Marc.
Hay algo especial en ella, algo que se refleja en su rostro mientras se acerca a mí con el ceño fruncido, pero no logro descifrar qué es.
Viene de algún lugar desconocido, después de dejarme con las ganas, su cuerpo todavía caliente por la pasión que compartimos. Una de sus compañeras la llamó, y esos minutos que estuvo ausente se hicieron eternos, solo el ruido de las aves en el entorno interrumpiendo el silencio. Mi mente vagaba, pero ahora que ha vuelto, esa sensación de incertidumbre se intensifica.
—¿Por qué te lo guardaste? —me reclama, sus ojos fijos en los míos, cargados de una intensidad que no puedo ignorar—. Te dije que ya venía.
—¿Qué? —pregunto, sin entender a qué se refiere.
Ella señala con la mirada hacia mi entrepierna, y cuando sigo su gesto, entiendo de inmediato.
—Pensé que ya... —empiezo a explicar, sintiendo cómo mi voz se desvanece.
—No, todavía tengo antojo —me interrumpe, con un tono que mezcla deseo y algo más profundo.
Antojo. La palabra se queda suspendida en el aire, resonando con un peso que no había notado antes.
Ella se sienta en el borde de la cama, con las piernas abiertas y una mirada que exige acción. No necesito más indicaciones. Me levanto y me posiciono justo frente a ella, sintiendo la expectación en cada uno de sus movimientos.
Sin apartar su mirada de la mía, desabrocha mi pantalón con la misma habilidad que antes, deslizándolo junto con mis bóxers hasta mis tobillos. Sus manos se aferran con fuerza a mis glúteos, atrayéndome hacia ella, mientras yo coloco la punta de mi miembro entre sus labios.
—Mío —susurra con una mezcla de posesión y cariño.
—Sí, tuyo —reafirmo, sintiendo cómo esas palabras encienden aún más mi deseo—. Tómalo.
Ella lo hace suyo de nuevo, lamiendo cada centímetro con una precisión que me roba el aliento. La fricción de su lengua, la humedad de su saliva, todo se combina en una sinfonía de placer que me hace cerrar los ojos, disfrutando de cada segundo.
Sus ojos no se apartan de los míos mientras engulle mi longitud, su boca creando una succión que me hace gemir de placer. Es como si intentara grabar este momento en su mente, como si quisiera que ambos lo recordáramos para siempre.
—Sabes bien... —susurra contra mi piel, sus palabras envueltas en deseo, encendiendo cada célula de mi cuerpo.
—Joder, chérie... —gimo, sintiendo cómo la presión placentera en mi estómago se intensifica.
El clímax llega rápido y con fuerza, mi cuerpo temblando mientras me corro, salpicando sus pómulos y cuello cuando ella se aparta ligeramente, permitiendo que mi placer se derrame sobre su piel.
—Has estado muy hambrienta, chérie... —le digo mientras la tomo suavemente del mentón, inclinándome para limpiar sus mejillas con el pulgar—. ¿Satisfecha?
—Sí, por ahora —responde, su risa suave y juguetona mientras se saborea los bordes de los labios, disfrutando cada gota.
No puedo evitar inclinarme y juntar nuestras bocas, saboreando lo que queda de mi en ella, mientras su lengua se entrelaza con la mía en un beso cargado de intensidad.
Cuando nos separamos, su expresión cambia. De repente, el deseo es reemplazado por algo más serio, una preocupación que se refleja en sus ojos.
—Marc, hay algo que te quiero decir... —su voz es un susurro, y puedo ver la duda y el miedo en su semblante.
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Tras de ti
Mystery / ThrillerElla tiene un objetivo: ir tras él. ¿Pero qué pasa cuando la leona empieza a compadecerse de su presa y comienza a verlo con otros ojos? Él, un político que está a punto de ascender junto a su partido, sin imaginarse que, a ciegas, le ha abierto las...