Extra: Jennifer.

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Este es un extra que había escrito hace rato y quería compartírselos también por acá porque Jennifer fue una excelente madre, tanto, que estoy segura de que Francheska la tendrá como ejemplo para ser mamá también.

Disfruten y apoyen este extra votándolo y comentándolo. Ya estoy preparando el otro cap de Alevosía, pero dejen mucho amor. 💛💚

***
«Érase una vez una madre y su hija».

JENNIFER.

—Francheska, ven a comer —llamé de nuevo a la inquieta criatura, la cuál se negaba a dejar de jugar—. Se hace tarde, hija.

No hubo respuesta, era obvio. Francheska era una niña sumamente tierna y hermosa, pero tenía facetas rebeldes que estaba segura de que no eran normal para una niña de cuatro años. Aún así, la amaba lo suficiente como para ser eternamente paciente con ella.

—Hice tu comida favorita —dije en inglés—. ¿No vienes?

Negó desde la pequeña sala de nuestro nuevo apartamento y continuó peinando su muñeca de cabello rojo.

La observé en silencio por un momento y con un gran nudo en la garganta. Sabía que Fran no estaba feliz en aquel lugar, sabía que extrañaba a su padre y de forma inconsciente a su corta edad, deseaba volver a su país de origen y seguir con la familia perfecta que creyó tener.

Pero no era así, mi pequeña jamás tuvo una familia perfecta, no después de que Franko meses atrás nos hubiese abandonado sin un solo dólar y ambas nos hubiéramos visto en la necesidad de aguantar hambre e incluso más.

Gracias a mis padres había podido volver a España y a sentarme en la ciudad. Traté de fingir que todo estaba bien por Francheska. Lloré en silencio y la tranquilicé con sonrisas ignorando mi corazón roto y mi alma decepcionada.

Yo amaba a Franko, pero no más de lo que amaba a mi propia hija y aquello fue lo que me hizo armarme de valor y fuerzas para seguir adelante en otro país sin importar cuánto doliera

—¿No tienes hambre? —me acerqué a la pequeña y me senté a su lado, aquel día se veía más preciosa que nunca.

Mi madre le había comprado un hermoso vestido verde de princesa y aquel día lo llevaba puesto. Su cabello ondulo y negro como el de su padre, estaba recogido en una elaborada trenza y en la cima de su cabeza descansaba una pequeña tiara rosa que probablemente le había comprado su abuelo.

Era la princesa de mis papás. La mimaban más de lo normal.

—Si tengo hambre —susurró y siguió jugando con su muñeca—. Pero estoy molesta.

Mis cejas se enarcaron ante esa confección e intenté no reírme.

—¿Ah, si? —busqué su mirada preciosa— ¿Puedes por favor decirme por qué?

Francheska me miró fijamente por un momento y arrugó su pequeña y pecosa nariz con irritación, antes de asentir.

—Fui con el abuelo a comer helado hoy —admitió.

—Pensé que teníamos una regla de no comer dulce entre semana.

Sus ojos brillaron con emoción y susurró: —¡Fue culpa del abuelo!

—Seguro que sí, cariño.

Una sonrisita brilló en sus labios y sentí el deseo irremediable de tomarla a ella entre mis brazos y abrazarla hasta el cansancio. ¡Era tan adorable y necia!

—¿Y entonces por qué estás tan molesta?

—Tú no estabas, mamá —susurró e hizo un pequeño puchero—. Te extrañé demasiado hoy y no estabas. Él abuelo dijo que volverías pronto, pero... Te quería conmigo y ¿Por qué siempre tienes que irte?

ALEVOSÍA  [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora