorosa, como si fuera ayer. Tenía unos cinco años, y la imagen sigue grabada en mi mente. Salí corriendo de la habitación de mis padres cuando mi mamá empezó a vomitar. Papá me había dicho que era normal por el embarazo, pero yo sabía que su estado era mucho más grave. Fue entonces cuando fui a buscarlo a su despacho.

—¿Papá? —irrumpí sin más, y me quedé en shock al verlo con Alice encima de su escritorio, con sus pantalones abajo. Ambos se quedaron congelados, sus rostros reflejando terror y sorpresa.

—¡Marc, vete! —me gritó Alice, su rostro enrojecido de vergüenza y enfado. Salí despavorido de la sala, confundido y furioso, sin comprender del todo lo que había presenciado.

A pesar de estar agradecido por el cuidado que me brindó, nunca pude aceptar a Alice como algo más que una empleada. Su presencia siempre me recordó aquella traición, y aunque intenté olvidar, no podía evitar ver su rostro cada vez que entraba en la habitación.

—Si tenía una aventura con Elías, ¿por qué continuó en la casa? —pregunta, yo aún incrédulo

—Después de la muerte de mamá, ella se hizo cargo de Roger y de mí, mientras papá ahogaba sus penas en alcohol. Por eso no entiendo...

—Quizás solo quiso el lugar de tu madre y, como no pudo obtenerlo... —Thaile sugiere.

—Pero ¿cómo es posible? A pesar de todo, siempre se mostró incondicional, dedicada a la familia... —continuo, todavía incapaz de creerlo—. Cuidó de Roger y de Rosie...

—Bueno, también te creíste que yo era una encantadora maestra y jamás te esperaste que fuera una asesina a sueldo... —Thaile comenta con una sonrisa irónica.

—Es diferente —le refuto, tratando de hacerla entender—. Ella ha estado con nosotros años, y nunca mostró señales de que me odiara.

—¿Quién podría odiarte a ti, Chérie? —Thaile agarra mi rostro con ternura, sus ojos reflejando cariño y una pizca de malicia.

—Al parecer, Alice —ironizo, mientras una sonrisa amarga se forma en mi rostro.

—Esa es solo una resentida. Pero ya sabemos de lo que es capaz, así que le daré su merecido... —Thaile afirma con una sonrisa maliciosa que promete venganza.

—Aunque me encantaría ver eso —hago una pausa al notar su expresión—, lo mejor será entregarla a las autoridades.

Carraspeo, no le voy a confesar a nuestro pequeño que me excita verla en acción, luchando con ferocidad o cubierta de sangre, como en mis fantasías más osadas donde asesina a Francisco. Es una atracción que prefiero mantener en privado.

—Marc, eso será muy tedioso —se queja, su tono reflejando frustración—. Tendríamos que reunir pruebas para encarcelarla.

—Por eso necesito a la agente, no a la asesina —le aclaro, intentando mantener el enfoque.

—Le quitas lo divertido a las cosas —me responde, sus ojos reflejando desdén pero también una pizca de juego.

—No llevas ni una hora de vuelta y ya quieres matar a alguien —le respondo con diversión, mi tono ligero para contrarrestar la gravedad de la situación.

Tras de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora