CAPÍTULO TREINTA Y TRES.

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AVISO IMPORTANTE: Cielas quiero decirles qué... ¡YA HAY HISTORIA DE DALKON Y SIENNA! Si entran a mi perfil y buscan entre mis historias (AVARICIA) podrán leer la sinopsis y el prologo de estos dos que ya está totalmente publicado. Ante mano les agradezco a quienes deseen apoyarme por allá y nada... Dalkon las espera por allá en ese enemies to lovers😏

Sin más, disfruten. <3

No me había dado cuenta de que no había dormido bien por varias semanas, hasta que esa noche dormí en los brazos de Aleksander

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No me había dado cuenta de que no había dormido bien por varias semanas, hasta que esa noche dormí en los brazos de Aleksander.

Mi cuerpo dolía, todo aquel; y pese a que la presión en mis costillas —más bien en mi pecho—. Me estaba matando, logré relajarme mientras estuve ahí con él.

Solo con él.

Mi cabeza era un total caos, toda ella. Tenía a mi propia consciencia susurrándome una y otra vez que estaba metida en graves problemas con mi padre y... Pronto no tendría a donde ir.

¿Cómo volvería con mis abuelos? ¿Cómo lo haría después de que los había dejado de lado? ¿Después de que los había decepcionado? ¿Después de que por mi culpa...?

Silencié mi cabeza y suspiré aún acostado sobre las cálidas sabanas de seda, deseando que mi cuerpo dejase de doler y mi corazón también.

—Buenos días, señorita Hess —una voz totalmente nítida, sonó a mi lado y yo abrí los ojos lentamente, no estando preparada para la imagen que iba a ver.

Aleksander se encontraba totalmente despierto y sentado a mi lado y pese a que justo en la madrugada había comenzado a caer la primera nevada del mes de diciembre. Él no llevaba camisa, solo tenía puesto sus pantalones negros de pijama y su marcado, definido y duro torso estaba totalmente a la vista, mientras que en sus masculinas manos sostenía un libro de lomo oscuro.

Por un momento no supe qué decir, solo me le quedé viendo fijamente y me sentí sonrojar con fuerza, sin importar que yo sabía que mis manos ya habían estado antes sobre ese atrayente y tonificado cuerpo.

—¿Cómo durmió? —Enarcó una ceja viéndome de lleno, mientras dejaba su libro aun lado y me prestaba toda su atención.

—Bien, gracias.

Me senté en la cama, no sin antes soltar un siseó lleno de dolor.

Mierda, no sabía que la casi muerte dolía tanto.

—Sigue aquí —dije sin más, metiendo un mechón de cabello detrás de mi oreja.

Sus ojos se oscurecieron.

—Usted me pidió que no me fuese hasta que se despertara —me recordó tranquilo, analizándome con esa mirada verde suya—. No deseaba que pensara que había incumplido mi palabra.

Mis ojos volvieron a los suyos y deseé agradecerle por todo, de verdad que sí, pero mi corazón dolió estúpidamente ante sus palabras y lo mejor fue callar.

ALEVOSÍA  [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora