CAPÍTULO TRES.

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Espero que el cap les guste, denle mucho amor si quieren el siguiente pronto :)

El dolor que estaba sintiendo en ese momento fue tan brutal, que realmente no pude dejar de sollozar cuando unas fuertes y tranquilas manos me tomaron por los hombros y me ayudaron a sentar en medio del torrente helado

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El dolor que estaba sintiendo en ese momento fue tan brutal, que realmente no pude dejar de sollozar cuando unas fuertes y tranquilas manos me tomaron por los hombros y me ayudaron a sentar en medio del torrente helado.

Mis labios estaban temblando y me costaba abrir los ojos debido a toda el agua que caía sin pausa alguna.

—¿Se encuentra bien? —preguntó Aleksander, el cual se había inclinado a la misma altura que yo— ¿puede ponerse de pie?

Miré mis manos, las cuales estaban raspadas y lloré silenciosamente.

—Señorita...

—E-es su culpa —lo miré a los ojos y él también estaba emparamado hasta los huesos.

—¿Mi culpa? —frunció el ceño— está bien, no entiendo cómo funciona su mente y no preguntaré más —murmuró— debemos movernos de aquí, la lluvia aumentará y estar al lado de los árboles es algo sumamente peligroso.

Mi cuerpo dolía tanto que no sabía precisamente en donde estaba más lastimada, me dije que era realmente vergonzoso estar llorando frente al extraño, pero no pude evitar el sollozar con fuerza.

La caída realmente me había lastimado.

—Voy a ayudarle a ponerse de pie. ¿De acuerdo? —su voz era baja— iremos hasta el escampado para así lograr avaluar sus heridas.

Asentí porque realmente no había mucho más por hacer. Las manos de él bajaron a mi cintura para ayudarme a poner de pie, en otro momento, bajo cualquier otra circunstancia, debía admitir que yo realmente habría estado efusiva por tener a un sujeto como él tocándome, sin embargo, apenas el rubio me acercó más a su cuerpo y me impulso para levantarme ahí en la humedad del sedero, yo pegué un fuerte alarido que lo hizo estremecer e incluso asustarse un poco.

—No, no, detente —lloré y me tiré de nuevo al piso— duele, duele.

Sus ojos verdes registraron mi rostro con confusión.

—¿Duele? ¿Dónde? —me escaneó, pero no se podía hacer mucho bajo aquella tempestad.

Sin dejar de llorar y temblar por el errático frío, yo señalé mi pie derecho.

—C-creo que me lo rompí —hipeé en medio de mi llanto.

—Está bien, permítame ayudarla —lo vi quitarse la chaqueta de su traje y la puso encima de mi cabeza logrando proteger un poco mis ojos de la tempestad— voy a llevarla al escampado.

—No, no —negué y me aferré a su mano— no puedo caminar, me duele. Llama a emergencias o...

—Lo tengo.

Eso fue lo único que dijo él cuando se acercó del todo a mí y metió uno de sus brazos debajo de mis rodillas. Lo hizo con una precisión y suavidad que no logró herirme, aun así, mi llanto no se detuvo.

ALEVOSÍA  [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora