CAPÍTULO SESENTA Y UNO

51.3K 4.3K 2.4K
                                    

Espero que el capítulo les guste, si es así, recuerden votar y comentar <3

Nos leemos pronto.

***

FRANCHESKA.

Jamás me cansaría de mirar el anillo que tenía en mi dedo anular. De hecho, la sonrisa en mis labios era tan grande que no podía controlarla porque jamás pensé que cosas tan buenas me sucedieran a mí.

Yo realmente amaba a Aleksander y tenerlo prometiendo que iba a estar conmigo siempre y que era su mujer pasara lo que pasara, fue todo lo que necesite para terminar de curar mi corazón.

En medio de la oscuridad de nuestra habitación miré de nuevo el anillo y supe que probablemente valía una fortuna, pero más allá de eso, era todo lo que creaba dentro de mí. Toda la ilusión que existía dentro de mi pecho y sabía que había muchas cosas por solucionar, pero...

Lo haríamos juntos.

Levanté mi cabeza para ver al rubio, el cual estaba dormido con expresión tranquila. Mi cabeza estaba acostada en su pecho, nuestras piernas estaban enredadas y sus manos descansaban en la parte baja de mi cintura. Habíamos estado en la misma posición desde que llegamos, me tiró a la cama y comenzó a devorarme.

Aleksander nunca parecía tener suficiente de mí.

En el restaurante me hizo correrme sobre su boca y después de llegar a casa, él... Él no se había podido alejar de mí y de mi cuerpo.

El suave dolor entre mis piernas me recordó la rudeza de su deseo y me sentí humedecer porque al parecer nuestra obsesión era mutua.

2:30 am.

Me había despertado hacía un rato y no había podido reconciliar el sueño. Observé los rasgos perfectos de él y sonreí mientras me inclinaba y besaba su barbilla.

No despertó y yo fruncí el ceño.

Suspirando, miré el techo y traté de distraerme imaginando quién sabe qué, pero siempre volvía mi atención a él y lo perfecto que era incluso durmiendo.

No se lo diría porque ese ego suyo ya era lo suficientemente grande sin mi ayuda.

—Aleksander... —lo llamé sin poder evitarlo—¿Está dormido? —besé su garganta.

No respondió.

—Aleksander.

No respondió.

—Mi amor.

—Francheska, nena, tener los ojos cerrados es sinónimo de dormir y esperar que otros hagan silencio.

—No tengo sueño —me quejé y lo abracé.

—Yo sí, silencio —subió una mano y acarició mi cabello—. Ya sabemos que le gusta hablar por medio mundo, pero se ve bonita callada.

—Grosero —jadeé y me senté a horcajadas sobre su abdomen, mirándole fijamente—. Extraño a Arthur.

Aleksander abrió rápidamente los ojos y frunció el ceño.

—Estoy a punto de pedirle que se vaya a dormir a la sala. Siendo sincero, estoy seguro de que no soy capaz de compartir cama con alguien que me despierta en medio de la madrugada para hablar de otro.

Me reí.

—Es un conejo.

—Da igual.

—Además, no puede sacarme de aquí porque usted dijo que era nuestra habitación.

ALEVOSÍA  [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora