CAPÍTULO CUARENTA Y SIETE.

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Capítulo nuevo, espero que les guste, recuerden votar y comentar, se los agradecería.

N/A: Sé que querían empezar leyendo el reecuentro de ellos dos, pero es sumamente importante que leyeran como la pasó Francheska desde su perspectiva. Sin más, disfruten.

(Les quedo debiendo el banner)

***

DÍAS ANTES...

Miré la dirección que había anotado en el papel y seguí caminando por aquella pequeña vecindad que quedaba al norte de la ciudad. Todo alrededor dejaba prever pequeñas casas de ladrillo rojizo con congelados antejardines que yo suponía que habían sido hermosos antes de la llegada del invierno.

Traté de no encogerme de frío debajo de mi gran gabardina color café, cuando finalmente fui capaz de encontrar la casa que andaba buscando aquel miércoles en la mañana, un día antes de la llegada de la navidad.

No me sentía muy bien, la verdad era esa, estaba segura de que en un lapso de dos días había perdido algo de peso y me sentía más exhausta y lenta que nunca. Quise decirme a mí misma que aquello era porque no había podido dormir nada desde el día lunes, pero, la verdad era que estaba casi segura de que mi anemia estaba empeorando o algo así.

Ignoré ese hecho.

No tenía nada que hacer, las clases en la universidad habían cesado y pese a que no había sido expulsada por lo sucedido con Dahara, tampoco había sido invitada a las festividades, pero, no era como si me importara, de hecho, en ese momento, todo parecía valerme.

Toqué la puerta suavemente dos veces, antes de dar un paso atrás y aguardar ahí en silencio, esperando una respuesta, por suerte, no transcurrió mucho tiempo antes de que la puerta se abriera y él apareciera ahí frente a mí, con una pequeña sonrisa en sus labios.

Una sonrisa de bienvenida.

¿Hacía cuanto tiempo no me sentía bienvenida en un lugar?

—Francheska.

—Maestro —sonreí en forma de saludo—. ¿Llegué muy temprano?

—Nunca es demasiado temprano para ser tan afortunado de tener la visita de una joven sumamente inteligente y divertida como usted, Francheska.

Me reí y asentí agradecida cuando él me dejó entrar a su casa y de manera inmediata fui rodeada de calidez y un olor a lo que parecía ser vainilla, café y quizás canela.

—Estaba preparando el desayuno —me explicó el maestro Merglon, pasando por mi lado y llevándome hacia una pequeña salita—. Deme unos segundos.

Asentí sin decir mucho y lo vi partir hacia alguna parte, mientras yo me quedaba en la sala del pequeño lugar, el cual era tan cálido, como acogedor.

Las paredes claras estaban repletas de fotografías del maestro cuando era joven y, a su lado, había una hermosa mujer de cabellos claros, la cual siempre lo estaba mirando a él con adoración y una gran sonrisa.

Mi pecho dolió cuando me acerqué a una pequeña mesa que había al rincón de todo y tomé una fotografía en donde se veían ellos dos de nuevo, la única diferencia era que en aquella ocasión ella estaba vestida con un hermoso vestido de boda blanco y era él quien la miraba con adoración y algo tan poderoso y puro como el amor real.

—Esa era mi bella Lili —escuché una voz detrás de mí y con vergüenza dejé la foto donde la había encontrado.

—Lo lamento —me disculpé deprisa—. No quise husmear.

ALEVOSÍA  [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora