CAPÍTULO CUATRO.

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Holis, espero que el capítulos les guste, si es así, delen mucho amor <3


Mi cabeza estaba trabajando a mil por hora cuando finalmente Aleksander terminó de descender el gran sendero en medio de un helado silencio. La noche ya había llegado y la única luz que nos envolvía era la de los altos postes.

Por suerte, después de un momento la lluvia se convirtió en una llovizna más controlada cuando pasamos por el lado del estacionamiento.

—Deténgase un momento —le pedí al rubio, pero no respondió y tampoco me hizo caso.

Evidentemente él se encontraba enojado por el beso que le había dado antes y, tras pensarlo por un momento, toda la euforia desapareció y comencé a sentirme mortificada por mis acciones.

—Me duele mucho, quiero que se detenga.

Pese a mi dolor comencé a revolverme en sus brazos y eso lo hizo parar su marcha. Sus ojos verdes dieron con los míos en la penumbra del estacionamiento.

—¿Va a querer ir a enfermería, sí o no?

Tragué saliva con fuerza, sabiendo que estaba contra la espada y la pared. No conocía a ese sujeto de nada, aun así, se veía como alguien que difícilmente se dejaba doblegar, por tal, tenía la duda si me acusaría apenas tuviera la oportunidad.

Además, ir a la enfermería tampoco era una buena idea, no cuando tendría que identificarme frente al maestro y, lo de acusarlo falsamente ya no parecía una idea tan viable...

¿Qué mierda había tenido en mi cabeza?

Debía escapar.

Debía mantenerme lejos de las cámaras de las instalaciones.

No podía dejarme sancionar de nuevo.

No podía, decepcionaría a mi padre.

—Necesito descansar un momento —susurré— me duele mucho.

—Solo estamos a unos cuántos kilómetros, estoy seguro de que usted puede aguantar.

Miré hacia el estacionamiento y señalé una de las sillas de descanso.

—Déjeme ahí —ordené— realmente necesito un segundo.

—Señorita...

—Voy a comenzar a gritar —advertí mirando fijamente a sus ojos verdes— lo digo en serio.

Aleksander pareció querer objetar mi orden, pero si más, caminó en medio de la fría llovizna y la densa noche hacia la silla y me sentó ahí con cuidado.

—Está siendo irracional, necesita atención médica.

Lo que realmente necesitaba era huir de ahí.

—¿Podría ir a enfermería y pedir una silla de ruedas? —pregunté sosteniéndole la mirada— mi pie no aguanta más.

—No la dejaré aquí sola.

Enarqué una ceja.

—Oh, mágicamente se convirtió usted en un caballero, maestro —lo tenté— ¿Qué lo hizo cambiar de opinión? ¿Acaso fue el beso que me dio?

El cuerpo del rubio se tensó y me sentí culpable por soltar aquella bajeza.

—En ningún momento la he besado, agradecería que dejara de decir algo como aquello —su voz era fría— y sea sensata, necesita ayuda.

Ahora que lo pensaba mejor y siendo muy sincera, aquello no había sido del todo un beso, había tenido en el pasado unos más intensos, aun así, me aseguré que cuando aquel dolor dejara de consumirme fantasearía con el hecho de haberle podido dar uno mejor.

ALEVOSÍA  [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora