Nunca debí caer por él.
Sin embargo, tampoco detuve mi descenso.
Nada logró apaciguar las maliciosas llamas de deseo que se prendieron dentro de mí.
No su frialdad.
No su silencio.
No sus advertencias.
No las consecuencias.
Y mucho menos la diferenc...
Espero que el capítulo les guste, recuerden votar y comentar. Este cap ha sido más largo para compensar el retraso. <3
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DREEY.
El clima de ese sábado en la noche era tétrico y lo comprobé mientras conducía hacia la casa social que Lory y su hermano habían alquilado para la cena que se llevaría a cabo en menos de una hora.
Todo alrededor de la camioneta se encontraba en total silencio y agradecí aquello, después de todo, no quería hablar con nadie. Anthony iba sentado a mi lado y también estaba en silencio, después de la última conversación que tuvimos los dos, las cosas estaban más tensas que nunca y era mejor dejar todo como estaba, al menos hasta que él se calmara de nuevo.
La casa social era un lugar elegante y llamativo, comprobé aquello con frialdad, mientras me bajaba de la camioneta y Anthony me seguía con pesadez. Todo el sitio estaba decorado con lámparas en la pared que le daban a la estancia una imagen más acogedora de lo que realmente era.
—Intenta ser amable y verte feliz —me dijo Anthony—. Ya sabes que Jackov está aquí y no tolerará que seas frío y distante con su hermana.
No miré a mi sobrino y tampoco me atreví a soltar una sola palabra dura hacia él, ya que sabía que eso que estaba sintiendo dentro de mí, ese enojo y zozobra no iban totalmente ligados a su persona.
Me acerqué a la puerta del lugar con pasos lentos y erguidos, toqué el timbre sin más y no pasaron ni siquiera diez segundos, antes que la puerta se abriera y ahí apareciera ella.
Mi prometida.
Mis ojos verdes se encontraron con los suyos que eran de un atractivo azul y no sentí nada, ni siquiera enojo o irritación. Todo lo que había dentro de mí se congeló y solo pude quedarme ahí ante su persona.
—Amor —sonrió ampliamente, con emoción—. Siempre tan puntual —sus ojos me recorrieron—. Te ves muy bien, justo como siempre.
—Igualmente —asentí y traté de sonar cálido o algo parecido.
Elizabeth había querido que nos vistiéramos del mismo color, dijo que deseaba algo blanco o color crema; sin embargo, me negué y le dejé en claro que ella podía vestirse como lo viese más conveniente, al igual que yo.
Cada quien era autónomo con sus gustos.
Debido a eso, terminé usando un traje hecho a medida color negro, combinado con uno de mis relojes de marca, más mis zapatos igualmente oscuros y eso fue todo; aun así, Elizabeth no se quedó atrás y combinó conmigo con un vestido negro, que era elegante y la hacía ver hermosa.
Como siempre lo había sido.
Su largo cabello rubio estaba recogido en un moño y en su garganta descasaba un collar de perlas que yo le había obsequiado antes. Ella se veía bien, pero de nuevo, no pude sentir nada, no lo hice y no me amedrenté por ello.