~65~

11.6K 755 23
                                    

Thaile.

Uno de los blindados de la mansión me deja en el corralón de la Accia, donde me espera la rubia con los brazos cruzados sobre mi otro bebé: mi carro.

—Te queda bien ese look, Zhang debe estar loquito —le digo con una sonrisa burlona a Wilson, quien ha cambiado de aspecto.

—Cállate, es una peluca —me aclara irritada—. Tengo una misión y estoy aquí perdiendo el tiempo contigo.

—Aja, como digas —le respondo, ofreciéndole mi palma.

—Tuve que cobrar varios favores, pero aquí tienes —me entrega las llaves de mi auto, que habían sido decomisadas cuando "secuestré" a Marc, junto con el permiso para sacarlo de aquí—. Azumi no puede enterarse.

—Te consta que intenté hacerlo con su consentimiento, pero insiste en que debo quedarme en casa y solo salir para su estúpido entrenamiento —me quejo.

—Él ya no quiere que te expongas —me reprende—. Y si te dejo hacerlo es porque confío en que no te va a dar por joder otra vez o te juro que esta vez te mato yo misma. Y para variar, le daré una insignia a esos hijos de puta.

Le ruedo los ojos mientras me monto en el auto.

—¡Se dice gracias! —la escucho gritar mientras piso el acelerador y me dirijo a mi departamento.

Siento como si no hubiera estado aquí en años.

—Necesito una copia de mis llaves —le pido al celador que se encuentra en la entrada del edificio.

—Pensé que te habías olvidado de este departamento —me reprocha, como si fuera mi culpa haber sido secuestrada—. La señora Blanca es la única que ha venido a limpiarlo.

Me sorprende, ya que no pensé que ella continuara con esto después de casarse con Elías.

Tomo la llave que me ofrece y subo. Me parece increíble haber desperdiciado tanto tiempo escondida aquí. No me arrepiento de matar, pero sí de no haber hecho una vida aparte de mi "negocio".

En mi defensa, no pensé que existieran personas como el secretario.

Al ingresar al departamento, noto que todo está reluciente y ordenado. Voy directo a mi cuarto, donde mi mirada se dirige a un pequeño altar con las cosas que guardé de papá, mamá y Joyce.

Cómo me gustaría que estuvieran aquí para conocer al nuevo integrante de la familia; se habrían quedado desconcertados. Cada vez que bromeaba sobre esto, ellos se molestaban.

Flashback

—Cariño, es el ciclo de la vida —me dice papá con voz débil durante una visita a Joyce—. No te puedes ir de este mundo sin procrear.

Habla pausadamente, como si se cansara de hacerlo. Le ruedo los ojos.

—Tonterías, papá —interviene mi hermano—. Ella nos tiene a nosotros y no necesita más, aunque... un sobrino me gustaría mucho.

Si supiera que ya tuve uno, pero que no dejé crecer. Termina riéndose y recibe un fuerte golpe en el hombro que hace que el guardia nos mire mal.

—Lástima, se quedarán con las ganas, porque el que tenga útero no significa que esté obligada a usarlo.

Aprovecho para inclinarme y pasarle por debajo de la mesa el fajo de billetes que me gané en el último trabajo y que escondía en los pliegues de mis tenis.

Sé que odia esta mierda tanto como yo, pero es lo que toca. Lo hemos aprendido desde pequeños.

—Oigan, yo quiero nietos —se queja mi padre—. No quiero que se queden solos.

Tras de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora