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Marc.

Tengo su aroma impregnado en mis fosas nasales, el calor de su cuerpo aún presente en mi piel mientras recordamos el delicioso orgasmo que compartimos. Desde que me divorcié de Charlotte, sabía que no me involucraría con otra mujer en mi casa, al menos que fuera mi novia oficial. Era una cuestión de respeto hacia nuestra hija y, en parte, hacia ella; no debe ser nada cómodo saber que tu exesposo está con alguien más en el mismo lugar en el que convives.

Pero con Lena, no pude resistir. Me había estado evitando toda esta semana, y no entiendo por qué. Mis manos solo ansiaban volver a tocarla, mis labios deseaban besarla... y ese deseo solo se intensificó con cada momento que pasaba lejos de ella.

—Marc... —me llama Roger, sacándome de mis pensamientos durante la reunión.

—¿Estás prestando atención? —pregunta con una mezcla de preocupación y frustración.

—No, perdón —admito, consciente de mi distracción—. Estoy un poco... distraído.

—Concédeme más atención, joder —me riñe. Estoy intentando, pero mis pensamientos siguen regresando al instante que tuvimos en mi despacho—. Revisa estas propuestas y dime qué te parecen.

Me pasa unas hojas con las nuevas reformas que argumentaré durante la campaña. A pesar de mi mente ocupada en recuerdos de Lena, me esfuerzo por concentrarme en el contenido. Espero que estas propuestas convenzan al público y ayuden a mejorar nuestra posición.

—Bien, equipo, a trabajar que tenemos que subir al primer lugar en las encuestas —anuncia Roger, dando por concluida la reunión.

—Gracias por su aporte, chicos —les agradezco mientras abandonan la sala, la cual está equipada con una mesa larga y un proyector gigante que muestra que actualmente estamos en el segundo lugar.

Mi hermano y yo nos dirigimos a mi despacho, pero antes de entrar, recibe una llamada.

—Dame un minuto, voy a atender esto —le digo mientras él se aleja, dejándome solo con mis pensamientos. —Voy para allá —avisa, algo apurado—. Nos vemos en casa, don enamorado.

Su tono burlón me hace sonreír. No puedo evitar recordar cómo Lena peinaba a Rosie con una delicadeza que nunca había visto antes. Mi hija parecía tan cómoda y feliz en su compañía, y me invade un alivio al pensar que, si esto continúa, Lena podría ser una excelente compañera no solo para mí, sino también para Rosie.

Al menos eso espero. Aunque Rosie sabe que sus papás están separados, nunca nos ha visto con otras personas. Temo que este cambio pueda ser un poco brusco para ella.

—Ay, pensé que nunca saldrían de esa reunión —se queja Francisco cuando entro a mi oficina.

—¿Por qué no estuviste en la reunión? —le pregunto, intentando parecer enojado, pero no puedo evitar reírme con mi hermano.

—¿Crees que eres el único que tiene citas? —me responde con un tono juguetón—. También conocí a una mujer sexy, es doctora y tiene una colega perfecta para ti...

No puedo evitar reírme a carcajadas.

—Olvídalo, no voy a salir con nadie más —le aclaro con firmeza.

Creo que es el momento de dejar atrás las citas que, al fin y al cabo, nunca pasan de una noche. He disfrutado de esos momentos, pero nada se compara con lo que viví con Lena. Es tan apasionante, tan demandante...

—Qué aburrido... —se vuelve a quejar Francisco.

—Ya basta, mejor ayúdame a revisar estas propuestas para que podamos salir más temprano —le pido, pasándole un par de hojas.

Tras de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora