CAPÍTULO VEINTIOCHO.

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Lo prometido es deuda, aquí estoy con el otro capítulo, espero que les guste mucho y por aquí mismo les deseo de todo corazón una feliz y abundante navidad. ✨💛

PD: Este capítulo contiene escenas +18.

Sin más, disfruten, gracias por estar aquí <3

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Estaba furiosa con él.

Lo había estado temprano en la universidad y continuaba estándolo en ese instante, sin embargo, también me encontraba caliente y no podía controlar esa necesidad primitiva que estaba dentro de mí y que siempre lo deseaba plenamente a él, sin importar mucho las consecuencias que dejaran a su paso ese deseo.

Él iba a rogarme.

Los dos podíamos jugar aquel juego del orgullo y en aquella ocasión no perdería yo.

No lo haría, no cedería ante su persona y sus... Deseos.

—Francheska —se quejó él, cuando vio que una de mis manos subió a mi pecho desnudo y comencé a acariciarme en su cara.

En su regazo.

—Últimamente, he tenido muchas fantasías con usted —mordí mi labio inferior y respiré con más fuerza cuando mis dedos torturaron mi adolorido pezón—. Quiero hacer algo realmente sucio en la universidad, en el auditorio y con mis compañeros cerca.

La mirada verde de él se oscureció en varios tonos y yo sonreí.

—¿Le gusta que lo escuchen y lo vean coger, maestro Vandeleur?

Mi pregunta pegó directamente en donde debía, porque su miembro se irguió un poco más debajo de mí y sonreí aún más, porque provocarlo era todo lo que deseaba hacer esa noche.

Ya después me lo cogería yo a él.

Le mostraría que yo también podía mandar y hacerlo muy rudo.

—Teniendo en cuenta la dimensión de nuestra relación, es evidente que no podrían vernos follar, señorita Hess.

Solté una risita.

—Ah. ¿Pero le gustaría?

No respondió.

—Oh... ¿Es de esos hombres que le gusta ver a su compañía coger con otros?

Sus músculos entraron en tensión y enarqué una ceja.

—¿No?

—Francheska —advirtió e intentó tocar mi abdomen, pero yo alejé su mano rápidamente.

—No, usted no me va a tocar —le recordé—. No lo tiene permitido.

Para ser un hombre frío que le gustaba controlar todo, pude ver como su rostro se llenaba de impaciencia y eso me encantó.

—Responda —le ordené—. ¿Le gustaría?

—Por supuesto que no —bramó con rotundidad—. No soy de esos hombres que disfrutan ver a su mujer metiéndose mano con otros detestables individuos.

ALEVOSÍA  [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora