CAPÍTULO CATORCE.

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Dreey Vandeleur

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Dreey Vandeleur.

Estaba molesto con Francheska.

¿Por qué?

Sie hat mich dazu gebracht, meine Grenzen zu hinterfragen.

Aun así, pese a que estaba más irritado de lo que recordaba en mucho tiempo, aquello no era del todo por su culpa, sino más bien por la clase de familia inconsciente que tenía ella.

¿Cómo podían hacerle algo así?

Dentro de mi extensa lógica no lograba encontrar una respuesta lo suficientemente acta que pudiese explicarme tal comportamiento en aquellas personas.

¿Cómo se atrevían a dejarla a ella en la calle de noche, justo en medio de una tormenta?

Eso no era humano, ni un poco.

No tenía hijos y tampoco me veía haciéndolo nunca, aun así, estaba seguro de que jamás actuaría de tal manera con alguien que fuese de mi propia sangre.

El silencio dentro de la camioneta era extenso, la miré de reojo y ella estaba en quieta observando la ciudad por en medio de la empañada ventanilla. Agradecí realmente el no ver sus ojos amarillos en ese momento, porque supe sin duda alguna que sería capaz de hacer cualquier cosa.

Ya lo estaba haciendo. ¿Qué hacía llevando a una estudiante universitaria a mi casa? ¿Acaso estaba demente?

Omití aquella respuesta.

Estaba curioso por saber que había hecho Francheska para recibir tal trato. En lo que llevaba conociéndola —cosa de la que me arrepentía—. Estaba claro que era una malcriada en potencia. No sabía el significado de la palabra «no» y aparte de ser necia, claramente no constaba de ninguna clase de valores, aun así, podía estar casi seguro de que seguí siendo una chica realmente ingenua, tierna e incluso inocente.

No tenía sentido que fuese inocente, teniendo en cuenta de que también era pícara, —al menos para coquetearme—. Sin embargo, aquella inocencia que con denotaba salía a flote cuando hablaba de su familia. Exactamente de su padre.

Francheska amaba a su padre.

Podía verlo cada que hablaba de él, incluso en la ilusión de sus ojos, pero entonces, la pregunta era. ¿Cómo podía amar a un hombre que la hacía pasar tan malos momentos...?

La miré de nuevo y ella no me correspondió la mirada, parecía sumergida en sus pensamientos y me pregunté en quién estaría pensando.

¿Su padre? ¿Su madrastra? ¿Su madre muerta...?

Pasamos toda la arbolada que rodeaba mi gran casa y después de media hora logramos llegar. La lluvia no se había detenido y el frío era más tétrico que antes. La gran casa de estructura negra se encontraba totalmente a oscuras representando una imagen realmente imponente.

ALEVOSÍA  [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora